domingo, 26 de octubre de 2014

El juez

Débil, sin energía, emoción o entusiasmo más allá de un cómodo, sencillo y estable visionado que dada su larga duración no compensa todo el proceso ni su resultado.
Se abre el telón: presentación del personaje; típico abogado sin moral para defender a los malos, con matrimonio fracasado y horrible y relación parental que hace tiempo ya no existe; llamada de teléfono, se cierra el telón; ¿qué ocurrirá?; teniendo en cuenta que por el tráiler ya conoces el problema donde se mete el padre, que adivinas con facilidad pasmosa la presencia de hermanos de trágica historia y ex novia oportuna que merodea por los alrededores, el resto es un dejar pasar el tiempo e ir adivinando sus pasos en un argumento de poca imaginación, ninguna tensión y una estrategia lenta de poco movimiento y tenacidad que sólo llama escasamente tu interés y atención.
Sí, un dúo protagonista fantástico y genial, portentoso y exquisito que sin duda alguna es lo mejor -o único- de todo lo exhibido pero su guión tiene tan poca fuerza, suspense o atractivo, tan poca sal, picante o pimienta que ni siquieta Robert Downey Jr. tiene la oportunidad de lucirse en todo su don interpretativo más allá de unas pocas escenas compartidas con su gran compañero de reparto Robert Duvall.
Dos temas presenta, la relación familiar y el proceso judicial; de este último ni te enteras aparte de acudir al tribunal y oír la sentencia pues deja de lado la adrenalina y pasión de una posible investigación, el desespero de su preparación, la angustia del proceso, el ardor de la resolución, ofrece perspectiva de un suculento Perry Mason en Ley y Orden pero olvida desarrollar el seductor y esperado episodio del caso, su emocionante evolucionar y expectante desenlace, de modo que se centra en "...esta familia es un puto cuadro de Picasso" para llenar todo su insulso transcurrir sólo que tampoco acierta plenamente con su método pues la táctica de ir de escena a cuadro, de cuadro a retrato sin mucho aliciente y aporte ocasional de dato que añada información sobre ese por qué de tan odiosa y distante relación no levanta ni seducción ni ganas ni apetito más allá de un leve recordatorio de esto-ya-lo-he-vivido en cualquier otra película del mismo estilo que te venga a la memoria.
Todo muy conocido y poco sabroso, todo muy correcto y adecuado pero muy visto anteriormente con más regusto y encanto, apenas firmeza o tragedia en unos diálogos que deberían rezumar potencia, vigor, tirantez y fuerza que provoque esos suspiros que el desesperado defensor de su querido padre expone continuamente pero que el público no llega, tristemente, a sentir, un fervor excitante-locura de convivencia-explosión vivaz de un contacto ansiado que nunca se obtiene ni se exhibe con eficacia lograda, excesiva calma y rutina que vive de emotividad sin empuje-sensibilidad sin ganacia-verdades sin rabia-sinceridad sin desafío, de una calidez que no ha sufrido su previo gélido estado, de una supuesta ansiedad que no localiza su acomodo ni unas turbulencias que socorran su pasividad lineal, sobran muchos minutos a una historia escrita de carrerilla, sabida de memoria, apenas recordada al acabar y cuya tristeza y lamento más obvio es el poco rendimiento obtenido de la presencia de estos dos grandes actores.
Respeto y consideración por el tiempo, empeño y esfuerzo pero su ausencia de toque propio y exclusivo que la diferencia de sus muchas hermanas gemelas lleva a sentenciar sin remedio ni alternativa y mucho pesar que nunca ir al juzgado o a visitar a la familia fue tan leve, ligero o poco carismático, que este sonoro juez no impacta ni impresiona ni ofrece nervio o garra, sólo serenidad y bonanza, un dejarlo correr que no deja poso ni huella ni un recordado y digno legado que meditar o comunicar. 



No hay comentarios: