martes, 28 de octubre de 2014

God`s pocket

En God's Pocket todo se sabe, todo se perdona, todo se soluciona excepto no ser uno de ellos, excepto no ser de God's Pocket.
Y ese es el supuesto crimen de nuestro protagonista, un  marido que deambula intentando pagar las deudas adquiridas y complacer a su mujer cuyo hijo a muerto y desencadena una pequeña revolución clandestina de ajuste de cuentas más el añadido de un borracho periodista que está más interesado en llevar a la cama a la viuda que cubrir la noticia.
Todo ello en un escenario oscuro, grotesco y agrio, de fotografía abrupta y grosera muy representativa de la clase de barrio áspero y rudo que se quiere dar a entender.
Basado en la novela de Peter Dexter técnica y estéticamente es muy adecuada, satisfactoria y precisa en sus logros visuales no así tanto en sus personajes y el guión que manejan a pesar del elenco de actores que desfilan y el esfuerzo, interés e implicación en la producción de un Philip Seymour Hoffman que, como despedida y último trabajo ofrecido antes de su triste fallecimiento, no pasará por ser su mejor trabajo ni el más recordado por un papel que podría haber tenido más vida, más efectividad para capturar la atención del espectador y su ansia de seguirlo.
John Slattery realiza una buena dirección que no tiene el efecto deseado, un argumento que muestra la pequeña mafia sabida y conocida por todos de un barrio que cuida de los suyos y desprecia a los de fuera pero que ha olvidado la intriga, suspense y emoción de su obrar y el arte macabro de sus movimientos, que ofrece el espíritu de su existencia y de su proceder pero sin que roce el alma, el sentimiento o la piel del vidente.
Los observas circular, errar, volver a caminar sin apenas pena ni gloria, crear un circo de movimientos nada sugerentes, sin adrenalina, gracia o entusiasmo, un triste mirar sin apenas implicación o motivación, hastío de digerir su mustio andar, pena de su falta de carisma e intensidad, evidencia clara de un nuevo caso donde la película queda muy lejos del placer de su lectura en letra impresa.
La escenificación de sus tensas vidas, de su brusco trato, de su peculiar recogimiento familiar, de su ironía de hermandad, de su mordacidad pretendida, de sus desesperadas decisiones, de sus malabarismos buscando dejar atrás la angustia de un 
equilibrio nunca poseído da un resultado pobre, demasiado vago y superficial, sin atractivo que capture tu curiosidad o seducción que mantenga tu mirada, un ver-callar-oír que no despierta los sentidos y que enmudece lentamente tu voz ante posible segura protesta -nada peor que la ignorancia somnolienta- y apaga tu esperanza, ya efímera, de alcanzar una deseable actividad suculenta o apreciación satisfactoria que compense meritoriamente las ganas y el tiempo concedido.
Captas sus intenciones pero no saboreas sus frutos, absorbes la sobriedad de su lectura pero no el gusto de ello, puedes acompañarle por la precipitada ruta de la solución instantánea pero no recoger los sabores de su disfrute, una excursión por las calles y habitantes de God's Pocket que sabe a poco, que apenas se acerca a la muestra de lo previsto, que apenas roza el sentido de lo intuido.
Su pretendida oscuridad se convierte en su mayor azote al no saber manejarla con efectividad, una simple y llana historia que resulta aún más simple y llana de ver y que parece no hacer justicia al rebuscado barrio de nombre mafioso tan irónico y sonoro.



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