viernes, 31 de julio de 2015

Playing it cool

La historia de ‘A Many Splintered Thing’ presenta a un chico que ha dejado de creer en el amor, hasta que una noche, en una cena de recaudación de fondos para caridad, conoce a una chica que le roba el corazón. El problema para él es que la muchacha está comprometida, pero no puede dejar de verla, así que se propone iniciar una estrecha relación de amistad que, quizá con el tiempo, lleve a algo más.


Aspira a un análisis cognitivo del amor, de su amplio significado y matices según a quién preguntes pero, se topa con la nulidad de no saber manejar tan ostentoso material.
Todos buscamos el amor, deseamos encontrarlo, sentir su irresistible seducción, su fascinante emoción, cada cual a su manera pone sus normas, acepta la forma en que llega, abanico de diversidad sin reglas excepto las que adquieren validez para cada uno, soñada utopía cuya realidad abarca más allá de la tierra prometida pues, tiene el don de componerse de maravillosas imperfecciones que lo hacen único y diferente a lo buscado.
Presentación de Chris Evans como escritor incapaz de escribir novelas románticas por no creer en el amor, herido en su esencia se niega a participar de tal mentira y farándula, que cree en si mismo y en la oportunidad que le blinda dicho guión, en el cual también participa de la producción, para lucir sus artes interpretativas al ser el protagonista absoluto de todas las escenas, jugando a disfrazarse para representar variadas secuencias marcadas por el ritmo de su voz en off.
Y, está bien, "he's cool", sale muy airoso de cada fotograma, palabra y acción, cumplido crédito para una historia que vive de historias en ese intento 
forzado de ser diferente, genial e ingenioso y plasmar, ese desorbitado sentimiento de explosión interior que acelera el corazón, nubla la mente y colapsa la estable rutina, con gracia, soltura y ocurrencia, objetivo que cumple por breves y aislados momentos que se rodean y contaminan de muchos otros pedantes, cansinos, de fotografía estridente y anodina que nada aportan aparte de sopor por que pasen los minutos, un vago e insustancial relleno de cháchara desentonada y humor agrio que no va con la música y estropea la melodía.
¿Por qué, los amigos del sufridor aspirante a cateto feliz enamorado, deben ser divergentes y estrambóticos, ridículos y extraños, siempre colocados en esa extrema punta de la irracional lógica, del pasotismo y desdén de la que hacen gala y ostentación y q sólo funciona para si mismos?, ¿ese obsesivo, constante y perpetuo rechazo de lo ordinario, frecuente y simple de la cotidianeidad?, 
pues en general, por esa senda transcurre todo el sofrito de este argumento, el cual es una incesante carrera por presentar el clasicismo de buscar el amor y padecer sus deliciosos y perversos efectos con exclusividad de no caer en los tópicos y clichés conocidos, marcar distancia del prototipo típico miles de veces visto a través de la exposición de diversas maneras de entender el mismo, todas válidas para los ocupantes de su navío aunque al resto, que queda en tierra, le parezca absurdo, pedante e ingrávido, una lucha consigo mismo por lucir aparte siendo nada fructífero.
Diálogos necios que ruedan sin atractivo, escasa comunicación interesante que sobrevive ínfimamente entre tanta tontería circunstancial, la cinta es el capitán América desarmado de sus poderes, expuesto a interpretar y explotando su encanto físico todo lo que puede, con la necesaria chica guapa como objeto de su incontrolado delirio y amigos de compañía para ese retrato de colegas fantásticos por los que darías la vida pues nunca fallan pero ¡aburren al personal!, es decir, lo de siempre narrado con pretensión de originalidad, lo cual significa que da mil vueltas para, como siempre, acabar corriendo detrás 
de la chica, a por ese recordable beso de fantástico final, que arregla cualquier descosido por inconexo e irregular que este sea, desproporción que vive en el margen de lo nimio y extravagante, en ese constante límite que pretende ser su insignia, santo y seña que la destaque y recuerde por encima de los demás pero que se convierte en letargo de escaso aguante.
Como burla ácida del género que representa, como rompe barreras de la tradición que rige la academia de las películas de romance, aceptable intento; como relato, en sí, de amor y todo lo que su llegada supone, no te va a convencer, te va a aburrir, hastío perceptivo y desgana emocional que, en ese intento de ser guay, genial y cool se estrella contra su propia falta de labia seductora y visión avispada, intenta colgarse atributos de interés e inteligencia compositiva que no sabe operar ni llega a acertar, nunca, por mucho que lo intente.
Intentando sobresalir, lo logra por ese desigual recuerdo que no acaba de estar contento con el espectáculo que ha presenciado, pues solicita se dejen de tanta pamplina y vayan a lo demandado, lo necesitado y solicitado.
En esta ocasión, el equilibrio pausado de lo esperado, de lo corriente, de lo tantas veces visto, ¡de lo clásico!, hubiera sido mejor que tanta reflexión barata que huye del plagio y se estampa.
Meditación que no causa beneficios para la salud ni alegría para el alma, sólo escepticismo, incredulidad por su poca gracia y atino.
Decepción doliente, derrape imperdonable.



jueves, 30 de julio de 2015

Bird people

Gary es un norteamericano que llega a París, se registra en un hotel, deja por teléfono su trabajo y a su mujer, apaga su móvil y comienza una nueva vida. 


Laberinto sin salida construida, crucigrama sin resolución oficial a menos que te la fabriques y proporciones a ti mismo, a tu gusto.
El gran héroe americano experimenta, por primera vez, la sensación de volar con una deliciosa patosidad que atraía y encandilaba; el poder de volverse invisible tenía la exquisitez de indagar en la vida de los demás, sin permiso, y estando al tanto de todo sin peligro; aquí, Audrey, junta ambas facultades al transformarse en libre pájaro que vuela sin preocupaciones y con todo a su abasto; por otro lado, también tenemos a Gary quien, tras un ataque de ansiedad por sentirse terrón de azúcar disuleto en el fondo de una taza, decide cambiar de rumbo, soltarse y empezar de nuevo.
Felicidad al alcance de la mano parecen buscar ambos, fábula y realidad intercambiadas donde, ante su aburrida e inapetente visión te preguntas ¿a dónde me quieren llevar?, porque el comienzo es interesante, su sinopsis apetecible pero ¿dónde queda toda esa sugerente idea?, pues ambos realizan sus fines, logran su propósito buscado, evadidos y sin ataduras inician su inesperada y desconocida ruta pero, observándolos me sigo interrogando ¿debo darme por satisfecha?, ¿cree, Pascale Ferran, que con tan poco vale?
Dos partes, el americano que se queda en París y la parisina que a falta de personalidad propia prefiere la de ave que todo lo ve/nadie repara en él, novato en su volátil apariencia que, al igual que su homólogo humano, se enfrentará a los retos y peligros de una diferente existencia, ¿y?, porque, todo el interés que pueda despertar en ti este escrito, es entusiasmo perdido por la presente que escribe, ante la poca gracia y atino para plasmar en imágenes el proyecto descrito.
¿Pretende se le busque un fondo metafórico, lectura reflexiva sobre la rutinaria vivencia y destino a donde ésta nos lleva?, pues suerte, yo pase largo rato pensando si acabarla o ¡ir a otra cosa! y, aún con la ilusión e ingenuidad de que mejore, revivan mis ganas y encuentre simpatía por la muestra referida, ésta no acaba de encajar ni hacer mella; soledad/compañía, voluntaria o escogida, juega con ambos factores alternando sus combinaciones, sueño realizado que mejora la realidad, que te despierta de tu catatónica andadura de sonámbulos pasos pero, "El mago de Oz" tenía más maña y ocurrencia para este tipo de simbolismo, metamorfosis que queda en estéril paso de los fotogramas, para confluencia de ambos interrogantes con respuesta totalmente abierta, en un diferente-pero-similar de poco aprecio dado el previo que hay que atravesar hasta llegar a ellos.
¿Jugar a encontrar la filosofía escondida?, puede ser buena tarea para poder sacar algo de ella pero, en el fondo, sólo hallas una cinta de espíritu rancio que no abre amistad entre el espectador y el personaje, simpatía curiosa que va cediendo al compás de los minutos para remontar leve vuelo final que tampoco es la guinda del pastel, pues éste, de suculenta venta y aspecto, al entrar en su consumo, ha resultado ser pesado y cargante, futil somnolencia por no alimentar, con más intensidad y mérito, las imágenes y ser más atractivo el guión, absorbidas frases y expresiones que sólo aumentan la ida ocasional, o definitiva, de su comprensión y compañía.
La fuerza, elipsis y seducción de Josh Charles y Anaïs Demoustier lo mejor de la historia, su insinuación del cuento de la cenicienta, donde el propio príncipe se rescata y huye del asfixiante castillo para hallar su piedra angular, junto con quien inicia similar travesía, mucha deducción para tan poco alusión y, en general, sopor y desgana si ya te agobias al principio por su lentitud e inconexión, inquietud sin pista de aterrizaje donde descansar si aguantas y logras algo que deducir de la misma o, pasotismo inexplicable dada la curiosidad aniquilada con la que terminas conviviendo.
Mirar por la ventana, fumar, intentar respirar, coger fuerza, hallar valentía y "just do it", como fantásticamente usó la conocida marca para elevar el precio de su producto a niveles desproporcionados, al 
igual que este largo que otorga a sus protagonistas, la automía y emancipación sin sobrecargas, a cambio de imponer al vidente una saturación y recargo misterioso que molesta, aturde y tienta al abandono.
"No pido riquezas, ni esperanzas, ni amor, ni un amigo que me comprenda. Todo lo que pido es el cielo sobre mi y un camino a mis pies", sólo que tú expresas con más habilidad, claridad y arte lo que, estos largos 127 minutos intentan con enorme torpeza, con inútiles e inconvenientes subterfugios y una aleación metafísica que se convierte en su peor amigo y lastre.
"Bird people", gente pájaro a quienes se tiene envidia por la libertad de la que gozan, ¿habría que preguntar a los mismo por la gente?; mejor no sigo escribieno y que cada uno deduzca y haga su contribución personal, más o menos es lo que demanda y espera esta historia de ti..., ¡creo que continuo siendo en exceso optimista!



miércoles, 29 de julio de 2015

Jauja

En la antigüedad, se creía que Jauja era una tierra mitológica de abundancia y felicidad. Se emprendieron muchas expediciones para tratar de encontrar el lugar y comprobarlo. Con el tiempo, la leyenda creció desproporcionadamente. Indiscutiblemente, la gente exageraba, como de costumbre. Lo único que se sabe con seguridad es que todos aquellos que intentaron encontrar este paraíso terrenal se perdieron.


"Jauja", un disfrazado y perverso "jajaja" del responsable de este sedante bodrio.
En busca de su hija Viggo Mortensen, capitaneando todas las somníferas escenas, cuyas instrucciones al uso fueron monta y cabalga, con parada intermitente para observar el paisaje y, de nuevo a la ruta, camino cuyo propósito y sentido sólo tenía en mente Lisandro Alonso; para el resto de cabezas, un a-verlas-venir según comunicado pertinente del director laureado, vete tú a saber por qué ¡dado lo visto!
Mientras el espectador, con esa curiosidad inicial de grato impacto por la novedad de presentación y rodaje, va perdiendo fuelle al comprobar que, toda su belleza estética de planos cuidados y meticulosa fotografía, no pueden mantener su esperado interés intacto y a buen recaudo pues es brutalmente aplastado por el hermetismo hablado, por la escenografía estática, sin aporte de inspirador mensaje, y por un observar la inmensidad bella del paisaje no ratificada por la presencia necesaria del hombre.
Porque, sinceramente, sobran los actores, para una aportación de tal insignifcancia y levedad, mejor nos ahorramos su presencia y disfrutamos de la hermosa naturaleza, historia que no narra, relato que no cuenta, sólo ofrece planos meticulosos y concisos llenos de vaguedad argumental y diálogo anoréxico dado el pobre equipaje e inútil alimento aportado, cuyo bagaje final es un hastiado narcótico que anestesia sin compasión.
No creo que fuera complicado el rodaje pues no hay personaje que confeccionar, sólo vestirse y seguir los ópacos mandatos de quien idea tal tostón visual porque, inevitablemente, vas a ceder, tus sentidos abandonarán aún a pesar del intento de capturar sombra alguna que aporte riqueza cognitiva ya que, toda la sorpresa de indicio en tan curioso escaparate, deja de llamar tu atención al no aportar nutrientes que valgan el esfuerzo; no puedes vivir 101 minutos de delicosa imagen de contenido hueco, vacío pragmático de nulidad lingüística que abofetea tu pesquisa de sabor, vapulea esa angosta búsqueda de un ínfimo deleite que sacie y, aniquila tus esperanzas de hallar esa gloria magnificada que la crítica escribe y sentencia, rotundidad que vienen a confirmar, una vez más, cuán separados están ambos, el ansioso espectador que desespera al no recibir gratitud alguna y, el avispado escritor que sabe cómo ganarse su sueldo porque, al igual que pasa al leer las recomendaciones sobre la lectura de un libro, aquí hay amiguismo, favoritismo y doble lectura pues, en caso contrario, no se entienden las alabanzas a este gigante padre, en lucha con la salvaje natura, para recuperar a su descendiente ida.
¿Has leído la sinopsis?, pues quédate con ella que aporta más información y motivación que la cinta entera, desaborido ocaso que se hace eterno ante una mirada que ya no disfruta con el condimento recibido pues, su hermano oído y demás miembros de la familia, están famélicos, aburridos y hartos de este lánguido desfile que ni dice nada, ni comparte algo ni va a sitio alguno, un vagabundeo emocional que apalsta y satura, sin pretenderlo, pero con ganas efectivas.
Exasperante conforme rueda y se acerca su desenlance, donde se saca un conejo de la chistera para despertar a la moribunda audiencia, cambio de registro para interpretación metafísica al gusto de quien todavía tenga ánimo de prestarse a participar en su particular noria de vueltas incesantes hasta desfallecer, con esa inquietante interrogativa "¿qué hace que una vida funcione y siga adelante?", y la rotundidad de ese "no lo se" expresado con magnífica sinceridad por un protagonista tan perdido y devastado como su público.
"Cuando él no entiende algo se rasguña, irrita y hace daño", no llego a tal radicalismo pero, con tristeza se admite y concluye que, la presente cinta no merece el tiempo que le dediques, nubla tus ideas, seca el pensamiento, amén de la pesadez arrepentida por haberla escogida entre las disponibles opciones; obtusa estancia que paraliza al espíritu más emprendedor y estanca al más entusiasta, cuya mayor tragedia es el derrumbe del optimismo e ilusión con la que acudes a su visión.
"El corazón del hombre necesita creer algo y cree mentiras a falta de verdades", me creí la magneficiencia de este relato, la lustrosa escritura sobre ella manifestada, su inmensidad artística por expertos certificada y...¡qué triste decepción es la que estoy viviendo hoy! pues "triste decepción es ilusionarse con el corazón, de lo superfluo y sin razón", y he aquí un magistral ejemplo.
Atora el cerebro.



martes, 28 de julio de 2015

Survivor

Una mujer norteamericana trabaja en Londres para el departamento de estado de EEUU. Cuando las oficinas son bombardeadas, ella resulta ser la única superiviviente, encontrándose además en medio de una trama conspiratoria que la hace sospechosa.


Copia y mímesis de muchas otras mejores; básica, cumple pero no sacia.
Corre, vuela, acelera, dispara ¡qué importa la trama!, tenemos a la chica guapa como ratón a la caza, al jubilado James Bond más divertido en la lado contrario y, un montón de gatos detrás de la presa, la cual sólo osó hacer dos preguntas y ya los tenía a todos a la búsqueda y captura de su cabeza, excusa tonta para lo realmente pretendido, iniciar una carrera desbordante para ellos/pésima para ti, "in crescendo" si es que hay algo que subir, para ser la heroína que salve al pueblo americano de repetir un nuevo 11/9, esta vez localizado en Nueva York, nochevieja para más inri.
Da igual que el complot no tenga gran consistencia, que las sospechas casi no se sostengan, que los hechos se llevan a cabo con precipitada mano que juega a tirar los dados y a ver a quién le toca, que los diálogos sean de terroristas de segunda en horas bajas,  la acción como relleno exiguo, las persecuciones como fin único de todo el tinglado y, en general, todo un montaje encadenado con poco acicate, unión necia de menor móvil/peor pretexto ya desde su inicio, y todo como apoyo de coartada irrelevante para narrar la pequeña historia que se tenía en mente ¡nada más!, pues su pretensión no ansía ir más lejos.
Nombres sonoros y conocidos como cabeza de cartelera, más un tráiler apetecible es todo lo que encuentras, todo lo que hay, el resto es un repartir las cartas en partida consabida que no ofrece una velada digna de merecer -a menos que bajes tus exigencias-, sólo mover las piezas por los puntos acordados, con el crédito mínimo para aceptar lo vendido -cosa distinta es salir convencido- y dejar que siga el camino de las instrucciones dadas, esa acrobacia de huir de ser rapiña para terminar siendo la heroína de la cacería.
El guión necesita más relleno, profundidad y valor convincente, no simplemente mostrar figuras, ínfimas y poco jugosas, como representantes de esa guerra implacable que Estados Unidos mantiene con el mundo, a derecha e izquierda, infiltrado o claramente expuesto, por convicción o banal dinero, todos potenciales terroristas en contra de su pueblo, gentes y estilo de vida, agresivo ataque donde, el fuerte y bello americano patriota defiende a sus hermanos del perverso mal, siempre al acecho.
Historia de resolución pedigüeña, movimientos pobres matizados por pasos del mismo orden, una escasa estructura para captar el fervor del público y que desate pasión y deseo por sus componentes y destino, realiza todo lo correcto, cada uno de los hechos previstos pero, su actuación conjunta es mediocre, común sin gran logro ni esmero, práctica de habilidad media que no busca alcanzar gloria alguna, únicamente ser una cinta más que se aprovecha de aquel horrible evento de las torres gemelas para plantear y exhibir un relato, en exceso simple y sencillo, que limitadamente consigue elevar temperatura alguna o despertar a la dormida adrenalina.
No arriesga en su aventura, no presiona en su ruta, no desafía al vidente a dudar, indagar o buscar, no compite a ver qué ofrece o quién ganara ya que, desde el primer minuto, Milla Jovovich, imitando a un carente Liam Neeson, no seduce ni destaca, a menos que seas fan de su belleza y de su buscado lucimiento o, por otro lado, tengas la morbosa curiosidad de comprobar cómo se las arregla Pierce Brosnan en el atractivo lado oscuro porque, respecto al otro guapo, Dylan McDermott, exiguamente es utilizado como algo más que decorado de relleno; todo el argumento deja una huella perpleja de insuficiencia, tanto en su intriga como en su investigación y resolución de los acontecimientos.
Astucia ¿te perdiste, que nunca apareces? o, ¿se olvidaron de solicitar tu presencia?, ¿ocurrió lo mismo con tus amigas emoción, nervio, interés y entusiasmo? James McTeigue, si tu objetivo era ser una más del montón ¡enhorabuena!, nada que objetar pero, si invertiste tu tiempo y esfuerzo en construir y presentar un buen material, con coraje y orgullo propio de ser, quedas en suspenso, no logra cuotas dignas de incertidumbre, expectación y curiosidad, sólo un efímero distribuir los papeles, rodar la cámara y que cada cual haga lo suyo pues, todos lo hemos visto miles de veces y no lo sabemos de memoria.
Sin notable ocurrencia y con un estilo plano, insinúa una superior categoría que pronto desciende a su nivel correcto, como un alargado episodio de serie estándar que quiere optar a largometraje de liga superior y pierde su propia batalla, por osadía hueca que pretende ocupar un puesto que nunca se gana, recrea el espectáculo de los mayores pero no dejan de ser imitación devaluada, si se observa con benevolencia y simpatía de conjunto, sin incidir en lo detalles individuales, se acepta como entretenimiento válido pero ¿acaso no está lo mejor de la vida en los pequeños detalles?, entonces nos olvidamos de ello porque, cumple con la mínima y ¡gracias!
Sin destacar en demasía, su carácter no asoma cabeza, superviviente con evidencia de falta de inspiración, carencia que se echa en falta pues, en esta ocasión, la facilidad de rodaje y desenlace produce indiferencia y desgana.
El cuento de siempre, se puede ver sin grandes perspectivas o, tus expectativas se estrellan al verla si no tuviste la precaución de silenciar sus demandas y apetencias; si aprueba es por bondad de un espectador indulgente y magnánimo, no por virtud de ella.



lunes, 27 de julio de 2015

Lío en Broadway

Arnold tiene una vida perfecta: está felizmente casado, tiene dos hijos y un magnífico trabajo como director teatral en Broadway. Pero todo cambia cuando contrata los servicios de Izzy, una joven y prometedora actriz que alterna su discreta carrera artística con servicios nocturnos de compañía. El flechazo es tan profundo que Arnold decide ayudarla económicamente para que se centre en el mundo de la interpretación. El plan se torna en pesadilla cuando Izzy consigue un papel en la obra que dirige Arnold, en la que también participa su mujer, y que se convierte en un trío imposible. 


¡Qué tristeza de película!, ¡qué anorexia de relato!, ¡qué desgana de consumo!, y se supone que ¡es una comedia!, pues no te digo yo ¡dónde quedó la risa, gracia y salero!, ¡en el cajón de la mesita del escritor!, porque dudo sea culpa de los actores, el ímpetu y esfuerzo de éstos es obvio y evidente, lo único que te mantiene pegado a la pantalla sin retirarle su malgastada oportunidad de cumplir con su labor de juerga ligera; cosa distinta es que tengan algo a lo que acogerse, material decente con el que entretener al personal atontado y obsoleto ante tan poco acierto.
La dirección de Peter Bogdanovich, tanto tiempo desaparecido de las salas, es sencilla y facilona, discreta y adecuada, sólo juntar los elementos en escenario digno y dejar que el batiburrillo haga efecto, proporcione distracción, sonrisa y una velada grata, lo cual ni por asomo se cumple dado el panorama, contenido y efectos del mismo pues, visionas todo el teatro con ese ahogo sentimiento de pena, sopor y asombro por el ridículo intento de mímesis de un Woody Allen, cuya metamorfosis y parodia ofende al más indulgente y benévolo del lugar.
"Lluvias de confusión" corren por mis venas intentando hallar respuesta a tan trágica representación donde, Jennifer Aniston ¿qué papel te han dado?, ¡el de cutre neurótica que debe distraer al personal de tanta nimiedad sin gloria! y Quentin Tarantino, ¿tu cameo es por apoyo a la causa, de convicción nefasta, o por aportar ese toque de carisma y humor que de otra forma nunca se alcanza?, porque Owen Wilson, en su misma estela, es de los papeles donde menos hace el tonto, la compañía femenina está de comodín para el pretendido suculento enredo, los vejestorios de 
pegamento para abultar, el lelo pretendiente ¡qué quieres que te diga!, siempre tiene que haber uno y, en términos de visión general, ¿quién no recuerda aquella fabulosa serie "Apartamento para tres"? pues, aquí con 7 y la cola, la ocurrencia, alegría y hermanos sinónimos siguen sin ver la luz del día y ¡eso que vi la cinta de noche! para ver se se animaban y ¡dejaban algún destello de su esencia y ser!
"Creo en los milagros, en los cuentos de hada, en el rosa, en el príncipe encantado, en que todos merecemos conseguir nuestros sueños" bla, bla, bla..., creo que acabo de ver una lamentable pantomima, de comicidad olvidada, que finge con urgencia de requerimiento demandando, siendo lo recibido, somnolencia y pesadez de no reír porque tampoco daba para llorar.
Entusiasta teatro de locura y caos permanente, con cierto aire de elegancia a memoria de un cine pasado, ingenioso y degustativo que cuidaba las formas, los personajes y su relación, dicen los entendidos..., ¡tonterías!, escrito por usar vocablos y no hablar pues es fácil pillar la mentira cara a cara, difícil descubrir el amiguismo condicional cuando es en letra impresa.
Con ganas quiere reírte, con voluntad deseas que te agraden, con imperiosa necesidad solicitas pasar un buen rato y hallar el agudo humor que te se escapa, incluso analizas las escenas, el intercambio de diálogo y la configuración del circo recreado indagando y preguntado por su garbo, chispa y simpatía, disculpando esa sonrisa y carcajada que se niegan a surgir por voluntad propia pues, puede que seas tú que no estás receptiva o en la onda adecuada..., ¡tonterías!, tus emociones no engañan y éstas no se mueven un ápice por mucho que ruegues y las fuerces, no hay evidencia más clara, de la falta de diversión y esparcimiento honesto, que el hecho de tener que preguntar por la risa y su regocijo; si éstas no están espontáneamente en primera fila, siempre dispuestas a levantar la mano y salir, por deseo propio, al tablado es que están pérdidas o escondidas dado el nefasto componente observado y sus melancólicos ingredientes.
"Ardillas para las nueces", monos para los cacahuetes, roedores para las almendras..., y ¡lo que se quiera!, desternillante paseo que intenta volverlo todo del revés para encauzarlo de nuevo, teoría muy bonita de aplauso concedido si no fuera porque, en la práctica, el resultado es nefasto, pobre y desafortunado.
"Lío en Broadway", intriga de affaires, desorden de envoltorio, ridiculez de conjunción, frialdad de consumo, como esa genial ocurrencia que, en su composición de sujeto, verbo y predicado, es eficaz y enérgica pero que en activo, como candidato a destapar hilaridad y recreo, estrepitosamente falla en su ineptitud de contentar al oído y saciar a la razón para que traslade, esa eficiencia y complicidad, al resto del cuerpo; quedas en tierra de nadie.
¿Cuánto vale una sonrisa?, su valor no tiene precio, su presencia simpre requerida, su halo instantánea imposible de falsificar, es la cura ás valiosa para el corazón, oxígeno para el abatida alma, sensación inmensa que te transforma y revive de las sombras, el breve cielo en la mortalidad encubierto, el fervor de alivio y dulzor para las penas..., insisto ¿cuánto vale una sonrisa?, lo siento, no se la puedo vender, ni ceder, ni prestar, es libre, sincera y autónoma, filántropa que ni se finge ni se compra, está o no es presente y aquí, su generosidad siempre dispuesta a coger esa mano tendida por fútil que sea, ha optado por abandonar el plantel y decir "good bye", ¡ahí os quedáis!
"She's funny that way", pues ¡enhorabuena!, al menos alguien lo es. 



domingo, 26 de julio de 2015

Kumiko, the treasure hunter

Una solitaria mujer japonesa se convence de que un bolso con dinero enterrado en la película 'Fargo' es real. Dejando atrás su estructurada vida en Tokio por la congelada Minnesota, ella se embarca en una búsqueda impulsiva para encontrar la mítica fortuna perdida.


"La soledad es sólo un aislamiento elegante", elegancia que en ningún momento se pierde, aislamiento somnífero como bandera portada por la protagonista y soledad, mucha soledad de quien sólo se tiene a si misma y únicamente con ella encaja.
Qué importantes son las formas, maneras y gestos, el habla sin palabras, la comunicación de los silencios, eterna prolongación de un ser de esencia cautivadora desapercibida para la mayoría, fascinante caperucita de rojo original que escribe y vive su propia fantasía ideal, espléndida fotografía de contrastes magníficos que absorben la vista, hipnotizan la curiosidad, pesadez rutinaria de sonambulismo andante donde el catatónico espíritu, pobre y mustio, es el rey..., y todas las alabanzas que se quieran para la presente cinta pero, honestamente, ¡me has matado!, ¡deshecho todo mi ánimo!, ¡arruinado todo mi entusiasmo!, aniquilado toda la inicial esperanza de atractiva oferta por tu peculiar paradigma, fantástica escenificación, loable recreación de la fuerza y poder de perseguir los sueños y despertar de la perpetua mímesis, de andar esa exclusiva ruta en la que sólo uno cree, coraje, valentía y proyecto de ser, no simplemente estar pero, ¿no debes alimentar algo más que mi mirada?, ¿preocuparte por el resto de los sentidos con la misma meticulosa intensidad?, ¿que no se queden varados y aislados a la espera de alcanzar la misma plenitud que su hermana ocular?
Esperaba su visión con ansia, anhelo y devoción de encontrar un estimado personaje cuya compañía y viaje presuponía todo un gozo novedoso de esmerado deleite, esa adorable rareza que sucumbe a toda tu lógica, que atrapa tu indagación y a la que es un placer delicado y sutil descubrir e investigar; en su lugar, toda la sincera ilusión, en palabras 
escritas más arriba, ha sido socavada por la desgana y el desdén tras los 50 primeros minutos cuando tras su presentación, sintonía y gusto éste se desvanece al no hallar mayor apetencia ni motivación pues, es mucho más interesante la primera parte en Japón, con sus preparativos, dudas y miedos de dar el paso o zambullirse plenamente en esa cotidianidad que asfixia y repele, que su posterior entrada en América y progreso hacia su objetivo, que no se compensa ni contrarresta por ese simbolismo visual de impacto sobrecogedor, pues la inapetencia y anorexia  ya han hecho mella y es difícil recuperar el apetito y la gana para tal ocasión.
Se da la extraña sensación de estar de acuerdo con todos los soberbios halagos y críticas sublimes referidas a la misma, no obstante al mismo tiempo, no puedes evitar esa resignación emocional, cuyo fervor y creencia de inicio a derivado en sentimiento insípido e insulso; sosa e inerte resulta esta fábula bien planteada, de espionaje apetecible por su diferencia respecto lo acostumbrado, que se convierte en indiferencia respecto la aventura pues, llegado el momento, parece más una broma filosófica, de gag muy hermosa, sobre el fin de la existencia con ¡poco más!
No quiero destrozarla, ni vapulearla, ni herirla pero ¿qué hago con mi inesperada herida de fatiga y desinterés?, ¿con mi brusca e inesperada desolación?
Insociable, intratable, misántropa por convicción, embarcada en una noria indeseable, oculta para todos, por la que deambula sin ton ni son, sólo una cosa la mantiene en pie con la esperanza de figurar y ser feliz, la caza de ese tesoro que Fargo esconde y que los hermanos Coen convirtieron en maravillosa obra de arte cinematográfica, ¿no suena fascinante, apetecible, sabroso?, ¿delirante, osado, extraño?, ¿toda una espectacular aventura a exhibir, desmenuzar y degustar?, pues aquí quedo perpleja de asombro ante la afrenta sentida, la ignominia vivida pues no hay mayor golpe y devastación que anular la ilusión y matar la esperanza.
Espléndida Rinko Kikuchi como única intérprete, riqueza direccional de buenas intenciones y portentoso argumento para David Zellner pero, 
Kumiko ¿no deberían arroparte con mayor labor y contenido?, ¿con tueste más rico y suculento en su volumen y espacio?
Una sorpresa encontrarte, interrogante fascinación escogerte, desaborido hallazgo encontrar la respuesta a dicha inquieta cuestión, pues tenías mayor condimento y exquisitez en la incógnita de la apertura, en esos solícitos ojos que con urgencia pedían brillar, que en toda tu oferta; entrar a conocerte, en tu rocambolesco y sugerente espíritu, no ha sido tan grato como esperaba.
Rarezas, rarezas del mundo, rarezas de ti..., a veces el silencio convoca algarabías, parodias de coraje, espejismos de duende, fantasías de existencia, jolgorio de sentir sin necesidad de oír pero..., otras veces es solamente silencio, maleante mudez, ardua melancolía, afónico desamparo, soledad insalvable, un desierto sin oasis, una tristeza que gotea..., fuego silenciado ante tanta rareza.
¿Arrepentida?, no. ¿Decepcionada?, sí.



sábado, 25 de julio de 2015

Quiero ser fiel

Un escritor es contratado para escribir un libro que debe descubrir la razón por la que los hombres son infieles. Es así que se envuelve en el lío de encontrar la causa. Muy a su pesar, para lograrlo, tendrá que exponerse a situaciones para vivir la infidelidad en carne propia poniendo en riesgo su matrimonio.


Cenicienta encuentra a su príncipe, sólo que este es un poco mujeriego..., ¡habrá que tener paciencia!
Comienzo en el ocaso del error, vista atrás para narrar cómo se llega a tal estropicio, situación límite ya influenciada por herencia paterna, mirada que se remonta a esa niñez donde se descubre el deseo y placer por las mujeres, que llega a edad adulta sin cambios aparentes, rodeado del pertinente grupo lelo de amigos hasta la llegada de esa princesa, bella, elegante y sublime que cambiará sus convicciones, moral y estado civil encontrando la felicidad eterna en la fidelidad por esa mujer que le ofrece amor verdadero ¡del bueno!, como recuerda un anuncio de chocolate.
Sólo que por amor a su profesión ¡pobrecito!, hay que investigar, pringarse, aunque no se quiera, adrentarse en el submundo del que trata la novela, sin escrúpulos y con gran fuerza de voluntad ¡adelante, bravo comandante!, en esta ocasión, como tema central, el paupérrimo y longevo ¿por qué los hombres son infieles? y ¿cómo escribir de algo que se desconoce?, ¿cómo informar de la atracción de un sabor si no es tastándolo, en primera persona, para así ayudar a miles de almas en pena que no valoran a quien en el hogar les espera?
A partir de ahí, Joe Menendez, ya tiene elaborado su básico argumento que se redondea con un guión plano, de recorrido plausible e insuficiente y textos de diálogos sin mucho trabajo ni dedicación; joyas estándar como "la infidelidad es la estabilidad del matrimonio", "la infidelidad se produce por falta de atención e interés", "el matrimonio mantiene su atractivo cuando el hombre está rodeado de mujeres 
que le adoran y consideran un genio"..., para rematar con sentencia final "somos infieles por no apreciar lo que tenemos y creer que nos estamos perdiendo algo mejor" que denota lamento, rectificación y propósito de enmienda pues el cuento no puede acabar con el príncipe destronado por tonto, ciego y un poco suelto de manos, por no entrar en más detalles que es película romántica para todos los públicos, especialmente dirigida para conformistas de escenas prototipo de telenovelas, de recorrido simple y vacilón que reclaman poco pues no se encumbra hasta la cima -ni se acerca- en su teledirigido maratón serial, ideal para todo aquel que busque ligereza, brevedad y mucha superficialidad en general.
No seamos ingenuos, no engaña, ni vas a ser defraudado si la eliges, el tráiler y su sinopsis ya deja claro el nivel al que juega, la calidad de lo explayado y por dónde van los tiros, endulzamiento que no llega a empalagar, cursilería que no alcanza para atraganto amargo ni dulce pues, para muestra un botón y para tentación una golosina; no da para mucho, ni lo pretende, acople para sobremesa de comida o cena rápida entre semana donde ver algo, en lugar del telediario, mientras se degusta el placer de sentarse a comer.
No le dediques más tiempo de ese tenue espacio, sabe dónde va, tu también, apenas llega con decencia o algo más que no sea elemental andadura de patrón consabido, matrimonio espectador/personajes de nula consistencia, vive de la imagen, de estereotipos y de una ensoñación que no da para volar muy alto ni viajar lejos, producción dominicana de dirección cómoda e interpretaciones limitadas, al uso de lo que salga, para ver sin observar, despiste temporal de la razón que puede relajarse y descansar del pensamiento, sin contratiempo ni nulidad de ser sorprendida en horas bajas de vagabundeo.
Entretenimiento llano, barato y sin esmero que permite dejar la conciencia tranquila, en reposo, hay escritos que son de paso y cintas de relleno para tiempo de ocio perdido sin mayor importancia, que "quiero ser fiel", pues muy bien, como si quieres lo contrario, pasotismo que ni incordia, ni agravia ni molesta.
Los hombres y el sexo/el sexo en la cabeza de los hombres, tema recurrente de mira corta sin memorable contenido ni mediocres aspavientos, uniformidad que apenas sacia el mínimo requerido.
Adelante mi patrón, avanti con el relato, en cabeza la serenata, que no desfalleca la moral pues, por buena costumbre se tiene el final feliz de la jornada, ambientar la velada que el ogro mentiroso tiene que parecer encantador caballero andante. ¡Suerte con ello!



El 5 de Talleres

No todos los futbolistas son estrellas famosas y viven realidades millonarias. “Patón” Bonassiolle es el capitán de un equipo de Primera C argentina, el Talleres de Remedios de Escalada, que comienza a darse cuenta de que con 35 años su carrera está llegando a su fin y que debe enfrentarse al mundo real junto a su novia Ale.

"Me gusta el fútbol, los domingos por la tarde la mayor de mis aficiones, con los gritos y los goles se desatan las pasiones...", ¿fervor por algo más?, ¿no?, pues ¡empieza a pensar!
El capitán y líder de un equipo de fútbol de regional, el 5 de Talleres, decide retirarse y la pregunta que toca hacerse es ¿y ahora qué?
Un verdadero trauma según países y regiones donde el deporte del balompié es religión sagrada, perpetua, intocable, ilusionante bandera que consigue hacer un sólido espacio de regocijo y placer, dolor y amargura, esas lágrimas de alegría, ácida sonrisa petrificada de dolor, en ocasiones, que permite sobrellevar la insoportable rutina de cada día. 
Devoción y ansia por unos colores, club, emblema que son el aliciente para conversar, para entretenerse, para reír, para hacer comunidad, con un experto entrenador por aficionado, con la locura de acudir al campo, la exaltación de los partidos, la exquisita amistad de los colegas, la devastación de los malos resultados, el delirio de la victoria, la magia de compartir bellos momentos hablando el mismo lenguaje, toda una responsabilidad emocional en manos de 11 jugadores que ya tienen suficiente con subsistir; porque, aquí no se trata de Casillas, ni Mesi, ni Ronaldo sino de Patón, futbolista de la liga inferior, que no cobra cada mes y tiene que aguantar los reproches y malas maneras del decepcionado aficionado que no tiene nada más en su vida que disfrutar de ésta a través de las victorias de su amado equipo.
Con un doble enfoque, el jugador profesional, miembro de un equipo que debe decir adiós a la camaderia, al campo, al nerviosismo antes del partido, a la tensión del gol, a las lesiones y al compañerismo del vestuario y, el hombre adulto que duda de su porvenir, que no halla qué hacer con su tiempo próximo, que se encuentra perdido en el limbo, que fracasa en su intento de acertar qué camino tomar en su inhóspito futuro pues vacila y tema cualquier posibilidad, extraviado en un interior lleno de sentimientos confusos y contradictorios debe encontrar el lanzamiento correcto que le lleve a ganar este novedoso juego donde ya no es un entendido ni experto.
Esteban Lamothe, sensibilidad manifiesta, titubeo intimista que muestra con esmero y diestra simpleza, una interpretación honesta, cálida y afectiva bien arropada por al apoyo de su estable mujer, pilar donde aferrarse ante posibles derrumbes, una acorde Julieta Zylberberg que logra formar un matrimonio perceptivo y sustancioso, agraciado y grato que exhibe su interior hogar emocional con sutileza y habilidad sensitiva.
Adrian Biniez narra una historia humana, en plena transición, donde tan duro es la dejada como áspera la incógnita de la venidera acogida, enderezar el rumbo y abandonar la estela de lo único hecho hasta ese momento, adorable pánico a lo desconocido con el toque exclusivo de ese trabado y veloz habla uruguayo que, como curiosa marca que les identifica, también vuelve loco al personal por no lograr captar con fluidez y claridad, a pesar del atento esfuerzo, todo lo dicho y expresado. 
Tema interesante, personaje consistente, trama bien evolucionada, simbólico drama que se mantienen en la altivez de no utilizar el recurso de la profunda lástima, un trabajo entero, comprometido con su idea, sencillo pero de sabia evidencia que, con todo, deja escapar el interés absorbente del público por momentos alternos pues si su mejor cara es la intimidad que plasma, ese mismo as se evapora intermitentemente por exceder en pasividad escénica y conversaciones anoréxicas donde, la comunicación con el receptor vidente, se estanca ante diálogos lánguidos y huecos que ni aportan nada ni van a sitio alguno. 
Letargo de minutos que comparten escenario con otros muchos ágiles y oportunos, exaspera la lentitud de su contenido, la parsimonia, en ocasiones varias, de su inapetente habla que produce desgana, más cuando convive con un montaje y combinación que son de fruto gustoso, esporádico sopor que se puede obviar pero, no por ello, dejar de estar presente siendo losa que ralentiza el activo ritmo de sus hermanas de imagen con quienes comparte rodaje, un suma y resta que afecta al consumo, digestión y resultado de la película, lastimosa mezcolanza que impide disfrutar plenamente de ella, aún a sabiendas del agudo tema y pertinente plantel de ingredientes.
No sabe ganar, por impositiva goleada, su propio partido, se conforma con una victoria por la mínima.



viernes, 24 de julio de 2015

Entre líneas

Retrata los dilemas morales a los que se enfrentan los servicios de inteligencia occidentales, sobre todo el M15 británico, a partir de 2001, así como su dependencia del poder político.


Un James Bond de oficina, que conoce muy bien la inmundicia que en ellas se esconde pero, aún con todo, sigue siendo patriota de convicción y sentimiento.
Hay que prestar atención para no perderte, para saber al tiempo en qué consiste la partida, quiénes juega y cuáles son las bazas de cada uno, ese magistral as que hará que consiga ventaja o retroceda, que decantará la victoria definitiva o la salida por la puerta de atrás.
Inteligente guión para hablar de inteligencia secreta al servicio de la nación, diálogos rápidos de sentencias cortas y directas al rostro del oponente que expresan poco abiertamente/lo dicen todo con subterfugios, esa mirada de honor y presencia leal, que aún perdura entre espías de la vieja escuela, e incomoda a los nuevos dirigentes que desean cambiar las reglas del juego y al contrincante, gélida estructura de escenas frías y cortantes, hermetismo como rey de la pantalla, incluso cuando la temperatura del dolor más profundo y el amor más intenso ha alcanzado sus máximos decibelios.
"Cuando no sabes la verdad todo se congela y no puedes seguir adelante", concisa sentencia que busca poder hacer camino y que la información fluya, que utiliza a la bella Rachel Weisz como motor de arranque y recuerdo del valor, dignidad y decencia 
que se les debe a los inocentes muertos silenciados por un intercambio de cartas entre mandamases, que practican su propio juego al margen del pueblo que les ha elegido, la sociedad de peones utilizada como arma fructífera para ganar ventaja en su particular guerra de confianza ficticia.
"La desconfianza es un hábito horrible" para el cual, Bill Nighy está entrenado por academia y curtido por los años, perfecto y carismático, sereno y loable, siempre el trabajo como maleta a cuestas que le impiden relajarse y disfrutar de una vida social sin constantes sospechas.
Un excelente reparto, sugestivo y eficaz, una sabia dirección que sabe lo que oferta y cómo proporcionar el diseño y la apariencia más correcta, deliciosa adecuación de todos los componentes para un relato actual de una historia muy vieja, esa que mueve los intereses de países hermanos que no se fían mutuamente, que colaboran por razones equivocadas y llegan a acuerdos que sólo benefician a los presentes, dejando al votante que creyó en ellos a la cola de sus demandas y preocupaciones.
Solicita tu interés, esa precisa implicación que te mantenga al tanto de cada movimiento, amago y estrategia, descubrir la falsedad del alegato, la sinceridad del héroe, el coste de su entrega y rescisión de contrato; si no eres apasionado del ajedrez, fan de la hábil recreación de tácticas, intrigas de alto standing y tramas disfrazados que se edulcoran en el telediario cuando nos llegan a nosotros, los mundanos, puede resultarte enrevesada, distante y compleja, argucia que no logra confabular con tus ganas y apetencia pero, a la mínima que vivas con delirio y entusiasmo las crónicas de complot directo, breve pero intenso, sabio y penetrante, gozarás con esta sencilla, pero esmerada narración, de lo que ocurre todos los días a espaldas de benditos ignorantes, que facilitan el trabajo al no enterarse y mirar hacia otra parte.
David Hare como director y guionista que aprovecha con excelsitud la fotografía londinense y la elegancia y porte de su representante, ese entregado analista del M15 que convive entre rapiñas pero nunca pierde las formas, costumbres ni su humor ácido, negrura refrescante que marca distancia para observarle en movimiento sin llegar a conocer o sentir sus sentimientos, un largometraje enérgico y eficiente que perfectamente podría ser un válido capítulo de serie de máxima audiencia, a cambio opta por producto para televisión británica de noche programada.
"Page eight", entre líneas, ahí se encuentra lo mejor de la comida, lo más exquisito de la salsa, esa letra pequeña que dictamina quién lleva la batuta y quién es conejo acorralado, no cuenta nada nuevo pero lo hace con distinción y clase; si no te incorporas al lance puede resultar agobiante y cansina, saturada de comunicación informativa, si participas y captas la maniobra que se llevan entre manos, saborearás francamente la pericia de este funambulista que mantiene todas sus bolas en el aire en perfecto equilibrio.
No pierdas de vista la acrobacia ni al trapecista, vale la pena el esfuerzo.



jueves, 23 de julio de 2015

Perfect sisters

Nos relata la historia de dos hermanas canadienses que, hartas del alcoholismo de su madre y de sus abusivos novios, planearon el asesinato de su progenitora. 


Una doliente veracidad.
"Qué tal si...,?" imaginamos un mundo mejor, un estupendo presente lleno de oportunidades, donde el chico de tus sueños se enamora de los encantos de tu peculiar personalidad, donde pagar la hipoteca no sea, nunca más, una preocupación, donde el dinero de para comprar lo que se quiera, donde nos llevemos genial con el pesado de nuestro hermano y, donde nuestra progenitora sea esa fantástica madre, cariñosa y atenta, trabajadora y cumplidora que cuida y se preocupa por sus hijos, no ese incordio de repulsiva borracha en la que ya no se puede confiar.
El peligroso paso de la ensoñación a la realidad, de imaginar que todo es posible, que todo se puede alcanzar a despertar a ese fastidio actual donde lo honesto es mentir y ocultar la vergüenza familiar, es más, confundir ambas y llevar a cabo la locura que nuestra cabeza idea como alivio de una existencia triste, dura e infeliz; querer alcanzar el sueño de una merecida vida dichosa sólo posible con el sacrificio de ese ser no-inocente que, a pesar de su evidente culpa en el mísero ambiente en el que se vive y crece, no otorga el derecho a erigirse dios inquisidor dictador de firme sentencia.
Stanley M. Brooks presente este contrastado hecho real, deleznable y sorprendente por su combinación de maldad e inocencia, como un juego, como inofensivo desahogo inicial de una situación insoportable ya vivida antes, donde las inseparables hermanas fantasean, como siempre han hecho en los momentos de mayor dolor, inestabilidad y desorden, con esa irresisitible adecuada solución, ideal acuerdo por el que cada cual reciba su beneficio o castigo según sea pertinente y poder tener y disfrutar de lo merecido, un presente protector y acogedor que les permita brillar y exhibir al mundo su mejor potencial.
Sólo que, cuidado con lo que deseas no se haga realidad pues hay que estar preparado para afrontar las consecuencias de los actos, ya que los hechos que llevamos a cabo nos afectan y cambian y, es cuasi imposible pedirle a la tozuda conciencia, que se empeña en rememorar y actualizar uno o varios momentos en concreto, que haga "reset" y siga adelante como si nada.
Abigail Breslin y Georgie Henley como las dos adolescentes ingenuas en su perversidad, atroces en su devastación, delirantes en su desquiciado camino por el que se aventuran con maldad virgen de no ser realmente conscientes de la barbarie que han decidido teatralizar sin vuelta atrás, ambas modestas en su interpretación, limitadas por su inexperiencia y poco arte para ser efectivas y penetrantes al captar la atención e interés del espectador, más una Mira Sorvino al mismo bajo y acotado nivel que sus compañeras-hijas de reparto.
Plasmación de un hecho real, es su baza más curiosa y atractiva pues su puesta en escena y rodaje es tibia, infértil y poco vigorosa, montaje escénico comedido, un mínimo para aceptar la evidencia de lo narrado, fotogramas con los detalles justos para entender el proceso y su pertinente final pero sin fuerza interior, sin capacidad de emocionar, aturdir o asombrar al visionar el desfile de los mismos, incapacidad que te lleva a saber de los acontecimiento/no de los tortuosos sentimientos.
Todo demasiado débil, leve e insustancial, tanto la presentación del escabroso hogar, la evolución del mismo, la inimaginable decisión y posterior investigación, restringida presentación de todo el conjunto con escasez generalizada y esceneficiación pobre que sólo busca una narración cronológica del calvario resuelto, muy improbable que cautive, atrape, sensibilice o conmocione de alguna manera.
Producto directo a DVD donde encaja según sus habilidades ofertadas, se observa con facilidad no deseada pues debería provocar algún sentimiento más allá de la pasividad de la mirada. 
Básica, sin intento de nutrir más allá.
¿Qué tal si jugamos a que todo esto no ha pasado?, ¿qué sólo fue una mal día de resaca creativa? Tarde, mi mano ya ejecutó lo que mi cabeza urgió, muerta la inocua ilusión de la terapia inventiva, sólo queda afrontar el amargor de una alucinación palpable y existente, obra verídica que alarma y aterra; ¿dónde quedaron los sueños de la cándida cenicienta?