jueves, 23 de octubre de 2014

Barbacoa de amigos

"Una barbacoa es un ballet donde cada uno tiene asignado un papel, está la tarea de las mujeres y el rol de los hombres"; en un grupo de amigos cada miembro tiene una función y ocupa un lugar que da sentido a la unidad del mismo, el problema surge cuando uno de ellos cambia su posición, se rebela y desequilibra la armonía estructurada.
Comedia sociable, ligera, de buen ritmo y fácilmente llevadera, de duración acorde al entretenimiento ameno que pretende ofrecer, que parte de una presentación de sus clicheados personajes, continúa con el hecho radical que altera la buena sintonía, sigue con el perjuicio que se deriva de ello y finaliza con la reconciliación feliz y vuelta de cada uno a sus posiciones para devolver la identidad al venerado grupo de amistad que nace en la universidad en su época estudiantil.
Un tentempié muy a la francesa, de diálogos frescos, dulzura contextual y fotografía amable que encierra en su recorrido alguna verdad de ironía breve, mucha comicidad tenue y una sugestiva compañía más una suave y agradable sonrisa de media asegurada en tu rostro durante su completo visionado.
Apacible, muy digestiva, temporal encanto combinado con ocasional trivialidad oportuna y la conveniente escenificación tópica de otras, ideal para esos días pesados de consumo denso donde tu cabeza necesita descansar con algo de contenido grato que no requiera demasiado esfuerzo pensativo.
Argumento sencillo que se aprecia mucho más y con gran diferencia en su versión original con la chispa y seducción de ese habla que puede decirte "...estoy hasta los cojones de todo..." con picardía, gracia y risa querida, un cariño de amor y amistad que no profundiza en demasía pero tiene buena acogida.
Simpática, de alegre camino es un adecuado kit-kat para el agobio y exceso de la rutina, no pasa por ser la mejor representante del género aún-no-instituido de las comedias de amigos pero aporta lo justo y necesario para relajar, divertir y ocupar ese tiempo de ocio sin demasiadas exigencias ni revelaciones pues opta por aparcar la crueldad y rudeza del drama y elige la templanza acomodada de un estilo simple y familiar de ritmo entrañable y conocido.
Disfruta lo que oferta y no rebusques lo que no tiene pues es correcta en su justa medida, adecuada en su precisa línea -más allá es terreno excesivo donde no llega para navegar-; saborea el croissant al que te invita, el menú delicioso -aunque medianamente pobre- que presenta y no anheles un banquete más suculento pues la exquisitez se halla en apreciar lo digerido, no en ansiar lo no comido o cebarse en la carencia de lo compartido.



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