lunes, 1 de diciembre de 2014

Good vibrations

La música y el deporte siempre han sido utilizados de bálsamo para calmar a las fieras, de lugar de unión neutral y pacífica para las masas donde tienen cabida todo tipo de ideología política, opción religiosa, preferencia económica, variedad étnica..., espacio común de encuentro de todo aquel que olvidara sus preferencias personales, odios y venganzas y se dejara llevar por la sintonía, la magia, la gratitud, el confort y el relax que proporcionan ambas actividades.
¿Y quiénes son siempre los recordados? Los primeros, los que tienen éxito y triunfan y, los últimos, los que a pesar del esfuerzo, la constancia y fuerza de voluntad se dan de bruces contra su sueño, una y otra vez, el cual mantienen intacto a pesar de no conseguir ningún logro propio.
En el caso del deporte, es por todos recordado, en los Juegos Olímpicos de Sidney del 2000, aquel nadador africano que apenas sabía nadar -Éric Moussambani- y que entró el último, casi ahogándose, con un tiempo de casi dos minutos, más del doble respecto a sus compañeros, por poner un ejemplo de los muchos.
Good vibrations narra, con el nombre del local de referencia, la ilusión, perseverancia, inquietud, locura, creencia sin freno ni stop en sus posibilidades de quien, fascinado por la música, se enamoró del punk y se atrevió a abrir, en la Belfast del 70, en plena ebullición del conflicto católico-protestante, una tienda de discos y se lanzó a producir grupos locales con un entusiasmo, fervor, apetencia y delirio inagotables que le costaron su matrimonio, el olvido de su hijo, la ruina económica, el fracaso musical continuo..., y todo lo que se pueda imaginar en este perdedor victorioso que, nunca abandonó sus creencias ni deseos y se mantuvo al pie del cañón a pesar de ser bombardeado, una y otra vez, por una despiadada y, cebada extremadamente con él, existencia dificultosa.
Magnífica recreación vigorosa, psicodélica, caótica, rebelde, loca de una historia verídica que se desarrolló en una zona arduo complicada y sensible a la agrupación de gente de diferentes pensamientos e ideas, espléndida interpretación de Richard Dormer en su plasmación del carácter y personalidad peculiar y únicos de este Simbad rítmico, de nombre Terry Hooley, en su lucha contra el incesante y bárbaro mar y su angosta, personal y enorme ballena.
Lisa Barros D'Sa, Glenn Leyburn plasman con gran vivacidad, decoro y arte un espíritu carismático de gran pasión e hipnosis para los fans amantes de este género musical, los demás observarán la gran destreza, acierto y talento de todos los participantes implicados en dicha producción, otra cosa será que te atraiga o motive el escenario, su orquesta y una narración que pueden resultarte distante y ausente, atronadora y poco estimulante o nada sugestiva.
Que sí, una historia loable y heroica de no desfallecer y vivir conforme tus sueños, empeño y bravura de aplauso y reconocimiento admitidos, encanto de descubrir a este Supermán anónimo a quien ni la kriptonita pudo con él pero, a menos que consigas envolverte de su aroma frenético, de su fanatismo esquizofrénico, de su velocidad mareante, vivirás la anécdota de su descubrimiento como información interesante, documento biográfico válido de conocer pero que causa poco énfasis y atención en tu persona.
Genial, ideal, recomendable para apasionados de la historia musical, de sus narraciones individuales con toque singular, de fotografía y ambientación impresionante, con un líder nietzscheano de alegría y desenfreno sin límites.
El resto, admitirá y apreciará todo lo mencionado desde la desgana e inapentencia involuntaria de no sentir un gran ardor e interés por esta historia esquiva y estridente, de apetencia dudosa y, alterna por momentos, que no capta ni hace posible una percepción interesante y atractiva continuada en el tiempo y donde, la motivación, simplemente cede; aceptable como curiosidad pero..., poco más
O te absorbe, atrapa y..., ¡maravilloso! es soberbia la experiencia o..., ¿cuál es la sensación cuando acudes a un concierto, por un amigo, de local fantástico y representación escénica desbordante pero, la música no es de tu estilo, no conoces al grupo que canta y las canciones te saben a vacío, a ni fu ni fa? ¡Pues eso!



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