viernes, 31 de julio de 2015

Playing it cool

La historia de ‘A Many Splintered Thing’ presenta a un chico que ha dejado de creer en el amor, hasta que una noche, en una cena de recaudación de fondos para caridad, conoce a una chica que le roba el corazón. El problema para él es que la muchacha está comprometida, pero no puede dejar de verla, así que se propone iniciar una estrecha relación de amistad que, quizá con el tiempo, lleve a algo más.


Aspira a un análisis cognitivo del amor, de su amplio significado y matices según a quién preguntes pero, se topa con la nulidad de no saber manejar tan ostentoso material.
Todos buscamos el amor, deseamos encontrarlo, sentir su irresistible seducción, su fascinante emoción, cada cual a su manera pone sus normas, acepta la forma en que llega, abanico de diversidad sin reglas excepto las que adquieren validez para cada uno, soñada utopía cuya realidad abarca más allá de la tierra prometida pues, tiene el don de componerse de maravillosas imperfecciones que lo hacen único y diferente a lo buscado.
Presentación de Chris Evans como escritor incapaz de escribir novelas románticas por no creer en el amor, herido en su esencia se niega a participar de tal mentira y farándula, que cree en si mismo y en la oportunidad que le blinda dicho guión, en el cual también participa de la producción, para lucir sus artes interpretativas al ser el protagonista absoluto de todas las escenas, jugando a disfrazarse para representar variadas secuencias marcadas por el ritmo de su voz en off.
Y, está bien, "he's cool", sale muy airoso de cada fotograma, palabra y acción, cumplido crédito para una historia que vive de historias en ese intento 
forzado de ser diferente, genial e ingenioso y plasmar, ese desorbitado sentimiento de explosión interior que acelera el corazón, nubla la mente y colapsa la estable rutina, con gracia, soltura y ocurrencia, objetivo que cumple por breves y aislados momentos que se rodean y contaminan de muchos otros pedantes, cansinos, de fotografía estridente y anodina que nada aportan aparte de sopor por que pasen los minutos, un vago e insustancial relleno de cháchara desentonada y humor agrio que no va con la música y estropea la melodía.
¿Por qué, los amigos del sufridor aspirante a cateto feliz enamorado, deben ser divergentes y estrambóticos, ridículos y extraños, siempre colocados en esa extrema punta de la irracional lógica, del pasotismo y desdén de la que hacen gala y ostentación y q sólo funciona para si mismos?, ¿ese obsesivo, constante y perpetuo rechazo de lo ordinario, frecuente y simple de la cotidianeidad?, 
pues en general, por esa senda transcurre todo el sofrito de este argumento, el cual es una incesante carrera por presentar el clasicismo de buscar el amor y padecer sus deliciosos y perversos efectos con exclusividad de no caer en los tópicos y clichés conocidos, marcar distancia del prototipo típico miles de veces visto a través de la exposición de diversas maneras de entender el mismo, todas válidas para los ocupantes de su navío aunque al resto, que queda en tierra, le parezca absurdo, pedante e ingrávido, una lucha consigo mismo por lucir aparte siendo nada fructífero.
Diálogos necios que ruedan sin atractivo, escasa comunicación interesante que sobrevive ínfimamente entre tanta tontería circunstancial, la cinta es el capitán América desarmado de sus poderes, expuesto a interpretar y explotando su encanto físico todo lo que puede, con la necesaria chica guapa como objeto de su incontrolado delirio y amigos de compañía para ese retrato de colegas fantásticos por los que darías la vida pues nunca fallan pero ¡aburren al personal!, es decir, lo de siempre narrado con pretensión de originalidad, lo cual significa que da mil vueltas para, como siempre, acabar corriendo detrás 
de la chica, a por ese recordable beso de fantástico final, que arregla cualquier descosido por inconexo e irregular que este sea, desproporción que vive en el margen de lo nimio y extravagante, en ese constante límite que pretende ser su insignia, santo y seña que la destaque y recuerde por encima de los demás pero que se convierte en letargo de escaso aguante.
Como burla ácida del género que representa, como rompe barreras de la tradición que rige la academia de las películas de romance, aceptable intento; como relato, en sí, de amor y todo lo que su llegada supone, no te va a convencer, te va a aburrir, hastío perceptivo y desgana emocional que, en ese intento de ser guay, genial y cool se estrella contra su propia falta de labia seductora y visión avispada, intenta colgarse atributos de interés e inteligencia compositiva que no sabe operar ni llega a acertar, nunca, por mucho que lo intente.
Intentando sobresalir, lo logra por ese desigual recuerdo que no acaba de estar contento con el espectáculo que ha presenciado, pues solicita se dejen de tanta pamplina y vayan a lo demandado, lo necesitado y solicitado.
En esta ocasión, el equilibrio pausado de lo esperado, de lo corriente, de lo tantas veces visto, ¡de lo clásico!, hubiera sido mejor que tanta reflexión barata que huye del plagio y se estampa.
Meditación que no causa beneficios para la salud ni alegría para el alma, sólo escepticismo, incredulidad por su poca gracia y atino.
Decepción doliente, derrape imperdonable.



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