martes, 30 de septiembre de 2014

Infiltrados en la universidad

Repite la misma fórmula, el mismo proceder pero con más adorno gamberro y alborotador, más diversión y tonterías a lo grande, la misma táctica del instituto pero llevada un escalón por encima, la magnificada universidad, para delicia y placer de sus esperados fans; la química entre los protagonistas sigue funcionando, incluso se superan en afinidad y apoyo interpretativo, colegas de simpatía, humor, bromas y camaradería, inteligencia de conocer sus posibilidades y no ir más allá; y, tiene la sabiduría de cortar la posibilidad de más reediciones con una última burla a si mismo, con la sabia ocurrencia de no abusar de sus cualidades y llevar lo que ha sido un acierto de dos películas de complemento y acepción válida a un nivel de suspenso y error por abuso y obvia repetición de falto de ideas.
Esta segunda parte no es original, no ofrece nada nuevo, no esperado ni visto en la anterior pero tampoco lo prometía pues el propio título lo expresa -simplemente cambia el número de ubicación y el escenario de la investigación-, vas a ver las mismas sandeces y disparates, gags, movimientos burlones y bufonadas explotadas con desmesura, con gracia por momentos y entretenimiento obvio para el público adecuado y solicito de ella, puro espectáculo americano a bombo y platillo creado a conciencia para fieles y devotos seguidores que, puede servir ocasionalmente y como excepción, para quien no lo sea, como distracción temporal de esparcimiento estéril y gratuito y relleno memo de ese momento bobo de un día perdido.
Se limita a ser buena en la tarea encomendada, más de lo mismo pero suavemente mejorado, argumento vacío que vive de superficialidad, ñoñería y supuesta risa facilona, vaciladas continuas de diversión y muecas de jolgorio corto y entusiasmo escaso, necedad y simpleza de actos sabidos de sobra, adivinación a la carta y expresiones atronadoras para oídos abruptos de tono elevado y contenido nulo para ambientar la fiesta y el despropósito de desmadre.
La verdad, el comentario no tiene más, ni se complica ni se enreda ni va a ser negativo respecto la misma; no engaña a nadie, sabes lo que vas a ver y lo ofrece con la misma condición y carácter que su predecesora, que te valga es otra cosa.
Si te gusto la anterior..., te gustará ésta, si te distraen estas historias..., ésta lo hará, si buscas algo banal, ligero, temporal y de temática simple, sin complicaciones y floja ejecución, ¡enhorabuena!, has acertado; si no, la pregunta es ¿qué haces viendo esta película y por qué después la destrozas cuando el error de cálculo y la pifia de elección ha sido tuya?
Si quedas preso en tu propia cárcel por equivocación selectiva no culpes al tonto guión, al inútil guionista, al torpe director, a los bobos personajes..., ¡mírate a ti mismo!
Es honesto quien se esfuerza en ser bueno en lo suyo, estúpido quien espera algo más de quien no puede darlo ni lo prometía pues, es sincero al observar su límite y acotado alcance del cual no necesita salirse para alegrar y contentar al gremio consumidor de estos filmes.
Posdata: igual que mantiene e, incluso, supera la oferta de voluntad y afán de diversión respecto la primera, dentro de su género -no nos pasemos-, respecto al cameo nada que ver..., el de 21 Jump Street fue genial, fantástico, sorprendente e ¡increible!, éste da ¡un poco de pena!



lunes, 29 de septiembre de 2014

La danza de la realidad

¡Es Jodorowsky! 
Nada es dejado a la casualidad, todo tiene su razón de ser, su por qué, su lugar correcto, cada detalle, cada gesto, cada buscado personaje, cada específico color, cada frase intencionada que esconde una ironía escabrosa, cada punzante diálogo que emite una verdad atroz, cada palabra aislada de contenido voraz, cada sujeto de predicado mortal, misiles explosivos de sensibilidad locutoria y emoción corporal, surrealismo llevado al máximo de su expresión, cumbre de la más fructífera extravagancia, un espectacular circo de danza, magia, color, diversión y tristeza, metáforas y símiles a bombo y platillo para exhibir la dureza de sentimientos encontrados o nunca despertados, la crudeza de la veraz hipocresía sinonimia de vergüenza y amargura en su más indecorosa salsa, la reina de las emociones ambivalentes que se deslizan por el tobogán de la vida, divergente muestrario de una inmensa y rica variedad de sabiduría, talento y maestría en su exposición, inteligente lectura que intenta captar toda la sutileza exhibidas pero que se vuelve loca y torpe ante el jolgorio masivo y el festival veloz de información que es vertida ante sus caóticos oídos que no pueden ser saboreados a ritmo tan incesante, ante unos ojos hipnóticos y cautivos conscientes de la pérdida de lo no captado y la sabiduría de lo absorbido, una emocionante, fugaz, efervescente fábula de meticulosa perfección, de bufonada continúa y veracidad peligrosa, un continuo despropósito de absurdas escenas y estrafalarios fotogramas que encierran la magnífica e imponente caja de Pandora, una profunda elocuencia y una esmerada lingüística, escenografía, fotografía, guión para una hermosa locura de argumento de fantasía, imaginación, amplitud y generosidad pocas veces realizado.
No es fácil de entender, no a todos enamora, no a cualquiera fascina su ingenio y peculiar talento, su rodaje precisa devoción, atención y mirada constante, sin evasivas ni tiempo muerto en el cual perder su estiloso rumbo y maravilloso proceder, un espléndido encantamiento de unos pocos fanáticos, seguidores incondicionales que disfrutarán del exquisito placer y delicioso sabor de un menú compuesto de alternativas inimaginables y alternancias inconcebibles, platos para todos los gustos y paladares -amargo/dulce,/salado/especiado/picante/desaborido...-, la variedad en uno, la inmensidad del todo dentro de la más absoluta nada, la incomprensible unidad que lo abarca todo pero sólo alcanza la nulidad, una estrambótica y bella ópera realizada con magistral arte para la magnificencia y elegancia del Séptimo Arte.
Incluso para aquellos que no guste ni la soporten no podrán evitar reconocer su diferencia respecto lo cotidiano, su margen al límite de lo común, su hábitat en una estratosfera teatral al alcance de un pequeño grupo exclusivo donde su drama-tragicomedia sobre la existencia es diferente y única, original y pocas veces hallada, un singular proyecto que a nadie dejará indiferente, ni a fervientes leales ni a radicales detractores, abrazo o rechazo supremo, no hay término medio que acerque ambas posturas ni permita la cordialidad, tan radical/letal/subversivo/provocador/característico como sólo él puede ser.
"...sentir el despegue del pasado, aterrizar en un cuerpo de adulto, soportar el peso de los dolorosos años, conservar al niño..., como un canario blanco..., ventanas y puertas abiertas por donde atraviesa el viento, sólo el viento..."
¡Es Jodorowsky!



domingo, 28 de septiembre de 2014

Amor de mis amores

Manolo Caro, director teatral, admirador de Almodóvar, con el antecedente de "No se si cortarme las venas o dejármelas largas" y, en el futuro "Elvira te daría mi vida pero la estoy usando" presenta en el presente ¡Amor de mis amores!, dos bodorrios anulados ante el amor inesperado pero verdadero encontrado a dos días del fabuloso acontecimiento y algunos retazos complementarios de adorno decorativo.
¡¡Para!!, no te emociones mucho porque tenemos diálogos de pura chingada patética, destartaladas frases de incoherente seguida a cual sentencia más absurda que la anterior, protagonistas de pega sin contenido ni alma perfectos para la bufonada de escenas presentadas, personajes dispares de extremos en exceso forzados, dramatismo contundente después de hilarantes risas que sólo ellos entienden, referencias almodovarianas de ofensiva copia que no da para iniciar la pega, niñería infantil adornada con adolescencia de relleno en adultos que no sobreviven a un casting decente y, mucho, mucho movimiento excéntrico de ruido atronador y visión colorista para un argumento que no ofrece un mínimo de las intenciones iniciales del mexicano director.
Ya que ha manifestado su adoración por nuestro internacional manchego que repase toda su filmografía, desde su inicio por favor, y que la próxima vez que intente acercarse "al borde de un ataque de nervios" o cualquiera de sus ingeniosas hermanas, lo haga con más esmero, acierto y gracia, trabajo, condimento y sabiduría y que no se conforme con una telenovela de serie b que no da ni para cine de DVD, ni de sobremesa ni-na-de-na por mucho que utilice a Rossy de Palma de cameo referencial o a Carlos Bardem y su sonado apellido para darle estilo y gloria.
No vas a reír, no vas a entusiasmarte, no vas a llorar, apenas vas a entretenerte simplemente la dejarás rodar por pena de no acabar lo empezado y la olvidarás antes de poder leer en la pantalla The End.
¡Ay si Cenicienta descubriera en qué han transformado su hermoso cuento!
Si el Príncipe fuera listo dejaría el reino, su búsqueda de la misteriosa dama y se iría a tomarse una cerveza o de fin de semana a Ibiza.
Lo pasaría mejor que tú viendo este bodrio pintoresco de intento de película.
¡Amor de mis amores! Qué te está pasando para que fustigues y trates tan mal a tu casi perdida audiencia! 



Un viaje de 10 metros

No interesa ni Helen Mirren, ni el joven protagonista, ni los secundarios de pega, ni la vacía relación amorosa, ni la cocina francesa, ni la comida india, ni el atractivo de las especies, ni el colorido de los ingredientes, ni el guión contemplativo, ni la elaboración de los platos, ni las suculentas estrellas Michelín, ni la producción de Steven Spierlberg ni Oprah Winfrey, ni la insulsa dirección de Lasse Hallström, ni su escaso magnetismo, ni su pesada lentitud, ni su ausencia de adrenalina, ni su falta de ritmo, ni la evidente carencia de emoción, ni la pérdida de sintonía, ni el poco entusiasmo de su visión, ni la parsimonia de su andar, ni la afable historia, ni el soso transcurrir, ni el dulce terminar.
La exquisitez de "El perfume", la delicadeza de "Chocolat" llevada con mucha torpeza, poco acierto y nada de gracia al mundo de las sartenes, los cuchillos y los excelentes paladares para estropear lo que debería haber sido un placer para el gusto, un deleite de sabores, una seducción para la vista y una maravilla para el olfato, la combinación y atrape de todos tus sentidos con arte, sabiduría y fantástica sensación pero, a cambio encuentras un nulo estimulante y triste deambular que agota por su excesiva duración, una asfixia de sosez y amable textura que no cautiva ni mantiene tu atención o el escaso mínimo interés que surge en un principio curioso que pronto vira hacia una urgente evasión como vía de escape ante la caída de estilo y fortuna, un tópico vacío rellenado con poca artimaña o salero, unas interpretaciones de poco remate y evidencia de encanto y un derrumbe del cuento de "Ceniciento" laboral, del sueño americano llevado a Francia, conducido por una inglesa y protagonizado por un Manish Dayal de Carolina del Sur con procedencia paterna india, del príncipe que vuelve al hogar para despertar a su bella durmiente en espera después de saborear las mieles del éxito, santo hijo-agradecido pupilo que añora a la familia y a su nada veraz jefa y un sin fin de negativos cuentagotas que suman una porción grande de aburrimiento y cansancio, de un devenir a menos que anula cualquier posibilidad de complacencia satisfactoria y disfrute oportuno.
Un viaje de diez metros que se hace la eternidad de dos horas y que sólo rellena los primeros gratos minutos, luego la esplendor del pastel preparado se desinfla cual globo pinchado en un panorama cada vez más meloso, cargante y ñoño que sucumbe a la felicidad empalagosa y el entretenimiento indigesto por su excesivo acaramelado, sobrante dulzor, pesadez de compañía y limitada conversación.
Si este restaurante es tan fino y elegante y su menú es de tres relucientes estrellas Michelín..., prefiero el bar de tapas y cerveza de la esquina y sus intocables estrellas Rita Hayworth, Cary Grant, Paul Newman, Jack Lemmon...,en fotos 4x4 que alegran, decoran y entretienen más que las tres de este pucherazo filme.



sábado, 27 de septiembre de 2014

Cautivos

Ocho años después de la desaparición de Cassandra, algunos indicios perturbadores parecen indicar que aún está viva. La policía, sus padres y la propia Cassandra intentan esclarecer el misterio de su desaparición


Espeluznante!, la palabra que más se repite en tu cabeza es ¡espeluznante!, el diablo retratado con toda su crueldad y ferocidad, el demonio más repugnante sirviéndose en bandeja a sus víctimas con una frialdad, calma, normalidad y acceso disponible que te pone la piel de gallina, observadores del dolor más horrible y provocadores del horror más inhumano, un Lucifer con traje y corbata vecino de sus amigos que revuelve tus entrañas, la manipulación de la existencia llevada al extremo para placer y consumo propios, el atroz juego del sufrimiento y el dolor, el gusto y sabroso deje de la devastación familiar..., historia no tanto de intriga y suspense pues, desde el principio aparecen todos los personajes sin careta, cada uno en su posición de agresor o agredido, sino de la observación más provocadora, desagradable e inquietante del dolor, la humillación, el abuso, el regocijo, la satisfacción del sufrimiento provocado en los demás con una gélida mirada, helada presencia que impresiona y atrapa tu petrificada percepción.
Contada en formato de flashback, al inicio crea confusión y extrañeza por la breve duración de sus tiempos alternos lo cual implica una esmerada atención de tu parte para descubrir cada pieza y reubicarla en el puzzle, pero conforme se alarga la narración en cada tempo va cogiendo firmeza, consistencia y una sólida correlación y, a partir de ahí, es un machaque continuo de las más ferviente felicidad perturbada, sutil retrato del monstruo más cruel de tus pesadillas, del ahogo y asfixia de una existencia amarga, insoportable cárcel de tus propias esperanzas y miedos manipulados sin compasión en medio de un contexto igual de seco, áspero y frío que sus atacantes.
Ryan Reynolds vuelve a renacer como actor en su interpretación del agonizante padre herido de muerte en su alma, insaciable consumo de una insoportable vivencia con diálogos igual de fríos y cortantes que todo el relato pues Atom Egoyan, como director-guionista-productor, ha querido reflejar con masacre y maestría esa horripilante distancia cercana, esa magnífica infiltración del Satanás más sediento de sangre que indigesta por su ingenio y cuidado, mostrando el mundo de la violencia más atroz con elegancia y delicada exquisitez ofensiva, las atrocidades del secuestro y la pedofilia con buenas maneras y educación, la inquietud de una brutalidad que se dejar leer en su forma verbal sin un fotograma de exhibición física o carnal, evidencia  innecesaria dada la maldad comunicativa ofrecida a cada segundo.
Prepárate para sentirte cautivo por su narración, atento sin pausa a su cronología, incómodo y atraído por sus eventos, estupefacto por su perfecto anclaje y productivo escondite, asfixiado de tanto látigo imperante que se crece conforme alimenta el horror y la impiedad de sus actos, hipnótico ante el poder, control y sabiduría del retrato impúdico del diablo más escabroso.
Tus cinco sentidos atentos a la pantalla, con escucha y mirada penetrante para un relato nada complicado de personajes comunes pero cómplice de un sinsabor aterrador e impactante que no permite un respirar tranquilo y que paraliza tus emociones pues espeluznante, espeluznante es la palabra que más se repite en la visión de esta maquetación inmutable que juega sin pudor y con delirio a la mortificación.
¡Disfruta del tren de los horrores y la desgracia y de su viaje al infierno!
Posdata: inconcebible la nota de suspenso, ahora aprobado justito, concedida a este filme. 



viernes, 26 de septiembre de 2014

God help de girl

Película escrita y dirigida por Stuart Murdoch, lider del grupo De Belle & Sebastian de música indie que, según los entendidos, deja su impronta de tristeza y quebranto en cada esquina de las escenas musicales de este película.
No conozco a dicho grupo, no se mucho de la música indie, sólo se que mucha actuación musical, encantadora y seductora, fresca y juvenil, pueril y dulce pero poca correlación o consistencia en la narración, en los personajes y su seguida lo cual tiene como consecuencia la pérdida del espectador, el desapego de su interés y la ausencia definitiva de cualquier empatía o absorción que hubiera permitido disfrutar de toda la historia, que hubiera posibilitado deleitarse con un paquete completo de imaginación inventiva y embaucadora fascinación más allá de ver simplemente la exhibición continua de vídeos y actuaciones musicales.
Porque sí, es género musical, y ésta es lo más importante pero si no cuidas la narración, trabajas el argumento, si no ofreces personajes de conexión que motiven la sucesión de sus pasos, si su presencia es una inocente excusa para las canciones llenas de maravillosa ensoñación, deseosa inocencia y una coreografía de ingenuidad cautivadora y visión querida por su tierna locura desinhibida..., disfrutarás enormemente de esta parte, saborearás con gustoso placer y sublime plenitud de su ritmo, sintonía y melodías pero no será suficiente para evitar tu somnolencia en los espacios intermitentes, tu bostezo ocasional en los breves descansos musicales, intercalado atractivo-hechizo con insípido-apático imprevisto ante la falta de acierto y motivación en rodar los personajes, en crear afinidad entre ellos y un por qué estimulante e impetuoso que enlace con sugestiva razón las espléndidas letras y su hermosa ambientación musical.
Dos partes componen este largometraje: un aplauso, un ¡bravo! incesante de vítores espléndidos y halagos fructuosos para la artística y su fantástica estética; abandono estéril, gratitud apenas percibida, emoción sin esperanza de ser sentida para la historia, su explicación, su rodaje y continuación de apoyo complementario a las exquisitas y bailables canciones y su armonioso enamoramiento para unos oídos embellecidos por la sabia maestría del sonido recibido.
Simpatía acogedora de bienvenida abrumadora y expectante que se va diluyendo cual hermoso pequeño río que se pierde y confunde en su llegada a la vasta inmensidad del océano que le muestra su razón de existir y que es mitigado por su propio entusiasmo sonoro en lugar de haber sido encumbrado por la genialidad y matiz de un conjunto cuidado en todos sus aspectos.
Esmerada devoción, meticuloso empeño y riqueza en los detalles para la sensibilidad de las letras, delicadeza de la música..., del resto se han olvidado.
Tu lamento será confuso, obvia tu no plena satisfacción, evidente la mejoría del resultado, clara la superflua sensación dejada, ambivalente tu opinión respecto el filme observado, un quiero-pero-no-puedo darte más de un aprobado -con positivo punto extra por alegre, candente entonación- por cumplir únicamente con la mitad de los requisitos solicitados.
¡God help the girl!, ¡no se hasta qué punto lo ha conseguido!
"Voy a volver a mi habitación", como dice el mustio acompañante de aventura musical de esta chica con miras lejanas.



jueves, 25 de septiembre de 2014

Fase 7

Un edificio en cuarentena, los vecinos encerrados sin posibilidades de salida, escasez de víveres, prisión fortuita de agobiante tiempo muerto en abundancia, devastación y horror por los alrededores, abandono gubernamental, un virus campando a sus anchas, evolución anímica asfixiante, relaciones que suben de temperatura, pensamientos dañinos..., un argumento con tanta fuerza, garra, brío y encanto, opciones de desarrollo varias, diversidad en la elección de sus caminos y alternancias posibles, todo un manjar de suculenta previsión y sabrosa degustación y el director-guionista ha ido a estropear la comida, a escoger la peor, la más aburrida de las rutas...., perdón, especifico..., siendo una interesante opción la senda de la ley del más fuerte, la lucha despiadada sin lamento por la supervivencia extrema, la pérdida de la razón pensante y su lógica es negativamente anecdótico que su llevada a la práctica sea de un error tan garrafal y neutro, vacío de adrenalina, ímpetu o viraje tentador, nulo efecto cognitivo, afectivo o de cualquier tipo provocando el desapego automático del espectador por su falta de ritmo y acelerada progresión a pesar del obvio interés inicial de éste y su predisposición a ser motivado con la emoción y tensión que debería haber acompañado todo su relato.
Un pésimo "Día de la bestia" con un Daniel Hendler cuya desgana y paralizado impulso desemboca en un rambo de máscara y traje de plástico que mantiene la charlotada de ficción con una esposa de pega, verborrea y queja, que se alía con un loco paranoico sin seducción ni atractivo y adornado por un desperdiciado vecino, un mal aprovechado Federico Luppi cuya presencia alentaba el hallazgo de algo más digno, provechoso y esmerado.
Y sigo insistiendo..., ¡la idea era buena!, tiene un alentador punto de partida pero, su conversión en largometraje provoca una imperdonable somnolencia, autismo no fingido y la pérdida de todo tu afán y atención original, todo un meritorio arte estropear tan sugestiva y prometedora velada.
Erupción volcánica que duerme a los turistas, dramatismo que no despierta el imprevisto apagado estado, desvelo forzado por empeño de no sucumbir a la obvia y ausente motivación sentida pasados los 10 primeros minutos ¡y gracias!, falto de personalidad y carácter, entusiasmo y dirección para rematar con sabiduría y empeño un ejecutar que se vuelve lento, ignífugo e innocuo, poco absorbente y de efecto cansino y agotador.
Un aplauso por el intento de inclusión de Nicolás Goldbart en este poco trabajado género para el cine argentino pero necesita mayor vigor en la articulación de las ideas, más experiencia y rotundidad en la exposición de la travesía, más aptitud y productividad en el resultado para no perder al espectador, para no aislarse en su propio edificio burbuja dejando fuera, a distancia cada vez más enorme conforme rueda, a todo público ávido de participar.
Fase 7 (el nuevo orden mundial para la reducción controlada de la población ante una eventual caída de las economías mundiales) que no inquieta ni turba ni alarma tu ánimo ni agita tus miedos ni perturba tus sueños ni sobresalta tu corazón ni tienta tu espíritu ni satisface tus ganas de entretenimiento y diversión.
Entonces...,¿qué ofrece esta supuesta comedia de acción sobre pandemias? 
Fase 7 



miércoles, 24 de septiembre de 2014

Yves Saint Laurent

En teoría he ido a ver la vida del diseñador Yves Saint Laurent desde sus inicios en 1958 cuando entra a trabajar para la casa Dior hasta el 2002, año de su agotada retirada intentando ser obsequiada con el deslumbre de un genio de la moda, artista genuino de la inspiración creativa cuya batalla personal y obsesiva era vestir y embellecer a la mujer.
En la práctica, lo que he visto es el camino al infierno de un joven tímido, elegante y frágil, de gran dependencia emocional y talento que inicia su andadura por la senda del alcohol y las drogas y que finaliza desbocado sin control, estabilidad y en evidente ruina afectiva.
¡Qué las dos personas vayan dentro del mismo hermoso cuerpo!...., no lo dudo, ¡qué he echado de menos conocer más al soberbio, imponente modisto revolucionario de las pasarelas, del estilo, la belleza y del glamour!..., cierto sin equívoco alguno.
Porquer resalta con mayor fervor los viajes al paraíso marroquí del desenfreno, el vicio y el desmadre que el desfile de vestidos auténticos cedidos por la fundación que lleva el nombre del airoso dibujante, porque observo con rotundidad el cambio de personalidad de este inquieto maníaco depresivo pero no siento con pasión su obvio y manifiesto talento, la desbordante garra y sutil espíritu de este característico creador, porque puedo perdonar un relato ofrecido a flashes, cabegramas dispersos sin narración expectante pero no la falta de indagación y profundidad en el rico e intenso contenido pues pasa ligeramente, sin apenas enterarse por la relación familiar, la importancia de Argelia, la crisis del reclutamiento, su vanidad y presuntuosidad, el ambiente de trabajo, su caótico proceder, su espontánea ruta inspiradora, su tenso miedo existencial, su contínuo desfallecer..., centrándose casi en exclusiva en su homosexualidad y en su relación desgarradora con su pareja y socio de empresa que, no me parece mal si fuera la martir historia de un anónimo de andadura gratuita por el sufrimiento y el dolor pero..., si utilizas un nombre representante -incluso para ignorantes de la moda- de poderío y hechizo, marca insigne respetada y admirada dentro del círculo de arte al que pertenece, el espectador quiere ver y disfrutar del Zidane de la moda, encontrar a Gilda, reina del descaro y la estética seductora y, en cambio, únicamente halla a un Maradona perdido, venido a menos con una historia más que corriente y común en la cinematografía de la gran pantalla y..., por nada del mundo debía ser corriente ni común este creador e innovador que sigo sin conocer después de esta película.
Correcto estilismo, adecuada puesta en escena, un aceptable revivir el París y ambiente de la época, un protagonista de meritorio parecido físico que esfuerza su interpretación con las armas que le conceden pero poco brío en la relación de los personajes, poco desparpajo en la muestra de las influencias tormentosas, excesivo antagonismo serenidad/calma-frenesí/locura de la pareja amorosa, poco ímpetu en la fragancia del protagonista, en el aroma de su inteligente inventiva, magnificencia que vive de una estética que se desinfla conforme se avanza hacia el interior.
El relato de un ingenuo e inexperto joven de futuro espléndido que inicia su andadura por las cloacas, la inmundicia y los bajos fondos de la autodestrucción, bien..., ahora..., unido al suntuoso nombre de Yves Saint Laurent..., ¿qué demonios has realizado Jalil Lespert que no se vislumbra al genio y figura, que no quedas hipnotizado por los trazos de este virginal artista ni fascinado por lo que debería ser una historia apasionante, turbulenta y de goce esperado?
Su hermana de encomienda Coco Chanel brilló, lució y eclipsó al personal en su desfile por la pasarela del Séptimo Arte, Ayrton Senna maravilló en su vertiginosa carrera de aceleradas perfecciones..., tú ofreces una explosiva, sublime y exquisita banda sonora por su excelente oportunidad de aparición, elegancia y porte en las formas, una historia poco novedosa de calado tibio -si no es por la peculiar identidad del protagonista-, interrumpidos cortes escénicos de montaje espaciado en el tiempo, una historia de amor-odio y supeditación agónica que vive más de la imagen y estética que de la emoción, fuerza y garbo..., en definitiva poco ruido, escaso trueno, ninguna tormenta para la adrenalina vigorosa de este enamorado de los retales, el cupido del vestir e innovar.
Estoy por leer una biografía de este magnífico artista en el manejo de los lápices y habilidoso de las agujas para espolvorear el poco sabor degustado en una mesa de exquisita presentación pero comensal poco sabio ni mañoso en la preparación de los supuestos suculentos platos para este manjar de 5 estrellas que se queda en tres pobres tenedores de gratitud escasa.
¡Pereza, vulgaridad, conformismo, normalidad no parecen ser las señas de identidad de este virtuoso delineante!



martes, 23 de septiembre de 2014

El lobo detrás de la puerte

Una brasileña "Atracción fatal" penetrante, sutil e impactante pues su violencia evoluciona con lentitud y calma, inquietante tranquilidad de un caminar frágil pero de firme compás que busca compensación ante el dolor y la humillación sufrida, una brutalidad de soporte silencioso que carcome a la protagonista hasta convertirla en un lucifer catatónico sin miras ni pena, un progreso de absorción innegable y ardua digestión por su naturalidad expositiva, su no forzado transcurrir y su veraz resolución.
Una caperucita boba e ingenua que se transforma en un lobo feroz y peligroso que maltratado en sus carnes y dolido en su alma ataca sin piedad, lástima ni consideración, venganza que se sirve en frío y con nulo arrepentimiento.
La historia es harto conocida-nada novedosa, un trío amoroso que avanza con pauta moderada de escala ascendente y progreso efectivo, una exquisita templanza a destino sombrío con pasos de fácil adivinación cortados con patrón de confección de medida standard pero que cautivan tu atención y atrapan por su intensidad y fuerza de avance con un inicio blando y destartalado, breve intriga y confusión que da paso a un ascenso sólido, de mayor consistencia para llegar a un final abrupto y desgarrador que corta la respiración y ofende al corazón producto de un sabio e inteligente caminar que va dejando sus debilidades y torpezas de principio de aventura para coger robustez y plantear una excursión de efecto interesante y sugestivo muestra del mejor hacer del cine carioca y de Fernando Coimbra que con elementos comunes nada llamativos confecciona una relato de potencia de menor a mayor penetración, de energía agresiva y una escondida violencia ofrecida a cuentagotas para mayor temple y gratificación del espectador.
El "Seven" de las complicadas relaciones humanas, del peligroso juego de los sentimientos, de las devastadoras ilusiones truncadas y las hermosas ensoñaciones frustradas que elaboran sin control pero percepción obvia una bomba de relojería de explosión evidente y consecuencias imprevistas que arrasa por igual a demonio culpable que a víctima inocente.
Narrada en flashback, tiempo en presente de pasado recordatorio, la impresionante interpretación de Leandra Leal destaca por su frialdad, veracidad y devorado consumo, un ojo por ojo-diente por diente demoledor, hipnotizador, de súbito cálculo, explosión repentina de un ángel convertido en demonio que ya no siente ni se compadece y actúa por rencor y daño instintivo, animal herido que responde con una natural y profunda agresión defensiva.
Cómoda y fácil visión, complicidad asequible e infalible, testimonio franco de todo un pillo Don Juan arrepentido de haber engañado y manipulado a la crédula y tonta Dona Inés que pasa de la alegría, pasión y risas del hermoso principio a las lágrimas, lamento e irreparable dolor de su drástico final.
Jugar con fuego es peligroso pues el infierno está lleno de llamas de abrasador e insoportable calor, ¿no?



lunes, 22 de septiembre de 2014

Los ojos amarillos de los cocodrilos

"¿Ves la osa menor? Es pequeña pero si la quitas, la osa mayor se desequilibra"
El Caín y Abel femenino de dos hermanas antagónicas, la guapa de pocas luces, florero que deslumbra de simpatía fingida que esconde un egoísmo petulante ávido de fama, reconocimiento y adoración pública, que devora y arrasa a quien haga falta sin pena, miramiento o escrúpulos de una conciencia vacía de moralidad ausente y la ingenua de buen corazón, apagada imagen que sufre por dentro, que se deja avasallar sin protección propia y sin natural empuje de defensa, sabia inteligencia sin motivación o ansia de destacar que sólo desea hacer felices a los que la rodean y que padece con equívoco heroísmo sus agresiones y ofensas, toda una delicada y frágil -con exagerada torpeza- Cenicienta en silencio todavía no descubierta que apenas se atreve a levantar la voz o dar un paso sin permiso concedido.
Dos personajes de cuento con secundarios de decorado extra para adultos predispuestos a la creencia tierna y dócil en donde no es difícil adivinar cómo discurrirá su avance ni cuál será su benevolente desenlace con su príncipe, su malvada, su madrina, su bruja, su cruel situación, su favorable perspectiva..., diversas caricaturas de personajes envueltos en relaciones que abren muchos puentes y caminos de andadura interesante por los que pasa suavemente sin profundizar en sus raíces para presentar una fábula amena, dulce y bonita de fácil y ligero recorrido hecha con patrón copiado obtenido del libro del mismo título y que crea un ambiente supérfluo y digestivo de poca intensidad pero cómoda visión por la requerida escasa atención que solicita.
Puede gustar por su sencillez a la hora de presentar su guión pues carece de arduas complicaciones que te permitan mínimamente pensar o razonar sobre ella un poco más del instante presente, de la entereza y sobriedad para plantear las variadas cuestiones ofrecidas con afán y dignidad pues se conforma con una puesta en escena de ritmo fresco y ágil, poco penetrante, de breve y escaso interés que desengrasa tu pereza y ese ocasional tiempo muerto y entretiene sin esfuerzo y que cuenta con energía y brío escénico que vive de mucha estética pero tibio contenido.
Honradez por no prometer lo que no expone, desleal por no demandar más de si misma, cobra un peaje barato al no lograr robar tu corazón sólo acariciar sutilmente tu piel externa para dejar una sensación agradable acorde al estilo fantasioso que argumenta, posibilidades sabrosas de exigencia nuetra que viven más de la sobreactuación de su imagen de que un fondo digno cuidado con esmero.
También puede que tu discurrir vaya por la tontería, banalidad e incluso sosez de un relato sin consistencia ni hambre de satisfacer estómagos de media o alta gama, calidad perceptiva de sugestión no ficticia que marcará tus pasos ante este relato de moralidad adivinada donde triunfan los puros de alma y vírgenes de corazón y los indignos voraces de sed ególatra y envidia manifiesta son perdedores solitarios abandonados en triste soledad y desolada ruina.
En términos generales es de premio modesto y satisfacción confortable, frentes variopintos de inclusión leve y obvia letanía conclusiva desde el inicio del cronómetro que invitan a la relajación, quitarse el estrés y acabar el día con benevolencia pues, el objetivo de toda historia de ensoñación es imaginar, fantasear, endulzar con mensaje de buena voluntad oculto.
"Llevamos tiempo cruzándonos pero nunca nos hemos encontrado"
Depende de tu predispuesto ánimo y espíritu embriagador hallar o perder a esta caótica princesa de futuro cierto rodeada de príncipes y ogros que amenizan y ambientan con moderada pretensión.
¿No te leían un cuento antes de ir a la cama para que soñarás con la magia, la felicidad y el amor verdadero?
Aquí tienes uno para esta noche



domingo, 21 de septiembre de 2014

El hombre más buscado

James Bond, Ethan Hunt -Misión imposible- jugando a ser espías es pura adrenalina, hablamos de estar en la calle, al pie del inmediato suceso, de persecuciones, golpes, tiros, vibrante energía y constante brío que no te permiten parpadear, rapidez de movimientos y vivacidad de contacto frente a frente, donde la fuerza corporal destaca por encima de la estrategia racional o de la explicación política.
Aquí, el juego de espías transcurre en los despachos, en las altas esferas, con traje y corbata, entre la suciedad de la traición gubernamental de países supuestos amigos/colaboradores que buscan el interés propio y que como en toda guerra fría sus negociaciones y acuerdos no tienen piedad ante el inocente, ante la crueldad que desenvuelven, ante la estela de odiosa injusticia que dejan ni en desprenderse de su hermana o vender a su abuela si hiciera falta.
Historia basada en un libro de John le Carré lo cual significa relato de personajes complicados de seguir, con arduos nombres de países diversos, trama de enlace que solicita de tu máxima atención y racionamiento continuo, un no parar de pensar para estar al pie del cañón y seguir la estela de los sucesos sin perderte, pesadez de rodaje y entusiasmo contenido en cubos de hielo tratados con arte y cuidado y cuyo desenlace supone toda su descongelada incógnita para unir con claridad y acierto todos los puntos y observar perfectamente la fina línea trazada y su mensaje oculto.
El relato transcurre en cortejo lento, a pasos pequeños de un proceder que se mueve en escenarios de despachos, de cámaras, escuchas y desesperación resolutiva con pasión ofrecida a cuentagotas por unos verdugos elegantes que no se ensucian las manos pero pudren el corazón del que observa y un suspense sentido con lejanía debido al proceder de permisos y acuerdos entre los mandamases que dirigen el cotarro que no son de tu agrado ni se ganan tu simpatía, con un atractivo personaje central cuyo actor -el por siempre venerado, recordado y añorado Philip Seymour Hoffman..., ¡para qué añadir más si sólo su nombre ya anticipa la calidad, seguridad y arte del trabajo ofrecido!- que se come la pantalla, mantiene tu espíritu sin desfallecer y es el causante y valedor de todo tu esfuerzo y cuyo súbito final compensa y enlaza magníficamente todo el pesado camino que ha conducido hasta él pues los secundarios están en una acompañamiento soso y tenue sin aportar mucho apoyo al espléndido pilar neoyorquino que hace todo el trabajo por ellos -especialmente un William Dafoe cuyo personaje parece estar perdido, de paso en la estación equivocada-.
Anton Corbijn pasa de sus magníficos trabajos en el mundo de la música a ocuparse de un filme de apariencia sencilla pero de complicaciones cognitivas arduas que realiza con buenas formas y completo resultado y cuya motivación mantiene al espectador en stand by, en esa parada neutra ni hacia delante ni hacia atrás, dudosa estancia que no abandona pero tampoco tiene muy claro por dónde va como esa clase en la que atiendes la explicación del profesor, escuchas sus palabras sin distracción pero que nadie te pregunte qué ocurre o qué está pasando porque no lo tienes muy claro y a pesar de estar interesado, no bajar la guardia no es hasta los últimos minutos donde se despejan todas las dudas y se permite ver el claro paisaje dejado.
Este compulsivo fumador, bebedor paciente de incansable alma no tiene el carisma publicitario de Jack Ryan -Harrison Ford- ni la venta de marketing que hipnotiza al público sentado en sus butacas pero tiene un encanto silencioso, callado de esforzado refuerzo por su incansable trabajo, por su creencia en sí mismo que seduce con espacio distante, que gusta en su cocción digestiva, en la frustración de su recta final, como esa partida de poker expectante y tensa por lo que maneja y pone en marcha pero de visión descafeinada y aburrida para el que mira la mesa y no sabe descifrar la importancia de las cartas y la pasión de la engañosa jugada pero exquisita, seductora y atractiva para quien se mete de lleno en el juego y no pierde un ápice de todos los sutiles movimientos y de la inteligencia de las manos de sus dirigentes aunque, ¡nadie desespere!, al término todos, en mayor o menor grado, entienden quién es el malo, quién es la víctima, quién sufre y quién gana..., de ahí el triunfo en masa del fútbol pues es claro y facilón, sólo hay que mirar a veintidós jugadores correr y gritar ¡gol! cuando la pelota entre en la portería.
Que conste que me gusta el deporte del balompié pero..., no está mal, de vez en cuando, una oferta cinematográfica que te pida concentración, esfuerzo reflexivo y mirada atenta más allá de la estética externa y apariencia decorativa pues puede resultar angosta, pesada y poco grata por su ambientación, fotografía y recorrido poco deslumbrante a los ojos de quien está acostumbrado a las luces de neón, al ruido atronador y al movimiento incesante pero ese apagado transcurrir se ilumina con la paciencia y espera de esa repuesta conclusiva de desenlace aclaratorio que lo muestra todo y airea el enredo.
Si eres de los que desde el principio coge la senda del placer intuitivo y el enigma apetitoso, ¡enhorabuena!, no hay nada que añadir.
Nadie duda de la magnificencia, sublime excelencia de la quinta sinfonía de Beethoven aunque no todos sepan apreciar su grandeza, saborear su hermosa armonía o disfrutar de su potencia artística; que no sea tu elección diaria para endulzar tus oídos..., aceptable..., que ocasionalmente disfrutes de su sintonía, que de vez en cuando aprecies, incluso estimes, su potente emisión sonora..., cierto sin duda alguna.



Summer in february


¿Cómo puede ser que ante tanto arte en la presentación, delicadeza en las formas, una esmerada y sublime fotografía de tarjeta postal inolvidable, un exquisito cuadro exhibido con elegancia y clase, una tenue y cálida combinación de colores, un detallado y apreciado vestuario, un paisaje mar-montaña de ensueño, la bella costa con su eterno encanto y constante peligro..., todo un elenco de sabias propiedades y acierto pleno en el contexto, adorno y conjunto y, en cambio, un fallo tan garrafal, profundo y torpe en el guión y en la andadura de los personajes?
Porque ante una mesa espléndida, de mantel exclusivo, ambientación sutil, música suave, frágil porcelana china, aromáticas flores, velas de iluminación templada, delicados cubiertos antiguos, sillas de época clásica..., si ante tal seductora y atractiva exhibición ofreces unos platos de sabor insípido, soso y apagado, de poco contenido y rodaje caótico sin clara evidencia en su seguida, ¿de qué sirve todo lo anterior?, ¿para qué tanto empeño en la estética, vestuario, localización, contexto, fotografía, iluminación, maquillaje, fotogramas escénicos de ensueño por su perfección detallista si no elaboras un guión a la altura y unos protagonistas del mismo nivel?
Porque hablamos de una época y una villa refugio de artistas, pintores en su mayoría, que vivían intensamente con sus locuras, desmadres, libertinaje y amor, todo como excusa para la inspiración, libre creatividad y desenfreno de su ego más altivo, de un trío amoroso de pasión, celos, desengaño, traición y dolor prototipo tradicional para la desgracia, la tristeza, la amargura y el suicidio a flor de piel, sentimientos intensos y absorbentes y ¡que pases por el filme indiferente y ausente, desganado y sin motivadora implicación dada la poca consistencia de su narración y el desatino de su evolución, poca credibilidad de las actuaciones!
Resulta imperdonable y triste.
Porque no te crees al efusivo genio -ni su supuesto talento-, porque no sientes a la damisela desolada -sólo la incoherencia de su caminar-, porque únicamente vives al amigo dolido pues el devenir y desenlace de este terceto ni impacta ni estimula, pasas por encima de ella sin pena ni gloria, sin fu ni fa apreciando el complaciente desfile y todo su meritorio esfuerzo en la puesta en escena pero observando la ineptitud y yerro en la confección de la narración, de su evolución, del ausente vigor en la interpretación y nulidad plena en el posible atrape de las emociones y espíritu del espectador.
Una pena tanta dedicación en los preparativos y tan poca gracia, acierto y sabiduría en lo comprendido, en la narración de esta tragedia apenas sentida o percibida.
Un director víctima de su propia impericia y torpeza, estancada agudeza y falta de ideas inteligentes en la correlación de la historia.



sábado, 20 de septiembre de 2014

La gran seducción

Si juntamos la síntesis narrativa de "Doc Hollywood" con el espíritu alegre de "El jardín de la alegría", con la humanidad estrafalaria de "Doctor en Alaska" y la recepción acogedora de "Bienvenido Mister Marshall" tenemos un plato de sabor fresco y humor agudo, de carcajada espontánea y diversión virgen, aderezado con un ambiente cálido de fotografía penetrante y absorbente que hace las delicias de su comensal y encanta a todo aquel que se sienta a su mesa.
Simpática y querida, entrañable y devota, ¡guapa!, de ironía dulce que se ingiere con facilidad pasmosa, un relato de ocurrencia anticipada cuyo andar no sorprende y se adivina su esperada resolución pero grato y complaciente, realizado con soberbio esmero y un arte seductor que envuelve toda la atmósfera y deja un estupendo sabor de boca. 
Blendan Gleeson es el alma de la historia, la bondad-esfuerzo-espíritu de un luchador de "Los días al sol" que ve su oportunidad y no desfallece, que lidera ese genial típico pueblo pesquero lleno de personajes -copias unos de otros- dispuestos al baile de San Vito, a hacer de Jaimito, convertirse en Mortadelo o en el mismísimo Carpanta con tal de seguir la estela de su adoptado nuevo alcalde que mueve espíritus y encandila a todo corazón.
Las fascinación de su jovial marcha y todo su placentero disfrute se ve reducido levemente por un último acto final de desenlace rápido y mordacidad leve pues, lo que ha llevado su tiempo, sabiduría y energía emocionante construir y levantar se transita en una escena en exceso breve y ejecutada con demasiado ligereza más..., una caracterización del acogido doctor de cirugía estética demasiado cool y embellezada para esta tierra y sus raíces, portada de revista de moda que se enamora al tiempo que tu persona de una comunidad y sus gentes quienes hacen de la falacia una entretenida forma de vida que divierte y produce una gran impresión de bienestar y comodidad receptiva.
Magnífica exposición de una historia inocente, sabida de memoria -partido de resutado previsto-, con repentinos sobresaltos asumidos con energía expresiva, subidón de imprevisto goce y deleite de segundos de duración para permitir la llegada de la siguiente risa corta pero intensa y ese deje agradecido por su esparcimiento e imprevista sensación ingerida.
Levanta tu ánimo, alimenta tus sentidos sin pretensión altiva pero con dulzura efectiva, como ese fascinante momento de tarareo de esa pegadiza canción que suena en la radio y que provoca un espontáneo entusiasmo de grado ascendente que ameniza ese breve pero fervoroso momento de pasión y enajenación racional a cambio de un delirio de tus emociones y pequeña manifestación de felicidad, inteligencia en su ruptura con el dolor y en su alivio de las penas como medicamento prescrito para la pesadumbre y esa somnolencia de alivio seguro.
Aprovecha el encuentro con un cine sencillo de corrido asimilable y de ingenua visión que entona tu alma y te traslada a lugar nuevo, mudanza que se saborea con encanto y placer, que gusta y encandila por no tener nada grande que destacar pero tenerlo todo en proporción sublime con simpleza de lugareño que ofrece un lavado de memoria de un olvidable día sufrido.
Pocas veces tantas mentiras y banalidades se cogen con tanta predisposición y venidero efecto, ese "Show de Truman" que este joven doctor nunca querrá abandonar ¡ni tú con él!
Esparcimiento libre, sin cargas de circulación fluida y tráfico estupendo, toda una sintonía de sensaciones y canto a la felicidad de la vida sencilla y honesta.
Levantarse y saludar al día, acostarse y recibir la noche, todo ello con temple, firmeza, brió y propósito de enmienda. 
¿Sencillo? 
Haz un breve receso y calcula tu porcentaje de éxito. Esta película te ayudará a mantener o volver a la positiva senda del camino deseado.



viernes, 19 de septiembre de 2014

Save the date

No te puedes fiar de tu propia intuición porque leí ¡festival de Sundance!, y pensé ¡ésta es buena! y..., he aquí ¡el hundimiento del Titánic!
Cuatro personajes, y un quinto usado como esponja de lágrimas y desesperación, la estabilidad de una pareja enfocada hacia la ideal meta del matrimonio y el surgimiento, por otro lado, de una nueva posibilidad que no se sabe a dónde llevará, la obsesión egoísta de una hermana en busca de la perfección del cuento maravilloso del inolvidable día de tu boda y su chapucera consaguínea que da tumbos eligiendo, degustando y rechazando por miedo y dudas no resueltas.
Con este panorama, Michael Mohan, sólo es capaz de ofrecer retazos aislados de conversaciones superfluas e indiferentes, escenas prototipo de episodios pilotos para cualquier serie o película adolescente o, de veinteañeros como mucho, que une a su gusto intentando mostrar un guión lógico o algo de consistencia en su argumento, una labor, por supuesto, en la que falla, se pierde y estanca pues vivir de la presencia guapa de sus protagonistas, de su aire rebelde y molón, de un moderno caos revuelto que se vuelve en contra suya ha resultado ser un fiasco total.
¿Qué se puede ver en actitud cómoda, ausente y lejana? Totalmente.
¿Qué se puede digerir sin apenas esfuerzo y con una facilidad que duerme a las gallinas? Tienes toda la razón pero, incluso en la recordada Beverly Hills 90210 -Sensación de vivir- había más chispa, movimiento y gracia y sus componentes estaban definidos con más decencia y ¡suculento placer!
Su caminar no tiene rumbo ni sentido, un destartalado y torpe andar de esquina en esquina, de encontronazo en abrazo hasta que a un guionista falto de ideas y estancado en su propia miseria se le hizo la luz, se le agudizó un poco la mente y supo qué hacer medianamente con sus personajes, como acabar con felicidad fingida e incomprensible armonía sacada repentinamente del bolsillo cual conejo de la chistera de un mago con los tejemanejes y desbarajustes que había creado hasta entonces.
Y lo triste y penoso es que la propuesta no es mala, bien realizada y sabiendo lo que se quiere expresar y a dónde se quiere ir hubiera resuelto todos sus esquivos galimatías y hubiera resultado ser un trabajo joven, fresco y digno de verse pero éso sería transformar toda su superficial apariencia -lo único de lo que vive-, añadir sensatez e inteligencia y un destino al cual llegar, como transformar a Paquirrín ¡en su hermano Cayetano!
Sale más barato en tiempo, esfuerzo y dinero abandonar esta producción y empezar de nuevo, elegir una nueva vivienda en lugar de reformar esta casa cuya base y estabilidad apenas se sostienen a menos que sea de tu agrado y complacencia el caótico meollo, accidental proceder y exiguo devenir que ofrece, ¡todo es posible!
Hasta Belén Esteban -la princesa del pueblo ¡tiene sus fans!
Demasiada y obvia sencillez y nulidad, en el significado despectivo del término, para este filme que no va a lugar alguno.



jueves, 18 de septiembre de 2014

The selfish giant

He leído tantas veces que esta película estaba basada en un cuento del mismo nombre de Oscar Wilde que me decidí por leer dicho relato. Hay que echarle mucha imaginación, ser generoso y amplio de miras para encontrar las coincidencias o similitudes de ambas historias pero..., todos dicen que ¡está basado en él!, tampoco me voy a molestar en rebatirlo, haz tu mismo la prueba.
Película de gran dureza emocional con un final que desgarra el alma sobre la supervivencia de dos chavales cuya eterna amistad es su razón de ser, lo único bueno que poseen en un ambiente hostil, severo y deprimente donde cada día es una lucha continua de subsistencia, de riesgo y de no caer en el peor de los infiernos.
Pobreza, mugre, necesidades, desastrosas relaciones familiares, abandono escolar, desgana, aburrimiento, falta de perspectivas, agresiones verbales, encontronazos físicos, humillaciones, abusos y deslealtad, todo un compendio de factores y elementos para retratar los bajos mundos ingleses, los barrios del robo, la picaresca, las carreras ilegales, el hambre, la suciedad, la miseria..., sólo que ver a estos dos jóvenes con sus problemas de crecimiento, aprendizaje y salud ir de correría en correría, de bofetón  en bofetón, buscarse la vida de lío en lío viviendo del cariño. apoyo y soporte mutuo incondicional que se ofrecen ante la falta de simpatía y afecto de sus mayores, no atrapa firmemente tu interés ni es motivo seguro de atención seguida.
Los personajes están en stand by, en parada muerta pues no evolucionan ni crecen hacia ningún lugar o destino, magnificas interpretaciones, diálogos feroces, una autodefensa natural, veracidad en la representación, fotografía urbana acorde y sentimientos de lástima, suplicio y pesar por lo desesperante y horrible de la situación, por la crueldad y maltrato de sus vidas pero, no se avanza ni progresa hasta ese último final impactante y doloroso que intenta compensar el tedio de sus escenas anteriores, equilibrar la visión de una rutina que no aporta mayor aliciente que observar su desgracia, sinsabores y amarguras y las emociones de desconsuelo y desdicha que le acompañan.
El único propósito perceptible, objetivo a la vista de Clio Barnard en su primer filme parece ser el de observar la adversidad y el infortunio, vivir de la pesadumbre,eso sí, con enorme y excelente realismo y naturalidad pero sin más, sin dirección o motivación añadida que mencionar, argumento estático con guión que conmociona y aflige pero lejos de la seducción y atractivo de otros filmes similares -Ken Loach es un experto en este tipo de relatos despiadados, por ejemplo- pues hasta la fatalidad e indigencia de Oliver Twist ¡iba a algún lado!
Registro auténtico, duro y legítimo que se queda en mera postal contemplativa, aporte de mirar sin implicación o afinidad más allá de la recurrida pena, empatía que no progresa de la explotada tristeza y cuyo deje intenso vive únicamente de su abrupto final, explosivo recurso que intenta aliviar la letanía previa y, hasta lo medio consigue por su amargo, desarmado y fiero sabor de ese último mordisco que no oculta la evidencia de una velada compuesta por un único plato repetitivo, invariable y degustado con anterioridad.