viernes, 31 de octubre de 2014

En el ojo de la tormenta

Estoy viendo cuatro tornados a la vez, uno incluso en fuego, destrucción y caos por todos lados, devastación y desolación, ruina y muerte, peligro constante..., y ni-fu-ni-fa, ni me emociono ni me interesa más allá de un mirar por mirar y continuar para ser lícita y escribir sobre lo visto -aunque algo me dice que lo todavía no visto no sorprenderá ni cambiará mucho mis sensaciones actuales-. 
Corroborado, ¡pronóstico correcto!; no debería alegrarme tanto de un fiasco, ¿no?
 Y lo malo es que simplemente confirma lo intuido en el minuto uno, ¡mucho ruido y pocas nueces!
 Muchos efectos especiales para muy poco contenido, poco impacto para tanto destroce, un guión endeble al que sólo le importa los numeritos espectaculares y los fuegos de artificio, personajes sin carisma ni atractivo interesante más allá de verlos correr y decir cuatro frases, un argumento que se limita a ser parque de atracciones muy sonoro, llamativo y exagerado hasta donde su imaginación daba pero sin interior consistente que narrar y todo ello plasmado a 
través de cámara en mano de los integrantes, un detalle cuya novedad no resulta cautivadora ni excitante pues ha sido reiteradamente utilizado desde "El proyecto de la bruja de Blair".
 El ojo del tornado ha resultado estar lleno de matraca y estruendo pero vacío de emoción, sugestión, motivación o adrenalina digna.
 ¿Alguien se acuerda de "Twister" del 96 con Hellen Hunt y Bill Paxton? Porque rodada hace casi viente años atrás sin tanta tecnología ni efecto de ordenador ni presupuesto loco y le da ¡mil vueltas a esta! 
El encargado de las maquetas de las casas, coches, edificios, aviones y demás enseres volantes ¡es el único que se lo ha currado en esta película! 
¡Qué conformismo y desgana en un proyecto simple y fácil en sus elementos, elaboración y posible resultado grato!
 Al menos tuve el acierto de no invertir mi tiempo y dinero en ella y esperar su salida en DVD aunque, la verdad, si que ha perdido mi tiempo al descartar otra historia por esta recreación de papel mojado, tinta tenue, letra pequeña y cliché abusivo.
 Para compensar este perezoso y ordinario viaje que no deslumbra ni con la madre de los tornados, ni con ventiladores a toda potencia, agua a mansalva y todos los coches y camiones de juguete de mi sobrino por los aires voy a volver a visionar Twister, a sacarme el regusto amargo de este sinsabor y a disfrutar realmente con una película de acción sobre tornados y personajes con historia, carácter y personalidad características que, obviamente, se olvidaron de darle a ésta.


jueves, 30 de octubre de 2014

La tercera orilla

Nadie sabe lo que pasa por la cabeza de una persona, menos por la de un adolescente y si hablamos de la sensibilidad de su corazón, ésta se multiplica por dos.
Una distante, fría y desdeñable relación paterno-filial contada desde el punto de vista de un chaval que observa a su padre, su comportamiento, su andar y lo juzga sin piedad ni contemplación, ser la segunda familia de un reconocido doctor que ya tiene dispuesto el futuro que tendrá, que ha decidido cómo será su hijo y a qué se dedicará, todo ello desde la firme, inquietante y profunda mirada de quien es una sombra andante que no se comunica y que guarda todo su rencor en un corazón gélido, que sufre y que va a decidir por si mismo, calla y otorga al tiempo que su cabeza tiene sus propios planes, obedece y asiente hasta ese momento adecuado de final de la tortura y comienzo de la nueva vida.
Celina Murga, directora argentina, ofrece este relato lento y pausado, de meticulosa observación apadrinada por un Martin Scorsese que creyó en su proyecto, en la simpleza del día a día, en la mirada de una rutina asfixiante que se lleva con resignación escondida, en el remarque de un cuadro bonito en apariencia, de calma serena que esconde una violencia y desdén de azote imprevisto.
Mucho respeto por la honesta dirección, la natural fotografía, el sobrio contexto, la acertada elección de un protagonista, Alian Devetac, cuya penetrante mirada lo comunica todo sin necesidad de palabras y cuya sentencia silenciosa se ceba con su patriarca y el daño emocional que deja a los que le rodean, la indolencia de no pensar en nadie que no sea él, sentimientos que desde la amargura y resentimiento van creciendo en su decidido espíritu que camina sonámbulo sin hacer ruido ni molestar deseoso de ese minuto de escape, de desahogo y libertad de cabeza, cuerpo, sentimiento y alma.
Todo ello tiene como resultado, siento decirlo, una visión pobre, poco absorbente e incluso por momentos aburrida, un pesado y arduo seguimiento que provoca ausencia temporal y pesadez ocasional, donde reconoces la valía de lo narrado, la grandeza de una sencilla vida que busca su felicidad y su respirar sincero, aliviar la carga de una rutina no escogida, la valentía de dejar atrás la condena familiar y elegir la libertad individual pero, tu interés por él va cediendo, tu inicial seducción por su historia y atracción por saber qué quiere contarte se apaga lentamente, donde abandonas poco a poco el encanto y devoción del acogimiento inicial y la lectura de su relato pierde su vivacidad y emoción pasando a ser racional y cognitiva.
No es apta para todos los públicos pero, incluso para quienes gustan de la belleza de lo ordinario, la elegancia de lo común, la grandeza de lo llano y rutinario resulta escasamente motivante, poco mordaz y apenas fructífera, es fácil perder la conexión con una tercera orilla que no siempre encuentras satisfactoria, recelo de un sabor no bien hallado, de un gusto evaporado que no dispone un confortable acomodo receptivo, una estancia adormecida cuyo entusiasmo es arduo de mantener y al que deseas apreciar con más fuerza, querer con mayor ansia pero que se aleja como nube apagada que no ofrece esa maravillosa lluvia esperada, viento de poniente de hastío y cansancio no previsto.
Observa a este callado caminante que elige con quién compartir su voz, que se deja llevar por la marea hasta la llegada de su ola y olvida la falta de fuerza, brío o la melancolía que puedas llegar a sentir.
Reconozco que a mi me pudo pues no supe disfrutar del goce y placer de esta escogida orilla, mi animo de partida resultó insuficiente para saborear su ritmo y mantener la atención siempre dispuesta.
Más tenacidad, acierto y esperanza para ti, que no te venza el agotamiento por su pasividad ni la languidez de su escaso movimiento pues se capta con óptima sencillez el sentimiento descrito pero es más complicado que te atraiga, capture y llegues a vivirlo.
¡Qué resquemor queda cuando te quedas al margen de la delicia de un plato!



miércoles, 29 de octubre de 2014

Alguien a quien amar

"¡No te preocupas por nadie!..., me preocupo por ti"
Cuando la conciencia que durante tantos años has obviado y evitado aparece en forma de hermoso rostro de ojos inocentes que juzgan en silencio en un niño desolado y perdido que mira, oye y calla pero lo dice todo con su inmutable y estática presencia, con su observador sentido visual que refleja lo peor de uno mismo, el retrato sutil y perfecto del egoísmo de elegirse uno, la adicción extrema a cualquier cosa, la nulidad para relacionarse, el miedo de la convivencia, el cobijo protector de la soledad, la violencia verbal ante el caos interior, impotencia y pánico de asumir compromisos, terror de vivir cuando no se sabe, pavor a la soledad del amanecer..., todo ello en el diseñado marco trágico de un artista que se protege del mundo y de sus sentimientos a través de su música, sus composiciones y su rutina bien establecida.
Se dice poco con palabras, se expresa mucho con imágenes, con magistrales-delicados-superfluos contactos piel a piel, inteligente impacto de subliminal mirada con mirada que aterra y fascina por comunicar una verdad nunca expresada con sonido ni dicha con voz, toda una maravillosa y exquisita pieza de arte de escenografía gélida y distante, ambiente cortante e inexpresivo, vacíos emocionales continuos que esconden un polvorín de vergüenza, rencor y ansiedad, una calidez no expresada, responsabilidad no descubierta y un error incesante que carcome y devora todo pensamiento, envuelto en la delicia de abrazo y tierno roce de unas profundas, rasgadas y emocionantes canciones de maravilla sonora, acústica soberbia y fotografía enamoradiza que endulzan tus oídos, templan la vista, suavizan el espíritu y acompañan fantásticamente la impresionante interpretación de Mikael Persbrandt como padre desaparecido-abuelo furtivo-adicto a todos los malos de un pasado hereditario del que no es responsable y culpable de un presente agónico que le frena, descompone, asusta y que no puede ni quiere asumir.
Rompedora explosión de mucha observación, adrenalina contenida y fervor atronador silenciado, alma solitaria y en pena acorralada por sus propios miedos y con tendencias destructivas de todo lo que le importa, obra expresionista de como Mr.Hyde se vuelve persona, más humano y deja de golpear, destruir, herir y devorar la sangre de quienes le rodean y la suya propia.
Sufre con él, padece por él, siente junto a él, respira en sus forzadas ausencias, castiga su borde presencia, una fuente inagotable de tristeza, dolor y martirio que no encuentra salida más allá de la rabia, rebeldía e incomprensión de un inestable y asustado adulto más niño que su sereno, afligido y descorazonado nieto bien hallado que es la necesitada y urgente respuesta a esa pregunta que nunca tuvo coraje de formular.
Cautivador relato de vivencia sentida que desgarra y descompone, anula y asfixia pero capaz de reconfortar y complacer plenamente por su sabiduría y sensibilidad argumental y un portento de actor que impresiona, atrapa y se come la pantalla.
Adelante, pues, con su sabrosa digestión de acompañamiento querido en la ahogada y suplicante sentencia "..., porque Noa, ¡soy tu maldito abuelo!, proyecto de familia y esperanza.



martes, 28 de octubre de 2014

Vamos de polis

No se si porque iba con expectativas muy bajas o porque me ha pillado en un día tonto de hora baja y momento malo pero, la verdad, no me ha parecido ¡tan mala como esperaba! -cojamos este comentario con cuidado y sin que sirva de precedente, por favor-.
Dos perdedores rondando la treintena que utilizan el uniforme de policía para ganar la confianza que nunca tuvieron y que sirve de excusa para un montón de escenas de relleno decorativo de comicidad dudosa según cada cual y contenido banal y nimio hasta que estos sustitutos de Starsky y Hutch se meten e un lío serio y deben decidir si seguir bajando la cabeza y volver al olvido de donde venían o "...dejar de ser unos gallinas..." y actuar con heroicidad patética, torpeza instintiva e intenciones honorables que se estrellan contra su propia incompetencia novata.
Tiene escenas de bulto estético de gusto incomprensible y exceso en su forzada provocación de la risa espontánea combinada con otras más aceptables de perfil más correcto, enfoque más digno 
y ligera trama decente asomando por sus entrañas, una combinación que funciona por momentos alternos y según el estado de ánimo de los ojos que miran pues no engaña ni cumple lo que no promete; estos policías de corte y pega aspirantes al espíritu de "Policías rebeldes" ofrecen lo esperado, más de lo mismo visto en estas comedias prototipo de exigencia leve y entretenimiento superficial que puede valer como esparcimiento temporal y diversión tibia inesperada pues posee algún toque decente que vale la pena junto con muchos otros de escala menor.
Sabe bien al nivel que pertenece y cumple correctamente sus funciones, tú también lo sabes por ello no admito lamentos ni quejas si decides escogerla.
Estos ilusionistas del humor distendido, la carcajada no siempre lograda y la juerga vendida con más propósito que efecto actúan con sinceridad, modestia y sin pretensiones inalcanzables, si la sacas de ese área de actuación es desastre seguro, si entras tú en el juego previsto de tonterías planificadas, incidentes endebles, bobadas a la carta y ñoñerías por doquier junto a algo parecido a la seriedad y deseada sobriedad argumental más la presencia sorprendente -aunque esperada pues aparece en el tráiler- de un Andy García de camino a su casa que hace una parada de excepción voluntaria o forzosa según sus posibilidades de elección de papeles a interpretar...,¡ya sabes lo que hay!, sirve para un breve momento de recesión de la rutina diaria.
Repito, ¡no es tan mala como esperaba!, aunque..., cojamos este comentario con cuidado y sin que sirva de precedente ¡por favor!



God`s pocket

En God's Pocket todo se sabe, todo se perdona, todo se soluciona excepto no ser uno de ellos, excepto no ser de God's Pocket.
Y ese es el supuesto crimen de nuestro protagonista, un  marido que deambula intentando pagar las deudas adquiridas y complacer a su mujer cuyo hijo a muerto y desencadena una pequeña revolución clandestina de ajuste de cuentas más el añadido de un borracho periodista que está más interesado en llevar a la cama a la viuda que cubrir la noticia.
Todo ello en un escenario oscuro, grotesco y agrio, de fotografía abrupta y grosera muy representativa de la clase de barrio áspero y rudo que se quiere dar a entender.
Basado en la novela de Peter Dexter técnica y estéticamente es muy adecuada, satisfactoria y precisa en sus logros visuales no así tanto en sus personajes y el guión que manejan a pesar del elenco de actores que desfilan y el esfuerzo, interés e implicación en la producción de un Philip Seymour Hoffman que, como despedida y último trabajo ofrecido antes de su triste fallecimiento, no pasará por ser su mejor trabajo ni el más recordado por un papel que podría haber tenido más vida, más efectividad para capturar la atención del espectador y su ansia de seguirlo.
John Slattery realiza una buena dirección que no tiene el efecto deseado, un argumento que muestra la pequeña mafia sabida y conocida por todos de un barrio que cuida de los suyos y desprecia a los de fuera pero que ha olvidado la intriga, suspense y emoción de su obrar y el arte macabro de sus movimientos, que ofrece el espíritu de su existencia y de su proceder pero sin que roce el alma, el sentimiento o la piel del vidente.
Los observas circular, errar, volver a caminar sin apenas pena ni gloria, crear un circo de movimientos nada sugerentes, sin adrenalina, gracia o entusiasmo, un triste mirar sin apenas implicación o motivación, hastío de digerir su mustio andar, pena de su falta de carisma e intensidad, evidencia clara de un nuevo caso donde la película queda muy lejos del placer de su lectura en letra impresa.
La escenificación de sus tensas vidas, de su brusco trato, de su peculiar recogimiento familiar, de su ironía de hermandad, de su mordacidad pretendida, de sus desesperadas decisiones, de sus malabarismos buscando dejar atrás la angustia de un 
equilibrio nunca poseído da un resultado pobre, demasiado vago y superficial, sin atractivo que capture tu curiosidad o seducción que mantenga tu mirada, un ver-callar-oír que no despierta los sentidos y que enmudece lentamente tu voz ante posible segura protesta -nada peor que la ignorancia somnolienta- y apaga tu esperanza, ya efímera, de alcanzar una deseable actividad suculenta o apreciación satisfactoria que compense meritoriamente las ganas y el tiempo concedido.
Captas sus intenciones pero no saboreas sus frutos, absorbes la sobriedad de su lectura pero no el gusto de ello, puedes acompañarle por la precipitada ruta de la solución instantánea pero no recoger los sabores de su disfrute, una excursión por las calles y habitantes de God's Pocket que sabe a poco, que apenas se acerca a la muestra de lo previsto, que apenas roza el sentido de lo intuido.
Su pretendida oscuridad se convierte en su mayor azote al no saber manejarla con efectividad, una simple y llana historia que resulta aún más simple y llana de ver y que parece no hacer justicia al rebuscado barrio de nombre mafioso tan irónico y sonoro.



lunes, 27 de octubre de 2014

Cuando despierta la bestia

He echado de menos disfrutar más de la bestia, de sus asesinas garras y voracidad insaciable, saborear con mayor gusto y placer de su despertar, aparecer, estallido y explosión de definitiva aceptación, más violencia física y agresión estética para mis ojos, más escándalo para mis oídos y repulsión para el estómago, mayor portento en su expresión de amanecer, en su incertidumbre de camino y en su conclusión de poder y peligro.
Relato danés de refinada, ligera y apenas perceptible licantropía que se compara con "Let me in" como su hermana pobre pero que queda muy lejos de la deliciosa y suculenta obra remake de Matt Reeves que, sin duda alguna, es muy recomendable tanto como su original sueco "Let the right one in".
Jonas Alexander Arnby presenta un trabajo frío, sereno, pausado y sosegado de espacios distantes, encuadres minimalistas, enfoques claustrofóbicos y fotografía gélida muy propios del cine nórdico sobre el descubrimiento en una muchacha apagada, solitaria y triste de su verdadera personalidad, rechazada y acosada por la comunidad en la que vive y cuyo secreto materno la invita a meditar quién es y la vida qué tendrá, a decidir sobre su coraje, a eliminar el miedo y descubrir la fuerza y placer de su progresivo descubrimiento.
 Quien busque adrenalina, movimiento sin descanso, sustos repentinos o vivacidad furiosa se equivoca de película, es sutil, frágil, de evolución moderada y explosión apenas perceptiva, busca más el reflejo cognitivo de sentirse atrapado y cazado, el miedo psicológico de su llamada de la naturaleza, la cohibida presencia que se desnuda y vuelca en instinto defensivo, la asunción inevitable de su propia diferencia que llamar la atención con fuegos luminosos de sangre roja y artificios malabares de adorno publicitario.
Aún con sus decididas y buenas intenciones no cumple con las perspectivas previstas ni las demandas esperadas, es demasiado ligera, superficial y escasa en su ofrecimiento, son evidentes las ganas de más y sensación de satisfacción no cumplida que rondan en tu cabeza.
La feroz bestia de agresividad hambrienta apenas enseña sus uñas y cuatro pelos en la espalda, muestra demasiado débil y endeble para saciar la curiosidad y apetito de su misterio prohibido.
Al igual que la mayoría de películas de terror que colman la pantalla hoy en día abusan del espectáculo visual y el ruido sonoro sin apenas consistencia meritoria en su contenido, a este breve relato le sucede lo contrario, correcta armonía de delicadeza e intuición pero no estaría mal que el pretendido lobo tomase un solomillo crudo de procedencia directa y exclusiva de la víctima como abre-apetito suculento y osara enseñar más sus dientes y colmillos,
¡Ni no poder dormir de la impresión ni que su impresión pueda alentar a ello!
¡Ni tanto ni tan poco!



Walk of shame

"Una día de furia" endulzado, de ñoñería paupérrima al que le han vestido un traje de escote pudiente y color reluciente y de locura frenética olvidada pues hay que volver a refrescar el significado de diversión y entretenimiento válido en el diccionario de creación y dirección mínima para complacer al público asistente.
Angelina Jolie ya hizo, con mayor acierto, su propia versión de presentadora rubia de carrera ambiciosa con un mal día de accidental comienzo cuyos desastrosos enlaces llevan a la ruina y desesperación emocional y a un imprevisto, muy previsto, príncipe encantador al rescate de la bella damisela en apuros.
Aquí, Elizabeth Banks ve la oportunidad de lucir físico y demostrar su valía interpretativa con un filme que sólo la necesita a ella pues se olvida de confeccionar un guión consistente que vaya más alla de la abusiva torpeza de escenas de relleno, una detrás de otra-bulto por atropello-y-tiro porque me toca que, aparte de ser tontas-simples-nimias-llenas de banalidades sin cosistencia, su coherencia es tan vacua y triste que podían añadir las ocurrencias extravagantes que 
quisieran y haberla alargado todo lo que sus estrechas mentes-poco-inventivas hubiesen deseado -o lo que el presupuesto hubiera dado de si-, amén de unos secundarios tratados con desdén y alevosía -¡hasta Pretty Woman necesitó a Richard Gere más de diez minutos!- cuya presencia sólo es requerida porque la hermosa y reluciente princesa necesita de vasallos con los que dialogar para exhibir todo su potencial de honestidad, sinceridad y buen hacer -no olvidemos que ¡es una buena chica!- y un patoso debilitado discurso final ¡con la verdad siempre se triunfa!, ¡se tú mismo! que suena tan hueco y estéril como todo el meollo presentado.
Y el problema no es que se conozca de antemano el principio, medio y final de esta historia poco original de cutre aventura festiva sino que toda la pretendida diversión de este embrollo armado apenas tiene gracia, chispa, carisma o atractivo, simplemente el saturado ver desfilar la corona, peluca y traje amarillo -con finos tacones ¡por supuesto!-de la reina que pretende conquistar la ciudad y comerse el mundo televisivo arrojada al submundo de los bajos fondos, barrios de prostitución, drogas y vagabundos -¡cuidado que se mancha!- solicitando auxilio para volver a su majestuoso palacio.
Vale como DVD de sábado por la noche cuando la película es una excusa para acercarte a tu pareja y acurrucarse entre sus brazos en la comodidad del sofá, vale como cine de sobremesa de domingo en la tele después de una pesada comida familiar porque necesitas distracción vaga que no te haga pensar mucho ni exiga mucho esfuerzo -incluida una posible leve somnolencia recuperada al instante para continuar sin problemas el trabajoso hilo argumental, ¡ironía!-, no sirve como esfuerzo de acudir a la sala del cine y pagar su entrada porque en los casos anteriores la visionas, la soportas con disfrute interrogativo según apetencia momentánea de cada uno, la superas y olvidas, en el último caso maldices y lamentas tu elección -no importa que más haya en cartel-, has perdido tu tiempo y malgastado tu dinero.
Simple, llana, ligera, un sencillo mirar la caja tonta pues la gran pantalla merece más respeto, esfuerzo y consideración aunque ¡no siempre sea así!
Bebe de muchos clásicos de historias tópicas muy repetidas mil veces vistas pero no sabe confeccionar un estilo propio con todo ello.
No distinguirse del resto en el mundo del Séptimo Arte supone la muerte de tu trabajo, la condena de tus ideas y la ignorancia de tu audiencia.



domingo, 26 de octubre de 2014

El juez

Débil, sin energía, emoción o entusiasmo más allá de un cómodo, sencillo y estable visionado que dada su larga duración no compensa todo el proceso ni su resultado.
Se abre el telón: presentación del personaje; típico abogado sin moral para defender a los malos, con matrimonio fracasado y horrible y relación parental que hace tiempo ya no existe; llamada de teléfono, se cierra el telón; ¿qué ocurrirá?; teniendo en cuenta que por el tráiler ya conoces el problema donde se mete el padre, que adivinas con facilidad pasmosa la presencia de hermanos de trágica historia y ex novia oportuna que merodea por los alrededores, el resto es un dejar pasar el tiempo e ir adivinando sus pasos en un argumento de poca imaginación, ninguna tensión y una estrategia lenta de poco movimiento y tenacidad que sólo llama escasamente tu interés y atención.
Sí, un dúo protagonista fantástico y genial, portentoso y exquisito que sin duda alguna es lo mejor -o único- de todo lo exhibido pero su guión tiene tan poca fuerza, suspense o atractivo, tan poca sal, picante o pimienta que ni siquieta Robert Downey Jr. tiene la oportunidad de lucirse en todo su don interpretativo más allá de unas pocas escenas compartidas con su gran compañero de reparto Robert Duvall.
Dos temas presenta, la relación familiar y el proceso judicial; de este último ni te enteras aparte de acudir al tribunal y oír la sentencia pues deja de lado la adrenalina y pasión de una posible investigación, el desespero de su preparación, la angustia del proceso, el ardor de la resolución, ofrece perspectiva de un suculento Perry Mason en Ley y Orden pero olvida desarrollar el seductor y esperado episodio del caso, su emocionante evolucionar y expectante desenlace, de modo que se centra en "...esta familia es un puto cuadro de Picasso" para llenar todo su insulso transcurrir sólo que tampoco acierta plenamente con su método pues la táctica de ir de escena a cuadro, de cuadro a retrato sin mucho aliciente y aporte ocasional de dato que añada información sobre ese por qué de tan odiosa y distante relación no levanta ni seducción ni ganas ni apetito más allá de un leve recordatorio de esto-ya-lo-he-vivido en cualquier otra película del mismo estilo que te venga a la memoria.
Todo muy conocido y poco sabroso, todo muy correcto y adecuado pero muy visto anteriormente con más regusto y encanto, apenas firmeza o tragedia en unos diálogos que deberían rezumar potencia, vigor, tirantez y fuerza que provoque esos suspiros que el desesperado defensor de su querido padre expone continuamente pero que el público no llega, tristemente, a sentir, un fervor excitante-locura de convivencia-explosión vivaz de un contacto ansiado que nunca se obtiene ni se exhibe con eficacia lograda, excesiva calma y rutina que vive de emotividad sin empuje-sensibilidad sin ganacia-verdades sin rabia-sinceridad sin desafío, de una calidez que no ha sufrido su previo gélido estado, de una supuesta ansiedad que no localiza su acomodo ni unas turbulencias que socorran su pasividad lineal, sobran muchos minutos a una historia escrita de carrerilla, sabida de memoria, apenas recordada al acabar y cuya tristeza y lamento más obvio es el poco rendimiento obtenido de la presencia de estos dos grandes actores.
Respeto y consideración por el tiempo, empeño y esfuerzo pero su ausencia de toque propio y exclusivo que la diferencia de sus muchas hermanas gemelas lleva a sentenciar sin remedio ni alternativa y mucho pesar que nunca ir al juzgado o a visitar a la familia fue tan leve, ligero o poco carismático, que este sonoro juez no impacta ni impresiona ni ofrece nervio o garra, sólo serenidad y bonanza, un dejarlo correr que no deja poso ni huella ni un recordado y digno legado que meditar o comunicar. 



sábado, 25 de octubre de 2014

El chico del millón de dólares

En "Bienvenido Mr.Marshall" se canta a pulmón abierto "Americanos os recibimos con alegría, olé mi madre olé mi suegra olé mi tía..."; eso mismo debieron cantar en el sur de Asia al ver que no Bollywood sino toda una Disney se fijaba en ellos para rodar este "Slumdong millionaire" del béisbol, todo un sueño americano del deporte exportado a zona oriental, tierra devota de la pobreza extrema, la sencillez obligada, la ingenuidad innata y asiento del islam y de la santidad de las vacas y plasmado con la magnificencia y glamour que sólo ellos, los mágicos capitalistas señores de hacer don dinero, poseen para transformar bellos y deseosos cuentos en realidad deslumbrante y pasmosa aunque, aquí ya tenían medio camino recorrido al tratarse de una veracidad que sólo había que adornar en forma de mágico y hermoso relato de un sueño convertido en realidad, un perfecto "a dream come true" que gusta y se devora con facilidad de sumo placer digestivo y cómoda asimilación perceptiva.
Porque su credibilidad al 100% es dudosa dada la fragancia encantadora, jugosa, amable y feliz que respira por todos sus poros -¡el príncipe de Cenicienta lo tuvo más difícil para encontrar la dueña del zapato perdido!- aunque, supongo que es lo de menos pues únicamente tienes que dejarte llevar por su enamoramiento progresivo y evolución seductora y sobrellevar su dulzura general, ternura particular y lágrima ocasional de excesivo endulzamiento con ganas y decoro de inocencia pueril que quier creer y soñar con ellos.
Un argumento de evolución conocida de antemano, pasos anticipados de memoria de un guión basado en hechos reales llevado a la gran pantalla con corrección y eficiencia de sus intérpretes y toda una espléndida y magnífica fiesta fotográfica del lugar de rodaje, color, alegría baile y espíritu de vida que posee esta inconfundible tierra del sol candente, calor abrasador y rezo a una Meca que nada tiene que envidiar ni hacer al lado de su majestuoso y sublime Taj Mahal.
Un "Million dollar arm" americano nacido del concurso británico "Britain's got talent" para encontrar a la oportuna Susan Boyle -actual Paul Potts- que llene corazones y emociones almas expectantes, consumir y degustar este armonioso desfiles de figuras comodín que conforman un tablero de juego consabido, recorrido previsto y desenlace asumible y querido y que aporta sonrisa facilona y amable en rostro sentido y favorable a ello dispuesto a dejarse querer y llevar de la mano por la ruta agraciada de la lotería de Navidad gracias al esfuerzo y talento de dos chavales perdidos en el fin del mundo para unos ojos norteamericanos desesperados por reflotar y mantener un negocio aferrado y directo a su desaparición; la hada madrina toca a sus puertas y concede un deseo de genio de la lámpara, viajar a tierra prometida de fábula posible y enorgullecer a la familia que queda en inhóspita y recordada ausencia.
Es sencilla, simpática, graciosa y cordial, gustosa acogida de abrazo sabroso y tierno, de modo que sonríe, fantasea y vuela con sus protagonistas, siente ese guante perfecto en la mano, ese pie anclado en la hierba, colócate la gorra y proyecta con todas tus fuerzas ese disparo certero de una pelota de velocidad vertiginosa cuyo destino es el paraíso yanqui y su recompensa una vida jamás soñada. 
Todos contentos y a disfrutar del aroma y perfume del cuento narrado.
¡Lanza y que empiece ya!



jueves, 23 de octubre de 2014

Barbacoa de amigos

"Una barbacoa es un ballet donde cada uno tiene asignado un papel, está la tarea de las mujeres y el rol de los hombres"; en un grupo de amigos cada miembro tiene una función y ocupa un lugar que da sentido a la unidad del mismo, el problema surge cuando uno de ellos cambia su posición, se rebela y desequilibra la armonía estructurada.
Comedia sociable, ligera, de buen ritmo y fácilmente llevadera, de duración acorde al entretenimiento ameno que pretende ofrecer, que parte de una presentación de sus clicheados personajes, continúa con el hecho radical que altera la buena sintonía, sigue con el perjuicio que se deriva de ello y finaliza con la reconciliación feliz y vuelta de cada uno a sus posiciones para devolver la identidad al venerado grupo de amistad que nace en la universidad en su época estudiantil.
Un tentempié muy a la francesa, de diálogos frescos, dulzura contextual y fotografía amable que encierra en su recorrido alguna verdad de ironía breve, mucha comicidad tenue y una sugestiva compañía más una suave y agradable sonrisa de media asegurada en tu rostro durante su completo visionado.
Apacible, muy digestiva, temporal encanto combinado con ocasional trivialidad oportuna y la conveniente escenificación tópica de otras, ideal para esos días pesados de consumo denso donde tu cabeza necesita descansar con algo de contenido grato que no requiera demasiado esfuerzo pensativo.
Argumento sencillo que se aprecia mucho más y con gran diferencia en su versión original con la chispa y seducción de ese habla que puede decirte "...estoy hasta los cojones de todo..." con picardía, gracia y risa querida, un cariño de amor y amistad que no profundiza en demasía pero tiene buena acogida.
Simpática, de alegre camino es un adecuado kit-kat para el agobio y exceso de la rutina, no pasa por ser la mejor representante del género aún-no-instituido de las comedias de amigos pero aporta lo justo y necesario para relajar, divertir y ocupar ese tiempo de ocio sin demasiadas exigencias ni revelaciones pues opta por aparcar la crueldad y rudeza del drama y elige la templanza acomodada de un estilo simple y familiar de ritmo entrañable y conocido.
Disfruta lo que oferta y no rebusques lo que no tiene pues es correcta en su justa medida, adecuada en su precisa línea -más allá es terreno excesivo donde no llega para navegar-; saborea el croissant al que te invita, el menú delicioso -aunque medianamente pobre- que presenta y no anheles un banquete más suculento pues la exquisitez se halla en apreciar lo digerido, no en ansiar lo no comido o cebarse en la carencia de lo compartido.



Encontrados en NYC

Un seductor caballero y sus dispares acompañantes en la magnífica corte de Nueva York.
Sencilla, ingenua, torpe y caótica, una pequeña joya exquisita y encantadora que no destaca por nada en concreto pero que lo dice todo con claridad chistosa y lenguaje callejero, pequeña y discreta en su presentación pero cuyo aroma y deje perdura con fondo y riqueza de pretensión ninguna, el simple recuerdo de un grato y placentero filme que narra la accidental y fortuita excursión de un día de un trío peculiar, simpático y ameno que lo cambiará todo, el placer y la hermosa dificultad de encontrarse, de empezar tu vida, de descubrir quién eres.
Ambiente distendido, fotografía urbana, guión dicharachero, un argumento modesto y humilde que invita a soñar, a vivir la vida y no seguir esperando, dejar de desear en esa incomodidad estática que atrofia el pensamiento y nubla la razón y actuar, escuchar a la ciudad y avanzar con su movimiento, atractivo irresistible por su esmerado efecto con tan pocos recursos disponibles.
Interesante por su sorprendente efectividad dada la simpleza de su actuación, tres colegas dormidos en su espíritu, hastiados en su alma y olvidados por la sociedad perdidos en la gran manzana cuna-rodaje de Spiderman, el hechizo de la comunicación con gestos y miradas, la dulzura de entenderse sin entender "ni papa", inesperado café adorable, edulcorado y relajante para conformar la comodidad de la narración de un Gulliver de cuento veraz que encuentra su acomodo en el mundo sin pretenderlo ni quererlo, vivacidad en la aventura mareante y excitante de quién eres, a dónde perteneces, qué quieres.
Bella de un modo patético, cutre y alentador, sugestiva por su estrambótico y bobo deambular, triste y absurdo comenzar de un príncipe que busca su castillo y su princesa, aires nuevos para respirar y motivación para la esperanza que reviva su ilusión.
Se disfruta con facilidad asombrosa, se recuerda con cariño inaudito, fábula risueña y alegre sobre el despertar de la somnolencia contada como quien no quiere la cosa, ocurrencia estúpida de consecuencias imprevistas surgida de una de las muchas charlas tontas y banales entre los amigos que guarda una sutil y hermosa esencia en su interior, el latir de un corazón que quiere volver a latir.
No es gran cosa, no cuenta nada nuevo, posee conversaciones básicas y ordinarias de gusto y sensibilidad a prueba de fuego, ironía graciosa de lenguaje burdo y famélico que esconde la grandeza aburrida de una vasta juventud de hoy en día, un ilusionista sobrado de amistad-necesitado de amor que aprovecha la primera excusa para subirse al tren de destino la ciudad-que-nunca-duerme y futuro siempre abierto a lo incierto. 
Facilona en su desastre, atropellada en su simpleza, en su timidez de miras y acotado previsto alcance pero, ¡para qué negarlo!, gusta no se sabe por qué y se recuerda con sabor placentero, sonrisa delicada-suave-inesperada que va perfilándose en el rostro con la tenacidad de un hermoso cuento narrado con modestia, moderación y mucho ímpetu.
Vuelve a ser por breve instante el creador de tu armonía, el trovador de tus canciones, un caminante hacedor de sus pasos y obrador de su vida, un espontáneo Alquimista de embrujo cotidiano, ¿hay algo más hermoso?
¡Aviso!, según la animosidad de cada uno puede alentar su individual embellecimiento.



miércoles, 22 de octubre de 2014

Betibú

Un muerto de peso cuyo nombre abre los telediarios y es portada de los periódicos desencadena una investigación que supone la vuelta a los ruedos de una escritora de facilidad ensimismada para las palabras y de un don meticuloso para la observación, acompañada de un hábil veterano muy curtido pero de retiro forzoso en crónicas menores y un joven principiante de nombramiento postizo, sin maneras ni arte cuya sombra les acompaña sin lograr iluminar mucho más allá del nombre del actor protagonista, Alberto Ammann, un suave y templado trío concertado por un José Coronado como director de orquesta que sirve de reclamo publicitario para vender la película y, un aroma cálido de abrazo tenue que envuelve las relaciones de los componentes que mueven y descubren la trama que oculta tan apetitoso asesinato.
Elementos conocidos de éxito argentino anterior (El secreto de sus ojos) con un ritmo sereno y plácido de técnica precisa, fotografía suave y acomodo perceptivo que oferta un suspense que deja entrever 
más de lo que confirma pues todos sus depurados, elegantes y pulcros movimientos son reforzados con tibieza por un hecho cuyo raso impacto explosivo no parece acorde al misterio e intriga contundente que pretende rezumar a cada lento, sobrio y delicado paso de avance.
El espectador se pierde momentáneamente entre nombres y enlaces no ofrecidos con inteligente claridad ni límpida evidencia expositiva más un recurso final a matones secretos de alto standing poderoso que resulta extemporáneo dada la finura, entereza y considerada maña de todo el proceso.
Una exquisita pareja centro de tu constante atención y mirada intuitiva, con un adorable y notable Daniel Fanego que abarca todo el encanto de un añejo proceder y estilo peculiar de amar una profesión son la comitiva de bienvenida y recepción continuada a un género que respeta el contexto, ambiente y aroma que quiere dar a conocer y en el que se place con armonía, gusto y consciente paciencia para guiar al espectador por la ruta del enjambre sabroso que permite recorrer las diferentes paradas de este thriller de poco ruido pero muchas nueces.
Adoras su andar, el perfume que respira, su fragancia escénica, la sutileza de su estética, el cuidado de sus formas, es graciosa la referencia a Betty Boop y simpática la anécdota de su historia -aunque poco atractiva y sugerente en la práctica-, tierno y dulce el romance imperecedero ofrecido a pies juntillas -aunque observado con más gracia y carisma en versiones anteriores-, complaciente su relato aunque lamentas que sólo se moje ligeramente y no profundice hasta el fondo de todas sus posibilidades, tibio y escaso el por qué de todos sus actos, poco motivante su esperado enigma, sobrante el recurso a una "furia" innecesaria, desdeñable la evasión temporal de su seguida y recorrido y la pérdida ocasional de una información no siempre digestiva ni sabia en su aporte interesante con la siempre sospecha inherente de ser una entrañable y querida copia de un original más suculento y placentero.
Válida y satisfactoria más allá de sus obvias carencias palpables nos presenta una Betibú eficiente, apacible y gustosa a pesar de sus pormenores pero sin el ímpetu, brío y encanto de ese magnífico secreto que encierran unos adorables y poéticos ojos de atrape y ensoñación eternas.
Mismo rol y cometido pero perteneciente a una división menor, linda metáfora que no apura todos sus recursos, de impresión esmerada pero no poderosa, lindo feeling y tacto de cautela diplomática y emoción sincera que apuesta con modestia y obtiene unos beneficios acordes a la huella de su inversión.
Recomendable, ingenua y acogedora, de conspiración no tan intrigante ni insidiosa  "...no se sabe por qué, quizás nunca se sepa" 





martes, 21 de octubre de 2014

Muerte en Buenos Aires

Tu primera impresión es de extrañeza, mareante confusión que no tiene pies ni cabeza para pasar a un ¡qué cachondeo de personajes!, ¡qué burla de investigación cómica y patética!, hasta que la bufonada que están viendo tus ojos encaja en el contexto que describe, una Argentina de 1989 sede de la corrupción judicial y policial a todos los niveles, con apagones intermitentes de iluminación, donde todo se realiza desde un cómodo andar-por-casa, se soluciona en familia sin armar mucho ruido cobrando cada uno la tarifa correspondiente y asignándole al tonto o cacique de turno la culpabilidad del acto en sí; sencillo, sin problemas, todos contentos -menos el susodicho, evidente- y cada uno a lo suyo sin molestar al de al lado.
Un muerto rico, un juez comprado, un pelele de jefe de policía y un colombo nada pulcro ni atractivo que se pica y decide hacer bien su trabajo, con una compañera estrambótica de corte decorativo y un gancho novato clave del siciliano desenlace, todo ello envuelto en un tufo de aroma homosexual que juega a armar revuelo, crear confusión y no acabar de confirmar nada.
Un cuadro pintoresco, triste y estrafalario al mismo tiempo, de mezcla irreverente y risa tonta por el despropósito vertido, con una música estridente y sonora de narrador de fondo, relato que gusta o lo envías a la porra por cansancio como esos monólogos que sigues para comprobar a dónde te conducen o lo olvidas y te entretienes con otra cosa.
La pareja protagonista formula un buen tándem de nulidad y torpeza circulatoria, una charlotada de recorrido que respira un aire de respeto tenue por esconder más de lo que parece a simple vista y ser una denuncia irónica y mordaz de la podredumbre y miseria, vergüenza y descaro que dominaba los altos cargos policiales, judiciales y los menores de asegurada boca sellada.
Es una buena idea, de contenido acusación-informativo, no realizado con demasiada habilidad y arte para que el público lo capte al instante; cutre y rudimentaria, de espíritu válido sin presentación estética seductora pero un fondo que vale la pena si sabes hacer una lectura más allá de su apariencia superficial pues sus armas y debilidades son la misma cosa, una simpleza y parsimonia en su andar, un paseo informal y caótico muestra ejemplar de una forma de proceder y colaborar en un lugar, tiempo y espacio en concreto.
Es suficiente su sabor si la sitúas en el entorno correcto y aprecias sus singulares aportaciones de descaro ofensivo y guasa penosa; si no sabes valorar su interior digno en formato de banalidad vacua y pitorreo con sustancia, te sabrá a nada.
No la desprecies de inmediato sin una oportunidad de atención e interés merecido no pernicioso pues ofrece un andar sin sentido ni motivación que tiene más sentido y motivo de lo esperado. 



lunes, 20 de octubre de 2014

Aire libre

"Ya no existo para ti, ¿verdad? ¿Y yo? ¿Existo para ti?", herida más mortífera que dejar de amarse.
Camino a la perdición emocional de una pareja avenida, autodestructiva relación de incremento dañino en el día a día, sutil y delicada plasmación de la distancia hecha presente, de la agresión involuntaria surgida espontáneamente, tensión, desespero, aborrecerse mutuamente, una lentitud en los pasos y en la observación de sus andares que lleva a la pesadez y lejanía de su pobre comunicación, a la ignorancia mutua, al olvido de lo que les une, a no compartir nada excepto el amor por un hijo y la supuesta construcción de su hogar al tiempo que su relación se va a pique con un genial paralelismo de la reconstrucción fisica de su futura casa mientras ocurre la demolición emocional de ellos como núcleo parental y pareja avenida.
Interpretaciones sensibles, cercanas y sentidas, palpables en su escondido rencor, en su frustración enérgica, en una creciente rabia de poderío voraz que busca víctima inocente a quien golpear, para un 
guión que sin grandes gestos ni virajes de espectáculo potente expone el colapso de una vida compartida y la explosión inevitable para poder respirar, para dejar atrás esa contaminación ambiental que supone el compartir espacio y encontrar aire libre, un argumento que se mueve a cuentagotas en su mortecina rutina, que se desplaza sin ruido ni apenas movimiento y que busca tu atenta y voluntaria mirada pues su anonadada sencillez y entumecimiento de sus gestos expone la ruptura del viaje compartido, esconde una verdad atroz y resistente, el arte de decirlo todo sin expresar nada, ese letal observar silencioso que es fácil  abandonar y dejar atrás pero que expresa con humildad, contundencia y sin escándalos de show atractivo el derrumbe de un proyecto en común, la falta de respeto mutuo donde una vez hubo amor y la vorágine en caída descendente y sin control hacia la agresión recíproca y un desesperado intento de reconstrucción de lo que, minuto a minuto, se cae a pedazos.
Una historia sencilla y común, conocida y familiar, sin sorpresa repentinas ni opulencia representativa, honesta y sobria en su exposición cuya atención demandada es, a la par, fácil de otorgar-fácil de perder pues su oferta es sincera, pasiva, de visión inerte, la simple grandeza de mostrar una relación agonizante que muere lentamente hasta rozar la línea de convertir su olvidada pasión y delirio en odio bilateral, ausencia comunicativa de graves consecuencias que seduce o aburre al mismo nivel pues no tiene importancia ni destaca en su rutina de lo cotidiano pero es única en la historia personal de esta familia que se evapora en el aire y pierde su rumbo inicial de partida.
Energía oculta en forma de desasosiego, externa calma de andar pausado que esconde su tensión, tirantez en su ávido interior, tranquilidad de amargura envolvente que puede cautivar tu interés o desesperar tus anhelos y apetencias, una envoltura aquietada de sufrimientos afines que motiva o anula por igual, fifty-fifty, por tanto, un aprobado neutro en su resultado para unos personajes corrientes que no sacian tu apetito ni colman tu digestión aunque, la distendida recepción de su ira en aumento nutre lo suficiente para permitir una visión cómoda y serena de propensa estabilidad, vívida ironía vigente dado el caos emocional que expresan sus protagonistas.
Gusta por su nivelado equilibrio sin ansiedad latente o adormece, justamente, por lo mismo, tanto monta-monta tanto.