sábado, 20 de octubre de 2012

Lo imposible

Ante una película de catástrofes naturales como ésta, uno ya sabe lo que va a ver, cómo pasó y lo que le van a contar; y, en este caso, también sabe el resultado, pues los propios protagonistas en que se basa el relato acudieron al estreno de la misma en familia. Por tanto, la curiosidad reside en la gracia, artimaña y el buen hacer del director; cómo ha realizado el enfoque de los hechos y la visión desde la cual lo cuenta. Y se ha de admitir que "pocos peros" se le pueden decir a Juan Antonio Bayona. La narración tan realista, dramática sin abusos innecesarios, íntimamente cercana y profundamente emocional contrasta con unos hechos horribles, magníficamente devastadores que ha sabido plasmar de forma asombrosa. El uso de la cámara en los diferentes fotogramas es soberbio; juega continuamente con diferentes y opuestos enfoques, sin dejar que ésta se convierta en un mero espectador de fondo sino que la convierte en la verdadera protagonista. Los diversos y variados ángulos, la alternancia de movimientos rápidos y lentos, de iluminación y opacidad..., es todo un acierto. No lo es menos la elección de Tom Holland como protagonista indiscutible, al lado del cual sólo Naomi Watts está a la altura de su impresionante interpretación. Tras el paso de los 10 primeros minutos, llega la esperada ola y todo su desenlace; a partir de ese momento eres capaz de descubrir el arte de este catalán director que consigue ponerte la piel de gallina, tenerte en tensión, sonreir y desesperarte, alegrarte y llorar..., con el respeto y la sencillez de una gran historia contundente que no desmerece tu interés por ella. Sólo algunas frases de los pocos diálogos que se observan -todo es una continua conmoción visual, un encontronazo para tus ávidos ojos- son de nivel inferior a lo visionado. Pero, el impactante centrifugado interior que se te ofrece borra cualquier cliché verbal que pueda ser dicho. La mirada de un director que tiene claro lo que quiere mostrar, cómo hacerlo y el resultado final. Lo único que cabe es disfrutar de su buen hacer. 

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