miércoles, 10 de septiembre de 2014

Nuovo cinema paradiso

Seguramente me acribillen a balazos por la frase con la que voy a abrir pero ¡la película es aburrida!, sólo se salva el querido Alfredo y la última emotiva escena que llega ¡después de dos horas!
La obra maestra de la que hablan todos se ha quedado en ¡alarde exagerado!
Aguantas la primera hora entre catetos del pueblo, el loco divertido, el párroco censor, personajes de relleno a cual más tonto y clicheado, escenas bobas de Jaimito, risas obligadas, la actuación de un niño estridente -me quedo con nuestro niño de "Marcelino pan y vivo" o, incluso, Joselito pues ambos tienen más carisma y encanto- y convenciéndote a ti mismo de que si, es buena, todo el mundo lo dice, ¡un peliculón de 8 estrellas!
Continúas su visionado sin sentir emoción ni entusiasmo ni implicarte masivamente con las típicas escenas de lágrima y cariño, las tonterías de turno para alegrar el ambiente, diálogos de supuesta profundidad que no van a ninguna parte, actuaciones de nulidad interpretativa y un Totó adolescente que parece la nueva portada de la Superpop de la época.
Conforme vas viéndola te repites a ti mismo..., aquí un homenaje al cine, aquí la desgracia familiar, aquí el afecto y la ternura, aquí la amargura de la supervivencia, aquí la escena trágica etc, etc, etc, para autoconvencerte de la fantástica historia que estás viendo pero, con todo, sigues sin emocionarte, sin sentir mucho y con implicación de ausencia evidente pues ¿qué sentido tiene una lectura racional del filme cuando los sentimientos apagados y tu somnolencia inesperada te susurran que estás desganado e indiferente?, que sí, muchos premios, alabanzas por doquier, un alarde de inteligencia y sabiduría a la historia del cine bla, bla, bla..., pero todo es muy forzado, fingido y sobreactuado y..., yo me sigo quedando con ¡nuestro Pepe Isbert y toda su saga familiar o Paco Martínez Soria!
Cuando quieren encumbrar una película -o al susodicho director- lo hacen a lo grande y parece que el hecho de no sentir ni pizca de lo supuestamente visto por los demás -cosa que dudo porque hay mucha oveja que sigue al rebaño sin molestarse en decidir u opinar por si mismo- deba hacerte sentir culpable por no estar de acuerdo ni saber apreciar esa quinta maravilla que parece un chiste mal contado de los que entiendes la broma pero ¡no le encuentras la gracia!
El único homenaje al Séptimo Arte que encuentro es la esporádica y breve percepción de películas míticas -y su bello recuerdo- que forman parte de una sagrada y esforzada historia del cine, ¡a ver si cuando eran proyectadas te aburrías  o parpadeabas un segundo por miedo a perderte algo! 
¡Ellas si que eran una ocho de halago para el mundo y la historia del cine!



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