miércoles, 31 de diciembre de 2014

A good marriage

"Dos pueden guardan un secreto si uno de ellos está muerto"
Stephen King, escritor reconocido mundialmente de novelas de terror y misterio que se han convertido, muchas de ellas, en best-sellers mundiales mientras que otras han sido llevadas con gran éxito a la pantalla osando extraer sus inquietantes palabras de la hermosa hoja bañada en tinta a espeluznantes imágenes que cortan la respiración y angustian a cada segundo de visión como son, ejemplo de ello, la penetrante e inquietante "El resplandor" o la obsesiva e impetuosa "Misery" entre muchas de ellas.
Para esta ocasión, se hacen servir de un cuento corto de inspiración tenue realizado por el susodicho artista, manejador indiscutible de la pluma con arte ingenioso ante su inventiva incesante y que se encuentra, como un relato más, dentro de su novela "Todo oscuro, sin estrellas" y, ya sea por lealtad o ineficiencia, el filme, para no desmarcarse de su fábula inspiradora, resulta del mismo nivel neutro y moderado que el texto en el cual se basa, es de suponer desde mi ignorancia de dicho escrito aunque, como siempre, la palabra leída es mucho más suculenta y rica que lo aquí escenificado, sea cual sea ésta.
No hay sorpresa alguna que eclipse tu alma, ni novedad que electrice tu corazón nulo de incertidumbre, ni cosquilleo que revuelva tu curiosidad pues la sinopsis ya te adelanta que estamos ante una familia idílica y ejemplar cuyo marido devoto-padre querido resulta ser un asesino en serie pero, incluso con ese conocimiento previo del malo de la película descubierto por anticipado, ésta no encuentra su lugar de ser ni razón de desarrollo eficaz y eficiente y, simplemente, resulta sosa, poco estimulante y apenas atractiva o sugerente para motivar tu interés o apego más allá de una plácida visión y relajada percepción.
Es fácil desencriptar su evolución y desenlace lo cual, profundiza en su ausencia de exquisitez y estima en la atención otorgada, incluso el personaje misterioso que deambula por las escenas creando supuesta tensión, vacilación y sospecha y que al final debe dar lección inesperada y brillante de justicia de la mano que sobresalte, altere y deslumbre, se queda en poco más que nada.
No se si la culpa es de la escasez de contenido en el material del texto original o de la poca pericia de Peter Askin para sacarle jugo, sabor delicioso o algo de pánico picante a una historia que transcurre sin grandes contratiempos, con actuaciones modestas y evidencia clara de falta de pasión, ímpetu o entusiasmo que aligeren esa pesadez notable ante la desilusión de las carencias ofrecidas pues, sólo ante la noticia de estar basado en un texto de uno de los reyes del terror escrito y usado como único punto de apoyo para su venta y marketing, uno espera algo más que un relato modesto, simple y demasiado sencillo y facilón en su resolución; más suspense, intriga y emoción le hubieran venido que ¡ni al pelo! para subir en su categoría amorfa de aportar apenas nada más de un apacible estar, un cómodo observar y un tranquilo consumir un producto de destino directo para DVD o televisión de sobremesa.
El nombre de Stephen King cae en saco roto cuando se utiliza su talento para pasar el rato pues toda la inocente ilusión de inicio de un espectador esperanzado se pierde al avanzar en un relato comedido en su complacencia, ecuánime en su digestión y poco ambicioso en su oferta donde, la clave es una demanda suave y ligera del publico expectante para no estar a la espera de una ascendente intensidad que no hace acto de presencia pues, ni la transformación de los personajes ni la sentencia conclusiva final de mandato imperante suponen nada que asombre o perturbe ni en demasía ni en déficit ni en apagada soledad.
Demasiado barato, pobre y mísero para la historia vendida y el autor de quien procede. Mejorable, al menos que te conformes con ociosidad ecónomica de composición módica.
"Un lugar para todo y todo en su lugar", que en esta ocasión no se cumple ni ejecuta.



martes, 30 de diciembre de 2014

Dos tontos todavía más tontos

"¡Pero es que eres muy tooontooo...!, aunque no parece que el paso del tiempo haya respetado esa inocencia de descubrimiento de esta pareja de lerdos que triunfó en 1994.
Habrá público joven que nada sepa de estos "Dos tontos muy tontos" de hace veinte años, a no ser que sea a través de las reposiciones de la uno, los domingos por la noche, para coger audiencia al unísono de la cartelera de los cines, por tanto, les valdrá cualquier escena ridícula, forzada, bobalicona, con chispa o sin ella, humor o pérdida de ella y serán benévolos en sus bajas exigencias; habrá público que despertó al encuentro de este dúo sacapuntas -mala comparación pues ¡ya quisieran ellos!- en directo y persona y se acerque a la continuación de sus locas correrías para comprobar su crecida, evolución, la nueva dirección tomada y si todavía conservan parte de lo que fascinó en su día, cosa que, ni por asomo van a encontrar; y habrá quien recuerde a un "Agárralo como puedas" con Leslie Nielsen, anterior a todo lo dicho y, se pregunte, como lo realizado hoy en día es incapaz de superar o mejorar la facticidad de un pasado sin tantos medios ni presupuesto pero mucha más imaginación, creatividad, acierto y modestia porque, tanto vender una película, promocionarla, exagerarla, recuperar para escena a 
Jeff Daniels y Jim Carrey a base de talonario -los años pasan para seguir jugando a indios y vaqueros a los 50 y pico- y osar el proyecto de revivir y evocar a estos "Laurel and Hardy" -¡ya les gustaría!- y no se paran a reunirse, pensar, idear y desarrollar un guión que de más de si que dos tontos cuyas tonterías ya no hacen gracia ni tienen ocurrencia y cuyas burlas se quedan congeladas en el aire tras su nefasta explosión, recogidas por un oído que apenas presta atención y una sonrisa que no logra carcajada, sólo esporádica mueca de consuelo por la añoranza de lo que se recuerda del original y lo poco que han sabido crear a partir de ello.
Y mira que una es consciente, cuando la elige, de ver algo ligero, de pocas luces, consumo rápido de digestión fluida y poca exigencia mental, relajación de entretenimiento para pasar tiempos muertos de alivio racional pero es que ¡ni eso es capaz de consagrar!
Estás viéndola con tal ausencia de atención que, podrían resucitar al propio Elvis Priesley y ni te enterarías, podría desfilar la madre Teresa de Calcula y ni fu ni fa; los hermanos Farrelly han hecho flaco favor a su propósito inspirado de posibilidad hecha presente, que siempre debió haberse quedado en el pasado, en ese anclado recuerdo de buena posición ubicada y, no en el caído y tropezado choque de una continuación que daña la sana memoria de su hermana mayor; tuvieron una iluminación fugaz que decidieron dar forma, ya sea por aburrimiento del momento, golosa taquilla, curiosidad del resultado, valentía mal entendida o soberbia prepotente de nulo fructífero beneficio por no hallar ingenio ni inteligencia para un argumento que sólo ofrece, de parecido a su familia de origen, el corte de pelo y la aparición fugaz de su perruna furgoneta.
Todos tenemos malas ideas sólo que, a la mayoría, éstas no se mueven de un mero pensamiento loco, lástima que aquí hayan saltado de ese vago esfuerzo cognitivo a la realidad de fotograma postergado para los anales.
¡Quién dijo que fuera fácil idear a dos tontos haciendo tonterías para hacer reír al público asistente!
Esta claro que este dueto de director-guionista, que comparten apellido, ¡se lo creyeron!
Dicho y hecho y..., ¡caída en picaadooo...!!!



lunes, 29 de diciembre de 2014

Asesino en el tiempo

Este thriller de suspense ligero, grato en su tibieza y que demanda poca atención esmerada del espectador no encaja en la norma típica del cine francés de los últimos tiempos, excepto si añoramos al mejor Jean Reno o, a un Alain Delon más retrotraido en el tiempo, representantes de un cine oscuro y engro, carismático en su esencia, que bordaban bárbaramente; para esta ocasión, contamos con un inspector de policía en cuya memoria persiste un amargo caso pendiente y sin resolver, que se ve trasladado en el tiempo involuntariamente para tener la oportunidad de corregir lo que en su día hizo mal, enmendar sus errores y rectificar fallos, en una segunda inesperada oportunidad que todos, alguna vez, hemos deseado aunque, está la cuestión de si se puede cambiar el pasado pues, hagas lo que hagas, cambies the camino y optes por ruta diferente, parece que siempre acabes en el mismo sitio pues, ya se dice que "todos los caminos llevan a Roma" amén de que, cualquier desviación o alteración del pasado, ya no tan fáctico, cambia las consecuencias para ese presente de posibles, abandonado momentáneamente y al que se regresa sin saber que encontrar o que situación hallar.
Interesante planteamiento de técnica muy lograda, cuadro sereno y eficaz llevado con corrección a buen puerto y una pareja protagonista muy bien avenida en pantalla, un Jean-Hugues Anglade que refleja seguridad y fortaleza de pasos consistentes y, una atractiva Mélanie Thierry que añade el toque necesario de ayuda complementaria y sutil para embellecer la delicadeza y rectitud de las formas, reforzados por un guión sobrio y directo que se mantiene seguro y efectivo en el punto justo de cocción sin exceder en pretensiones de florituras innecesarias ni dejarse llevar por confabulaciones de innovación e inventiva magnificada que, sin duda, estropean la entereza y elegancia de saber donde ir e ir a por ello sin desviaciones decorativas ni adornos superfluos que rellenen un vacío inexistente en este filme.
Es sencilla, simple y honesta en su argumento, puede echarse de menos una mayor complicación de la trama y más intensidad en las respuestas obtenidas, una deseada incisión más profunda e impactante que sobrecoga con mayor plenitud pues, aunque es una película de acción, olvídate de grandes persecuciones, misteriosos personajes, dudas de captación escurridiza o elucubraciones que alteren en demasía tu pensamiento, aquí, la inquietud se limita a resolver lo no resuleto, a solucionar lo que en su día no se supo hacer con acierto y destreza.
Germinal Álvarez te atrapa mínimamente para interesante sin grandes contratiempos, de complacencia media lograda para entretenimiento temporal sin gran excitación pero, tampoco evidente decepción, su armonía lineal de estructura básica y simplicidad en las maneras va acorde a la presentación austera y pulcra como su mejor carta, un asesinato a resolver en el tiempo y una reestructuración de las consecuencias segundas de dichos actos, suficiente para velada casera de DVD.
Tampoco le busques tres pies al gato ni cosquillas a quien no las tiene cuando éste es sincero en el sentimiento y diversión que ofrece, esparcimiento tenue de recepción amena y abrazo discreto, sin grandes emisiones ardientes ni efusiones calurosas, válido y capaz dentro de su encuadre marcado de pasar el rato sin restos anímicos que involucren en exceso. 



domingo, 28 de diciembre de 2014

Invencible

"Una vida de gloria bien vale un momento de dolor" sólo que, ese espacio de dolor y horror fue de tal intensidad, anchura y opresión que, no hay suficientes existencias ni vidas para tanta gloria y honor.
Tanto dolor abruma e inquieta y la respuesta de él ante tal sufrimiento impresiona y sobrecoge.
¡Es desesperante! Primero pasas por la sorpresa de no ser lo que esperas, luego por la pesadez de la primera prueba de supervivencia para, a posteriori, introducirte en la agonía, martirio, asfixia, tortura de su siguiente destino que se prolonga y prolonga y prolonga hasta donde no puedas imaginar hasta, que tus súplicas espontáneas, quejas instintivas, pesadumbre manifestada sin previo aviso más un acorde de sonidos de estupefacción, pena y congoja, manos inquietas, ojos que no quieren ver, oídos que no soportan el schuwisp del látigo, el corte del golpeo, el plas que retumba, la sequedad del acierto, el zumbido de su eco se apoderan de tu incómodo cuerpo que no puede permanecer quieto ni tranquilo y cuya devastada alma se pregunta, de forma incesante, ¿hasta dónde se puede aguantar?, ¿cuánto se puede resistir?, ¿es posible tanto obsesión, malicia, humillación y empeño en acabar con alguien?
"No me mires a los ojos", "mírame a los ojos", "no me mires a los ojos", "¿por qué no me miras a los ojos?" y ese dar vueltas en la noria del infierno, sin escape, sentido, esperanza, control ni opción alguna y a merced del capricho y locura del responsable de esa mazmorra infrahumana donde se encuentra aislado y sometido es la historia de este invencible, nunca mejor dicho, héroe real de nombre y apellidos propios que Angelina Jolie se encarga de retratar con respeto, soberbia, lucidez y gran equilibrio escénico de todos sus ingredientes pues "quien lucha sin descanso triunfa" y, es algo innegable, palpable y sentido con amargura al principio, descanso al final y curiosidad y asombro en los apuntes conclusivos con ese recorrido último que es digno de aplauso que, si algo está claro como el agua y es de obviedad indiscutible es que, esta historia debía ser contada, que no podrás pasar por ella sin emocionarte ni permanecer al margen, que impresiona, aturde y gana en intensidad conforme avanza y, lo que se inicia con pinta aburrida de decepción mínima por ser diferente de lo intuido, finaliza en colisión sublime de emoción atronadora que, cuando ya puedes respirar de alivio ante la buenaventura anunciada, aún guarda un as en la manga sobre la continuación y actitud de este gran hombre, magnífico atleta, corredor incansable y valiente para la posteridad que supo encontrar el perdón y olvidar la venganza.
Louis Zamperini, interpretado por un convincente y diestro Jack O´Connell es lo que realmente importa y con lo que te quedarás en tu machacado corazón después de tanta devastación, pesadez, inquietud e incluso ganas de conclusión, sea la que sea pues pasas por momentos aburridos, de evasión y poco atrape para llegar a otros de inmersión aplastante, malestar torturador y desconcierto de que tal relato sea una historia verídica de un humano al límite de sus fuerzas que siguió de pie y entero a pesar del mezquino intento y obsesivo ataque continuo de su particular agresor.
Triunfo y victoria de la vida narrada con honestidad y serenidad, limpieza y actitud donde la dirección es correcta por su ausencia en el recuerdo de ella, donde el escenario es apropiado para la escenificación de tal epopeya, donde el decorado 
sirve como instrumento para contar tal gesta y donde, todo pasa a segundo plano pues tu memoria quedará eclipsada por el logro y mérito de Louis Zamperini, artífice sin quererlo ni pretenderlo de una historia fascinante, explosiva, apabullante, agotadora..., si, ya se que hay muchas películas de guerras, prisioneros, campos de concentración etc, etc, etc y que buscar la lágrima es lo fácil en un drama para ganarse al público pero, simplemente, nada de eso pasa aquí pues no es una invención de Hollywood, es realidad pavorosa pura y dura, no hay lágrima sino padecimiento, zozobra, desasosiego y pesadumbre y, todas tus emociones que irán creciendo en magnitud sencillamente surgen, aparecen y ni se molestan en llamar a la puerta para entrar, te inundan y sigues las penurias y avatares de este Hércules del siglo XX hasta que tus ojos, por fin, descansan y leen en pantalla: Louis Zamperini, 1017-2014 junto a la foto del susodicho protagonista indiscutible de esa noche.
Cuando la historia es absorbente, el estrés postraumático está garantizado y todo lo demás se relega a banquillo de suplente; puede llegar a ser monótona, repetitiva, colapsar y pesar pero, éstos fueron los hechos, suya la aventura y su victoriosa hazaña fue resistir, resistir, resisitir para tener una vida y, ¡así lo hizo!



sábado, 27 de diciembre de 2014

Big eyes

"Más vale pájaro en mano que ciento volando" fue el recurso del malvado carcelario, estratega ingenioso de porte encantador que mantuvo a la inocente damisela encerrada en su bella torre de oro, marfil y goloso dinero que hace más dinero.
Comida de navidad, familia reunida a la mesa, estómagos abiertos, alma hambrienta, corazones deseosos, oídos agudizados y, una oportunidad exquisita de aportar una conversación amena, ingeniosa, curiosa y anecdótica para rellenar tiempo, cubrir espacio y quedar ¡como gloria! ante los seres queridos, y familia no tan amada, al relatar, ante tan oportuno auditorio, el caso real del matrimonio Keane quienes engañaron, durante 10 años, a todo el personal viviente sobre el verdadero artífice de sus famosas y fructíferas pinturas de niños de ojos grandes y mirada penetrante y abrumadora.
Una fantástica y cautivadora Amy Adams que representa con magistral luz, con fragilidad arrebatadora, soberbia escénica y un adorable atractivo en toda su apreciable presencia a la esclava y sumisa esposa que, con lentitud pero firmeza, se rebela y osa reclamar lo que es suyo, un absorbente y desbocado Chirstoph Waltz de marido ambicioso, mentiroso compulsivo, aspirante a pintor y anhelo ardiente de éxito soñado con enorme voluntad, tenacidad y facultad diestra en el manejo del marketing y la venta al público más, una colorida, sugerente, vistosa e interesante fotografía en toda su deliciosa puesta en escena y su acertada sutil decoración que envuelven el magnífico y loable trabajo del dúo protagonista son las armas incondicionales de una historia linda, hermosa, ligera, singular y llevadera, realizada con ritmo cordial, amable y fluido sin grandes contratiempos ni baches que estropeen su sosegado abrazo, búsqueda obvia de suavidad y dulzura, teneu complacencia, facilidad en su consumo, comodidad entrañable en su acogida y un recuerdo que no se perturba ni altera en exceso gracias a esa tranquilidad neutra e inalterable de mirada serena que se observa durante toda su visión, lo cual no deja de ser sospechoso e irascible al tiempo pues, al tratarse de unos hechos reales tan suculentos y dispuestos al drama ocioso de elevado frenesí, energía y potencia y, la firma y producción de un director cuyo sólo nombre intuye el recibimiento de impacto, novedad e insinuada exquisitez en la recepción y reproducción de su obra, se espera algo con más brío, garra, emoción, aliciente y señuelo.
Pero, en esta ocasión, el querido autor de tantas y tantas piezas de arte de impresionante recuerdo para siempre llevadero en el interior secreto y privado de cada uno, se ha tomado vacaciones, ha descartado su natural talento para la provocación y el desafío y, ha optado por descansar de su habitual producción artística ofreciendo un relato dulce, suave, bonito, simpático y recatado..., pero ¿qué has hecho, Tim Burton, que no inspiras mi creación ni mi sed de escritura?, ¿qué me entretienes con tanta moderación que apenas te recuerdo ni dejas huella ostensible en mi memoria?, ¿no debo recelar de un menú tan comedido?, ¿de una fiesta tan acorde a lo previsto?, ¿debo apaciguar el memorial de agravios ante tan leve nutrición?, ¿no son lícitas las vindicaciones por tan tenue muestra presentada?, ¿no oportunas las quejas impertinentes que no descansan en una mente poco saciada?
Tu sello inconfundible, para con este trabajo, no destaca ni sobresale de la firma de cualquier otro director hábil, no se desmarca de un producto comercial de venta asumible y agrado digestivo, comformismo de lectura positiva para un pasable de nota media que no se esperaba, no es comodidad y relajamiento lo que se asocia a tu nombre, serenidad y correlación lineal sin desvíos improcedentes de picardía e interés más allá de lo grato. 
Que sí, gusta, agrada y complace con apetencia moderada pero, tanta delicadeza, sedosidad, finura y cuidado en su lectura llana para no molestar al vecino, perturbar a comedidos ni alzar la voz no sea que la expectación levante pasiones desmesuradas..., tampoco.
Demasiado light, Sr. Burton, pues si "los ojos son las ventanas del alma" los suyos han percibido con excesiva levedad e irrelevancia una historia que daba para un suculento manjar más pleno, exquisito y redundante.
Buena, sencilla, adecuada, gustosa, ágil, cómoda, de fácil degustación y aprobado medio, pero dirigida y producida por el susodicho rey de la excentricidad y ostentación que busca deslumbrar, conmocionar y que no suele dejar indiferente a la audiencia con sus imágenes, creaciones y personajes varios..., como que no, como que escasea, se queda nimio, corto, pobre y normal con demasía, a menos que haya perdido reflejos, ideas y se busque la aprobación de lo correcto, la seguridad de la sencillez.
¡Tim Burton sencillo, correcto, normal, plácido, acoplado, recatado, de tono neutro y suave...!, ¿a dónde hemos llegado?, ¿qué será lo próximo? ¿Woody Allen intentando emular su mejor Manhattan en Barcelona?..., ¡aahhh, que eso ya ha ocurrido!



viernes, 26 de diciembre de 2014

Goats

David Duchovny, de Mulder a porrero, de buscar indicios de la existencia de extraterrestres a cultivar marihuana y enseñar el culo a la mínima que puede, de hallar presuntos ovnis de los viajes de los alienígenas a viajar colocado sin necesidad de nave..., parece ser que, últimamente, siempre hace el mismo tipo de papel, repitiendo patrón y actuación escénica, aquí en concreto, de un mítico "Expediente X" a todo un esperpéntico hombre cabra de pelos y harapos, amigo de caminata mística cabrera y único referente paterno de una chaval cabal, sereno, inteligente y aún no perdido mentalmente, a pesar del circo que le rodea, que se mueve entre una madre hippie, excéntrica, neurótica que busca su hasta-el-gorro-de-ella ¡yo! de forma incesante, de cambios de humor y rumbo según sopla el viento y, un recto, maduro y sobrio padre repentino, aparecido de la nada donde escapó sin dejar rastro que quiere ejercer, tardíamente, de figura responsable eligiendo, con cordura, inteligencia y como salvavidas de tanto malabarismo, pasar su estancia interno en un colegio mayor donde respirar sin humo, crecer sin interferencias, recapacitar con tranquilidad, investigar con tiempo, conocer su persona, madurar sin chantaje y observar nítidamente a todo aquel que le rodea sin la presión de compañía alguna.
Reír no te vas a reír, de desternillarte ya puedes ir olvidándote, troncharte ni por asomo, por mucho que te lo vendan como comedia genial de humor disparatado firmada por el cine independiente USA y te planten un dúo payaso surrealista y ridículo encargado de la parte de las tonterías, burradas y ademanes para provocar carcajada y sonrisa ves cambiando de sintonía porque nada, cero, porque encontrarás a una Vera Farmiga haciendo charlotadas de contenido vacío y a su compañero botánico, mencionado en la apertura de este comentario, que lo único que hace es encender porro, cultivar hierba y volver a encender otro porro para, de ahí, pasar al otro extremo, una familia firme, estable, sensata y concisa, integrada en la sociedad y las costumbres diarias que, se supone, aportan al joven el atractivo de normalidad, estabilidad y confianza de que mañana no se habrán evaporado o volitalizado y, entre tanto peloteo familiar, tenemos su estancia como estudiante donde empieza a constituirse como el hombre adulto que quiere ser, donde empieza a marcar presencia y a hacerse notar tomando decisiones por si mismo.
Balanza juvenil que intenta encontrar un equilibrio entre sus progenitores y conformar su personalidad, el padre espontáneo que quiere cuidar de él, inalterable, constante, práctico, efectivo, ordenado y entero en el uso del juicio y la reflexión y, una madre presente que necesita ser cuidada más que su hijo, espiritual, kármica, estrambótica, alimentada de energía cósmica y en busca de la magia de la esencia de las estrellas y todo aquello que le proporciones huir de la facticidad y lo tangible, razón/alma-orden/caos-desmadre de locura/mente lógica de pasos coherentes, una muestra extrema de la realidad presente a la que se enfrentan los hijos, en su proceso de madurez y crecimiento, en una sociedad cuyo modelo parental está desecho, fracturado y es un desastre aunque, la verdad, el argumento no es gran cosa, sólo va dando tumbos de un lado a otro cual pelota de pinball creando exiguo interés por este adolescente solitario que se ve en la amargura, dificultad y galimatías de combinar dos antagónicos padres que no se pueden ver más un amigo no muy bien alienado, pero poco más.
Como relato ocurrente o comicidad palpable no llega, como drama o desventura escasea, como relato ligero, ágil y trivial que pasa tenue por la mirada y la recepción del espectador, da en el clavo. 
Ahora podría escribir la retahíla de que es válida para pasar el tiempo, guión suave y sencillo que sólo aspira a amenizar tu breve estancia de mínima atención otorgada, rato de ocio ameno sin complicaciones cognitivas ni implicación alguna y un entretenimiento superficial de levedad ideal para el rato presente y a otra cosa, que la mente muy alterada no esta ni necesita descanso después de la misma, todo ello cierto sólo que, valorando la osada e intrépida comedia que te venden como que no me vale ni lo acepto.
Siempre es el mismo clavo el que hace errar, el error de siempre donde tropezar, la inteligencia de un tráiler audaz y pícaro que vende fuegos artificiales donde sólo hay humo y ¡gracias!
Para mirar sin demasiado interés, recrearse en sus banalidades, si se puede, intentar una lectura del joven protagonista que apunta maneras que no se confirman y, ¡no hay más vuelta de hoja!



jueves, 25 de diciembre de 2014

Open up to me

"..., un alivio no tener que simular felicidad"
Nacer hombre y sentirse mujer, no estar a gusto con el cuerpo concedido, mirarse en el espejo y observar un error físico que impide hacer la vida, sufrimiento agónico de rechazar tu propia piel, tormento diario de no correspondencia entre la materia y el espíritu, ser tocado y sentir vacío, suspirar contacto que hable y despierte a tu deseada nueva anatomía, deseo cumplido de enorme soledad, dificultad de convivencia, miedo de rechazo, sorpresa de aceptación, bofetada de respuesta, abrazo de acogimiento y, un montón de sentimientos dispares, difíciles de imaginar a menos que seas la afectada, para una historia consistente y sólida, de evolución serena y loable que trata con honestidad y respeto la valentía y riesgo de "...,romper los huevos para hacer una tortilla", de "..., llamar al timbre para que se abra la puerta", de dar ese paso tembloroso, dudoso y suplicante para poder respirar sin asfixiarse o, seguir escondida y oculta tras el importante paso de convivir, por fin, con el estado corporal que la naturaleza le negó y equivocó al nacer.
Sinceridad asombrosa, franqueza arrolladora y una constante manifestación libre de sus emociones son características que definen un personaje que, por atrevimiento de la casualidad oportuna, activa su cobijado estado de pausa y desencadena sucesos fortuitos de inversión afectiva cuyo camino y desenlace ya están fuera de su alcance y del de sus inocentes involucrados.
Formato gélido y estéril, serio en su profunda calidez de fondo para una hiriente sobriedad que explosiona sin permiso ni control de nadie y que se mantiene durante todo su recorrido con armonía, sensatez, sabiduría y consideración de los hechos expuestos, dureza expositiva de temple firme y coherencia en su estable estilo para un indigesto argumento ofrecido con fluidez exquisita, ligereza de visión y ausencia de emoción dañina para el alma, una respiración pausada de atento ritmo logrado, mirada serena, audaz y valerosa de quien no puede seguir oculta y necesita hacerse hueco a su alrededor y..., tampoco hacen falta innecesarias palabras de relleno cuando, el delicado y sutil trabajo de Simo Halinen habla por si sólo, interpretaciones sentidas que penetran en tu fuero interno y cautivan tu atención, expectantes al sufrimiento anímico expuesto sin contemplación ni pudor ni abuso del espectáculo y, dentro de un estallido emocional controlado que sigue la pauta prevista con esmero, sin pesadez ni ruina por no desmarcarse de lo supuesto.
Leela Klemola colma la pantalla con este dramático relato de sencillez evolutiva, naturalidad perceptiva y una ardiente rigidez situacional de honradez suculenta que hace cómoda y accesible la incomodidad de habituarse a ella, desprenderse de los restos de él y hallar nuevo acomodo entre quienes conocían al hombre y ahora se enfrentan a la mujer.
Un dulce muy apetitoso, manjar exquisito e irresistible para alguien que no ha comido ni probado bocado desde su osada elección de encontrarse y dejar de mentirse, que despierta la ansiedad de querer, la necesidad de sentir, la tentación de la pasión y el cuidado y prevención de no sufrir más de lo sufrido ni herir más de lo nunca pretendido, motor de arranque de una bola que, ante la motivada inercia adquirida, adquiere velocidad sin retroceso con disposición a derribar muros, saltar baches y aceptar las consecuencias venideras de una acción espontánea, sin peligro, audacia ni pretensión de escarlar, atropellar, revindicar ni ofender que se convierte en viento que mueve gigante molino estático que ya no puede, ni desea, volver a parar.
"¿Qué sabes de hombres y mujeres que anhelan ser tocados?" Nada, pues "el amor es ciego a un bigote" y "papá, el maquillaje está corrido", combina ambas y obtendrás un relato sencillo, austero y eficaz de absorción amena, alta exigencia y vista relajada que no se complica la existencia con rodeos y arducias para lanzar su buenaventurada misiva, un codiciado "ábrete a mí" que complace-hiela-gusta-paraliza-sobrecoge, un descubrir y aceptar quien uno es, amarse para poder ser amado y lograr la querida paz de uno consigo mismo, el "..., alivio de no simular felicidad" no sentida ni fingir por ella, tan fácil y claro como difícil y costoso pues, aunque "no todo es sol", éste sale todos los días.
Buena, sin más.



miércoles, 24 de diciembre de 2014

Under the skin

"...te he visto por dentro y no brillas así" parece que cante Malú a esta diva historia.
¿Qué haces con 108 minutos de aburrimiento, desasosiego, movimientos repetitivos y monótonos que se mueven en constante pésimo círculo que no te dicen nada aparte de anular toda la atracción sublime y espectacular de esos interesantes y deslumbrantes 20 minutos de comienzo? ¿Debo sentirme complacida porque lo intenta compensar con un cierre que se acerca a la maravilla de inicio pero que, llegados a ese punto de asfixia penetrante en todos tus sentidos y agotamiento mental por no compartir información ni conocimiento sobre el personaje protagonista, ya no motiva ni atrae ni provoca reacción alguna más que un esperado cierre para descansar de tanta inutilidad perceptiva? ¿Se puede vivir sólo de belleza estética y maravilla visual sin contenido cognitivo que lo complemente, sin combustible que lo recargue para que no se estanque en una pesadez rutinaria que ni convence ni sugestiona ni provoca sensaciones más allá de perder a sus adeptos esperanzados, cuya esperanza ya aniquilada sin compasión, remedio o solución de mejora nunca será redimida?
Porque, durante la sesión interminable de conducción en furgoneta e interrogatorio direccional para elegir a la víctima-candidato del menú reservado para estómagos de otro mundo, he echado de menos a una "Species" que con más cuerpo material y un estilo más mundano, básico y terrenal, no tan altivo ni trascendental, ofrecía más acción, chicha, adrenalina y emoción que todo este torpedo filosófico de miras visionarias que se mira el ombligo continuamente pero, sólo ella lo encuentra, porque al resto ¡ni nos va ni nos viene!
¿Cómo cargarse una buena idea subversiva, de potente pronóstico, nacimiento explosivo y previsora seguida hechizadora cuya originalidad se desvanece por abusar del misterio de no compartir, por encerrarse en sí misma y matar toda perspectiva interesante, por exceder los límites de esa curiosidad espontánea surgida inicialmente por saber y profundizar más en ello que no son satisfechas, por no saber manejar ni sacarle beneficio a su propia creación?
Un alien que utiliza la piel humana para encubrir su identidad y que va buscando presa inocente con la que aumentar sus reservas de alimento y nutrición para su especie, argumento nada novedoso ni original por otra parte, que intenta desmarcarse con una presentación portentosa, plasmación sutil-elegante-deliciosa que no tiene más y, la verdad, uno se cansa de observar la belleza física si no hay inteligencia de fondo que la complemente, mejore o perfeccione, un ver desfilar a la guapa Scarlett Johansson sin nada que decir, sin guión decente que la sustente, sólo enseñando pechuga y teta, como que no, como que necesita algo más, como que si eliges a otra actriz como protagonista esta historia se pierde entre su propia nubada y tanto halago gratuito desaparece cual fantasma incompetente que se mueve sonámbulo y torpe hacia destino pasado por absurda insistencia de seguir con su paupérrimo caminar de andadura lerda, lenta, opaca e inconclusa.
¡Hasta Kim Basinger tenía más gracia, simpatía e ímpetu haciendo de extraterrestre!, ¡mira cómo están las cosas!
¡Menos caviar y más huevo y patatas fritas en el plato!, que ¡del aire místico y del vacío existencial uno no se alimenta como es debido!
Adorable confusión de apertura reforzada con imágenes exquisitas de gran impacto y asombro para el sentido de la vista, escena magistral de mirada inquietante, perturbadora y atractiva q te mantienen expectante a su evolución, sólo que ésta, al contrario que un buen videoclip en el que Jonathan Glazer es experto genio, no es rematado con calidad argumental, argucia expectativa o refuerzo adicional que altere la pesadumbre de ver sin salsa, alumbre o pasión que te incite a más.
Escocia resulta fría, gélida y distante y el intuido intento de escape hacia una previsible transformación humana de sentimientos y afecto se queda neutralizada ante un moribundo cuerpo que vive de la genialidad creativa de su principio y final pero..., ¿de qué me sirve un bocadillo cuyo primer y útlimo bocado es suculento pero todo su interior es desaborido, neutro y ciego?
Lo dicho, déjate de tanto estilismo, altivez y grandilocuencia anímica y da más material y sustento con el que entretenerse pues, la sencillez, en ocasiones, es un valor al alza, acá no visto ni de lejos por un presuntuoso director que tuvo una idea de embalaje artístico soberbio pero se olvidó de rellenarla con algo más que un bonito traje de hermosa presencia que no sabe comunicar ni dialogar ni tender un puente con el espectador para invitar a una aventura de teoría apetecible pero práctica cansina, apetencia descafeinada de obvias carencias y donde encarar la pantalla con mira para los ojos, olvidándose del resto de los sentidos, es jugársela a una carta rancia que tiene las de perder pues deja coja y con hambre a la concurrida audiencia meditando la insistente pregunta..., ¿el libro será tan soporífero?



martes, 23 de diciembre de 2014

Praia do futuro

"Todo el mundo es feliz en Brasil" excepto un nativo que tomó rumbo a la gélida capital germana como destino inconcluso más defintivo de lo que el mismo, en principio, pretendía.
¿Se echa de menos la palabra cuando la imagen lo dice todo? ¿Se echa en falta la explicación cuando los hechos marcan la pauta? ¿El silencio no es voz firme no pronunciada donde el que calla otorga? ¿Desaparecer no es mensaje claro de infelicidad huída y elegir no es síntoma certero de aposento hallado?
Tres partes, una primera "El abrazo del ahogado" de descubrimiento y encuentro con el miedo y la pasión, la losa paralizante de aflicción de una vida perdida y la esplendorosa belleza de una vida por descubrir, amar y devorar en todo su esplendor corporal y sentimental; una segunda "Un héroe partido en dos" de afianzamiento y elección del lugar donde desarrollar la vida escogida, respirar sin la agobiante asfixia de desfallecer a cada segundo, libertad de ser quien uno escoge donde uno escoge sin pena, remordimientos ni mirada esquiva a lo dejado atrás; una última "Un fantasma que habla alemán", recogida de lo sembrado, miseria y alegría, desdén y abrazo, un compendio de sentimientos reprimidos, amargos de culpa, tristeza y felicidad al unísono, todo ello contado desde tantos lapsus temporales 
como espacios abiertos oferta, donde se vive de la intensidad de una fotografía a la que no otorga contenido informacional, que pretende nutrir con mirada penetrantes que comunican sin necesidad de locución, vacíos y silencios que pueden suponer la decepción y desconexión de su hilo argumental o alimento tentativo de no necesitar saber, de no demandar un por qué, no estar expectante de una explicación que no añade hermosura a unos pasos que expresan y comunican por si solos, tres etapas de una vida escogida cuya playa del futuro se encuentra en la fría Alemania y, donde la cálida Brasil sólo es un agobiante recuerdo de dolor y escozor, cuenta pendiente que aparece en forma de fantasma familiar de un pasado arrinconado en un presente estable de futuro apetecible.
Su profundidad es la lectura de su intensa estética que cuenta lo que quiere, que deja abierta la puerta a la intuición personal y que ambiciona un relleno subjetivo y cognoscitivo particular a demanda de cada cual o, simplemente, contemplar la inmensidad de tres momentos diversos y conectados en una existencia con sus pausas, andares y emociones que se intuyen a pesar de su pobre contenido expresado, poético cuadro de fotogramas exquisitos y ralentizados para deleitarse con la vista y aplacar la necesidad de rellenar el pensamiento con datos o la razón con retórica innecesaria, en este caso.
Karim Aïnouz presenta tres actos teatrales cuyo título es introducción aclaratoria y premonitoria de lo narrado con sutiles, penetrantes y potentes interpretaciones de gran peso visual, vivencia sentida y delicada captación sensorial con un protagonista que libera su opresión eligiendo y aceptando, dejando y partiendo, encontrando su persona a pesar del mal y pesar que sus huellas dejen por el camino.
Es fácil enamorarse de él, interesante curiosear cada vez que se levanta el telón para saber dónde se halla y en que situación sentimental permanece, perdonarle su carencia de habla que suple con su agudo y potente don presencial, dejarse llevar por su atractivo inocente comienzo, seductora consciente continuación y severo estallido final de pena y gloria.
Sintonizar con estrofas breves de una canción que no se necesita oír entera para su enorme complacencia, postales como mísivas que aleccionan e informan escuetamente, lo cual, demanda mayor concentración de tu parte y atención más esmerada aunque, puede que te aburra y pierda su ausencia de vocablos y que la belleza de su grabada ilustración no sea suficiente para su disfrute pleno; que quedes inconexo no es queja a culpar a un director que oferta pinceladas separadas en temporal espacio pero que nunca pretendió pintar la pared entera, esa era tarea hermenéutica del espectador de apetecible voluntad individual.
"El mundo no se detiene porque tú desaparezcas" y la pintura sigue siendo hermosa y brillante aunque sólo se perciban retales escénicos de su belleza y glamour.



lunes, 22 de diciembre de 2014

Mr. Turner

¿Por qué es importante Mr. Turner?, quiero decir, un gran artista, reconocido pintor, bla, bla, bla pero ¿por qué vale la pena ver este Mr. Turner?, ¿qué tiene de interesante la parte de su vida que se muestra?, mucha bella fotografía, excelente puesta en escena, brillante interpretación, magistral combinación de la luz, los colores y la ambientación pero, sigo repitiendo mi aún no resuelta duda ¿qué tiene de atractivo el personaje que se nos presenta?, porque ¡ni siquiera tiene la audacia o picardía de despertar tu curiosidad y acudir por tu cuenta a descubrir la relevancia de este genio creador que aquí apenas se capta!
No niego el embrujo de los paisajes, el talento de las imágenes, la maravilla de pictogramas etc. etc. etc., pero ¿suficiente para atraer y mantener mi atención durante 149 minutos?, ¿no es necesario transmitir más del personaje, hacerlo seductor al conocimiento del vidente, exponer la grandeza de ese espíritu que le llevaba a plasmar los delicados sentimientos que no compartía en voz pero, si reflejaba con destreza artística en sus pinturas?
Es de suponer su peso en la sociedad de la época, su influyente grupo de amistades y colegas entre los que se movía, su innovadora borrachera inventiva y necesidad de inspiración continua, en otras ocasiones, también motivo de burla y parodia de su obra y modos pero, continuo cuestionada por el mismo inquietante y agotador interrogante ¿qué tienes de especial Mr. Turner para que tu vida sea motivo de cautivación, respeto e inversión del importante tiempo, insustituible, de una persona?
Técnicamente una maravilla, espléndida visión que hechiza la mirada con su serena percepción suave, intimista y abrumadora aunque ¿ya está?
"Estar sólo y la soledad no son lo mismo" pero, ¿qué hacemos con la soledad del observador que no encuentra la magnificencia de este incomparable autor y que es un incomprensible y una perpetua condena de estar sólo ante la recepción de una largometraje que no inspira a saborear su conocimiento, que carece de puente subjetivo que permita el tránsito a la vida de este hombre, que no encierra llama, chispa o fuego que encienda la hoguera que deslumbre al genio que motivó a Mike Leigh a reflejar su existencia en extraordinaria pantalla para la eternidad?, aunque, puede llevar toda una eternidad hallar respuesta coherente a la agitadora mosca cojonera que repite incesante en tu cabeza, hueca de todo interés por la grandeza que admiran tus ojos, ¿qué tienes de único, de valioso, de loable Mr. Turner que sobresalga del resto de artistas de la historia para merecer el capricho de capturar tu esencia para ser admirada en la posteridad?
Sin duda, este es un proyecto personal a la salud de su orquestado director mencionado y que merece todo reconocimiento a la sublime estética, delicadeza de las formas, perfección gloriosa de las maneras de una marcada época y sutileza y orgullo de la composición del acervo conformado y, por encima de todo, impresionante interpretación de un soberbio Timothy Spall que luce sus mejores artes y habilidades pero, la vida que transmite tan bello lienzo, cuidado hasta el último detalle, resulta vacía, poco apetecible, nada estimulante porque sí, vidas aburridas tienen derecho a ser plasmadas en fotogramas y navegar para siempre por los confines de la historia pero, ¡tampoco busques mi bendición!
Al final de cuentas, cuando se trata de cine biográfico, cuasi documental informativo de una existencia vivida, o ésta te llena, encandila y fascina completamente o, pasa por encima como viento superfluo que apenas incordia, conmueve o hechiza a sentirlo, palparlo y dejarse llevar por él cual majestuosa paloma irresistible ante el paso de ese magistral conjuro que te sostiene en el aire para nunca más dejarte caer.
Aún con todo, a partir de la hora y pico, empieza a picar una modesta curiosidad que es escasamente despertada de su somnolencia e indiferencia previa, ¿suficiente?, no me convence pues, incluso con paciencia y espera, es mucho margen y ruego para lo obtenido tras ella.
Sensación triste y amarga de confianza frustrada al intuir y sospechar la gran obra pensada por el pintor de este cuadro pero, no apreciar su resultado final ni el detallado conjunto acontecido.
"El sol es dorado" y falleció el titular protagonista de la historia; la verdad, no noté diferencia con respecto lo anterior.








domingo, 21 de diciembre de 2014

Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?

Yo no se si el subconsciente te juega malas pasadas, si se ríe de ti o es que, simplemente, por predisposición a toda la información recibida de antemano, ya acudes condicionada a un nivel alto de demanda y exigencia que la presente candidata no logra alcanzar porque, en caso contrario, ¡no me lo explico!
Antecedentes..., comedia francesa que lleva más de 20 semanas en cartel, con más de 12 millones de espectadores y la mayor recaudación en taquilla desde el éxito de "Intocable" en el 2011, prototipo de disparate muy similar y compañera de aventura iróncia, ácida y graciosa a "Ocho apellidos vascos" en cuanto a ataque, burla y mordacidad de todos los tópicos y chiclés, en este ocasión, sobre extranjeros.
La comparación con la suculenta paradia española, de la que está claro bebe y toma ideas, donde te reías a carcajadas espontáneas y con placentera naturalidad y, donde las interpretaciones, incluían un remate artístico a la guasa del guión..., mejor dejarlo porque ¡les damos una paliza como la que siempre han logrado los españoles en su querido y respetado Roland Garros!; respecto a su patriótica y exquisita "Intocables", en cuanto a taquilla y recaudación, no implica igualdad -que no la tiene ni por asomo- en cuanto a calidad, perfección y sabiduría argumental, están tan lejos una de la otra como la maestría de la casualidad, sólo es curiosidad por descubrir si lo vendido por la prensa, publicidad y adyacentes era ciero -ya te adelanto que la magnificencia pretendida es vacía-, por tanto, ¿qué nos deja la catalogada a los alteres por la mayoría de expertos e ilustres?, una comedia ligera, fluida y sencilla cuya diversión funciona mejor en teoría, en palabra escrita que en su realidad práctica y voz pronunciada, con interpretaciones correctas de salir al paso, en algunas ocasiones exageradas, y unas muy buenas intenciones que apenas exceden de la afable voluntad con secuelas, un tanto forzadas, para lograr un aumento de la temperatura que apenas consigue levemente pues, su acidez, extravagancia y pretendida maldad en forma de comicidad es correcta y comedida, bonita y con apetencia de agradar sin alterar en demasía.
Te ríes de forma discreta, esporádicamente provoca carcajadas tenues, la sonrisa, es verdad, es constante durante su visión pero, más bien gracias a la complacencia acomodada de ser una historia cordial, amena y simpática que alegra por sus amables deseos y propósitos que por sus pretendidos logros efectivos, dulce-confortable-tibiamente chistosa no penetra con ferocidad en el daño esperado, se mantiene en una regular y apacible posición que no supera lo políticamente correcto, su modestia y beatitud inofensiva la llevan a preferir la dulzura, amabilidad y la superficial ofensa que no ofende a nadie, levedad que no alcanza los alteras del humor ni la gracia vendida, su sarcasmo es de conversar con niños y gente pudiente y las altivas cuotas de juerga, bromas dispares y jolgorio por doquier es venta engañosa de un inteligente tráiler que muestra lo único genial de ella con un sabio montaje para insinuar una duración de la diversión inexistente, al menos, en tan largo periodo.
Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho..., al prometer, con astucia y pericia, las estrellas cuando apenas logra levantar un palmo del suelo?
Válida como recreo breve de esparcimiento limitado, entretenimiento modesto que alcanza un nivel medio de efecto standard y, serán más tus ganas de reírte y pasar un buen rato que la calidad de lo presentado por la película porque..., si me han prometido diversión y he ido dispuesta a reír..., ¡por Dios que hasta una mueca bobalicona del tonto de turno me servirá de excusa para conformar mis labios en aptitud ascendente, incitar mis pómulos hacia las mejillas y exhalar una onomatopeya sonora a la mínima que pueda!
Por Dios, ¿pero qué me han hecho..., para llegar al punto de pasarlo bien, sí o sí, y buscar risa, frenesí y fiesta hasta debajo de las piedras?
Cuando el chiste es genial en su unidad gramática pero de poca chicha provocativa en su reacción verbal..., andamos cortos de originalidad, de efectividad y potencia cómica y humorística, a menos que la fuerces y entonces, ya no es mérito de Philipphe de Chauveron sino de tu ansiedad y ganas porque te guste lo degustado.
Adecuado nivel de aprobado, de pasatiempo mesurado y distracción acorde, sirve para relax breve de la rutina que nos envuelve, ir más allá es concederle estrellas o una etiqueta negra que no se gana ni merece; sin galardones gratuitos, ¡se il vous plaît!


sábado, 20 de diciembre de 2014

Hombres, mujeres y niños


Anne Igartiburu presenta en su sección del corazón light de invierno, suave, comedido, dulce, para nada irónico ni ofensivo, dejando fuera toda agria sagacidad, atrevida insolencia o desparpajo osado, la versión encantadora y acomodada de una actual "American beauty" que utiliza las redes y medios de comunicación actual, ya sabes, internet, whatsapp, facebook, twitter..., para reflejar la misma descomposición anímica, pérdida orientativa y desganada motivación que envuelve a hombres, mujeres y niños -bueno, ¡no tan niños!-, padres que pierden el rumbo, hijos que encuentran el suyo equivocado, equivocación de relación paterno-filial, confianza extraviada, seguridad huida, control escénico ante dudas personales, miedos agónicos, refugio en brazos extraños que no eliminan las carencias internas, estragos físicos que no desvanecen ausencia de estima propia, estima de elegir y abandonar, abandonar para hallar y ser encontrado, desavenencias de rectitud moral olvidadas temporalmente, tiempo para recomponer lo descompuesto, desecho y destrozo principio inevitable de nuevo forzoso comienzo..., toda una serie de tópicas situaciones chequeadas mil veces en 
relatos diversos, de estructura y formato cercano y familiar y una evolución conocida de antemano, sin gran riesgo a error, que no por ello estropean una visión indulgente, serena y fructífera que agrada con simpleza y se saborea con el placer y confort de anticipar los sobresaltos, torearlos con nimiedad y degustarlos con armonía, inteligencia y percepción de reconocer por dónde saldrán y dónde irán a parar, disfrutar con gracia acotada y sin gran peligro de una historia de familias descompuestas, con relaciones mal conformadas, de ausencia emocional y afectiva principalmente que intentan mantenerse unidas mientras hacen su vida y ésta decide, al margen de ellas, por donde transcurrirán sus pasos siguientes.
No me gusta valorar una película por trabajos anteriores del director, de nada sirve la genialidad pasada o torpeza fáctica realizada previamente pues, en cada filme de presente actual se tiene la oportunidad de mostrar, de cero, ese talento ya visto o aún no descubierto, acá, Jason Reitman, se relaja y protege con relatos breves, tibios, superfluos y sencillos de unidad familiar y existencia adolescente en el siglo de las telecomunicaciones que mantienen redes interconectadas por doquier en todo momento y de tan necesaria vitalidad, según las encuestas, como el respirar.
Actuaciones correctas y modestas, arreglo a la pretensión del filme en su conjunto, una banda sonora más apreciable y sentida y un guión que avanza con tranquilidad, sosiego y pausa, por camino seguro, sin romper la línea recta y evitando giros bruscos que dañen el destino apaciguado de idealizada vivencia sermoneadora en una tierra-hogar a la que cuidar y con la que apañarnos que, en la voz de Emma Thompson, es eco bello de profesora sabia que indica lo injusto condenable y lo justo a recompensar, sed buenos porque las malas acciones se pagan y los malos siempre van a la cárcel y tú, por supuesto, quieres ir al cielo aunque, si lo piensas bien, éste debe ser un muermo pues la gente divertida para pasarlo bien debe estar toda recluida en la fiesta de infierno que se cuece por abajo, ¿no?
Basada en una novela de Chad Kultgen, puedes verla como lectura de advertencia sobre los peligros del mundo virtual y las redes sociales con las que convivimos diariamente y donde volcamos todas nuestras inocentes emociones, soñadas esperanzas y deseos de gloria sin protección ni mira preventiva o, puedes, sencillamente, relajarte y acompañar, sin complicaciones cognitivas de postre a la cena servida, a cinco chavales de instituto cuyos padres nada saben de su tierna esencia y espíritu emprendedor, aceptar con moderación gustosa su previsible acontecer e idealizado final casa-de-la-pradera, donde todos encuentran esa mano amiga de ánimo y confianza en un devenir mejor y, cerrar, sin mayores problemas, su recuerdo nada imperecedero pues, los finales destartalados, caóticos y desmontados de locura frenética y estropicio de un nunca buscado happy ending son más propios de Almodovar, Bigas Luna, Julio Medem..., que de la moral norteamericana.
"Hombres, mujeres..." y viceversa, e hijos en la reserva sin duda, relaciones multidireccionales que se cruzan, colisionan, entorpecen, retroceden, fusionan, progresan, alimentan y evolucionan y que conforman nuestro mundo de amor, sentimientos y vida.