domingo, 19 de octubre de 2014

The equalizer

"Los dos días más importantes de tu vida fueron cuando naciste y cuando descubres por qué"; los dos momentos cruciales de esta historia fueron cuando se tuvo la idea y cómo se decidió llevarla a la práctica.
¿Qué te atrae de esta película? Su protagonista, su esperada acción y que está basada en una serie de los 80 del mismo título más el aliciente de un director que ya ha demostrado su valía en anteriores trabajos.
¿Qué obtienes? Un Denzel Washington elegante, pulcro y perfeccionista de su personaje que sabe explotar la jugosa combinación calidez de una mano amiga-frialdad de la mano ejecutora, una acción -¡cuando por fin aparece!- limpia, cortante, impactante y muy efectiva en su precisión visual y efecto artístico y..., muchos minutos de prolongación inagotable de película que sobran, que resultan pesados y cargantes y que estropean lo que hubiera sido una delicia si hubiesen ubicado con concreción sus objetivos y dejado de añadidura de tiempo que amplia innecesariamente el espacio alentando el hastío, el cansancio y las ganas de que se los cargue ya a todos y acabemos de una vez.
Porque aceptas de antemano el cliché preparado, víctimas humildes de gran abuso e injusticia latente que revuelve las carnes -en realidad las situaciones planteadas son bastantes ñoñas, débiles y carentes pero, te da igual, vamos a lo que vamos-, un malo espeluznante al que hay que cargarse y ahogar en su vómito, ¡no hay otra! -el toque ruso y la excentricidad de su habla un tópico sobrante de poca imaginación- y, un caballero héroe justiciero siempre ex-miembro de la CIA, espía retirado o lo siguiente similar que se les antoje que despierta de su somnolencia voluntaria ante tanta maldad y crueldad sufrida por los que le rodean -la verdad, no es para tanto- y encadena una sucesión de pasos que ya no podrá detener convirtiéndose en el tío bondadoso, el vecino familiar querido al que acudes veloz en busca de socorrida ayuda.
¿Resultado final? Veamos..., después de una presentación tediosa, lenta y larga de la situación y de la cariñosa y apacible convivencia llega el primer toque sugerente de violencia, adrenalina y acción potente de fuerza esperada, de ahi a otro incidente más suave y ligero apenas gustativo y un tercero que debes intuir porque ni se molesta en mostrar los planos que todos queremos ver y compartir pero bueno, hemos llegado hasta aqui y ¡por fin llega la respuesta del cabreado adversario!, así que continuamos y aparece un decente Bourne-apasionado McGiver  que trabaja en el paraíso de las herramientas y que alienta con fervor tu ímpetu y brío y complace con mayor satisfacción el pobre hallazgo obtenido hasta el momento.
Y da igual que cambiemos al actor protagonista -lo único digno que merece la pena ver y que está a la altura de lo buscado- por Neeson, Statham, Damon, Willis, Stallone o quien se quiera, el problema es la languidez y desgana absorbente que emana un filme que agota y asfixia lentamente y que apenas revive el espíritu de una valiosas series de antaño que si Edward Woodward o Charles Bronson pudieran opinar en buen lugar dejarían a un Antoine Fuqua que se ha excedido en duración y pretensión manifiesta, que no ha encontrado el equilibrio que lo ajuste todo con precisión ambiciosa y que se limita a servir los platos ordinarios de un menú consabido de memoria para conformar una degustación poco suculenta-apenas sabrosa de momentos puntuales de activación esperanzada que alivian ocasionalmente la evidente desconexión y compensan tenuemente la falta de carisma del relato pero, que prontamente vuelve a sus andares de formato standard de eficiencia neutra y aliciente vaporoso pues su anhelada energía no coge consistencia ni remata con acierto el pretendido cuadro pintado.
Flaco favor para el público, el proyecto y el logro obtenido, sin justicia aparente ni protector que de confianza.



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