martes, 21 de julio de 2015

Lullaby

Un hombre que vive alejado de su familia se entera que su padre, que padece una enfermedad terminal, le nombra encargado de decidir si finalmente se le desconecta del soporte vital o no en las próximas 48 horas. Lo que desencadenará un viaje en el que se encontrará con numerosos aspectos que desconocía, tanto de su vida como de sus seres queridos.


Sin sentimiento; escuchas las palabras, observas el dolor, la exhibición de desesperación, impotencia, lamentos y duros reencuentros y..., sólo son imágenes, voces, actos, desfile de un conjunto de piezas, todas apropiadas y correctas que no saben estimular tu pasión, comprensión y emoción por ellos.
Acto primero, el hijo perdido vuelve a casa y se enfrenta a la situación; acto segundo, exposición de los hechos que provocarán polémica y regresión a tiempos del pasado de fecundidad diversa; tercer acto, familia reunida con sus abrazos y roces, lágrimas y alegrías..., más actos de entretenimiento y relleno con inocente nueva amiga que, como nadie, no merece la desgracia que padece para llegar al desenlace que todos sabemos, pues el relato es un cliché puro de familia desavenida y descompuesta, cuya enfermedad de uno de los miembros, permitirá olvidar las discrepancias y volver a compartir espacio y deseos, aflicciones y esperanzas por igual.
Drama profundo que no caldea el ambiente, sólo recita el texto, situaciones tensas que no incomodan ni alteran tu relajada visión, escenas cargadas de pretendida conmoción que no estremecen, ni inquietan y, no es oír sin sentir lo que se desea pues, si se falla en ese vínculo que une al espectador con el personaje, si la construcción de ese puente que permite la comunicación perfecta y suprema entre ambos cede, se derrumba y no mantiene sus cimientos fuertes, firmes y estables, ¡dalo todo por olvidado! ya que ver sin apreciar, únicamente experimentar una pequeña consideración leve de todo el conjunto es fraude de lo que pudo haber sido y no fue, donde lo que queda sabe a poco y escaso, hueco.
Ni siquiera ese discurso moral que debe provocar la ternura, sensibilidad de los oyentes llega muy lejos, menos aún cala hondo, el guión vive de un argumento clásico que no sabe iluminar con sus sentencias, sus diálogos no consiguen hacerlo brillar por encima de la media estandard de la cual no sale, con aspiraciones elocuentes sus resultados son básicos, creencia pobre en el texto recitado que te deja mirando sin agitación ni exaltación, sólo la impresión de que no va contigo, que muy dulce y bonito todo pero indiferencia respecto al dolor y su posterior sonrisa.
Emotividad, ¿dónde te has metido que no te siento?, ¿que no encuentro tu cariño, comprensión y devoción por esta familia?, ¿ es culpa tuya, Andrew Levitas, por rodar de memoria repetitiva escenas que deben transmitir fiebre, ardor y acaloramiento?, ¿del guionista -¡anda, si es el mismo!, ¡por qué no asombra!- que no encontró la piedra angular que definiera a este filme como exclusivo y único dentro de su género?, ¿de los actores por conformarse con cumplir con su papel y no aspirar a más? pues, evidencia clara es que a Garrett Hedlund le vienen grandes sus frases, así como sus estados anímicos, los cuales no sabe radiar y difundir más allá de lo mínimo pero ¿el resto de integrantes de este trabajo acaso no hacen lo mismo?, ¿limitarse a una dejadez apropiada para ellos/muy insuficiente para ti?
Quieres que vibre tu corazón, se extremezca tu alma y lo único que encuentras es filosofía barata de un moribundo, un protagonista limitado, una mujer comodín que apenas interviene y una sosa hermana que ni siquiera sirve para molestar e incordiar como debe.
Lullaby..., canción de cuna, nana para tranquilizar, calmar y dormir a la concurrencia; aquí no llega a tanto pero te deja con tal desapego, a una distancia sideral tan considerable, que la desconexión sensitiva es cuasi inevitable, apenas te acercas a rozar su esencia manuscrita se aleja de ti para convertirse en escaparate de ver sin  tocar, escuchar sin percibir ni vivir, un simple observar que sabe a muy poco, carencia que sufres en tus carnes e ilusión.
"Voy a dejarme sólo desmoronarme, voy a dejarme caer en pedazos, algo viejo debe terminar, algo nuevo va a empezar, voy a dejarme sólo desmoronarme ante la hermosa chica...," y por fin ¡el sentimiento!, la emoción y encanto surgen con una potente y sentida canción final, de plano delicioso y atractivo e indiscutible integración en su puesta en escena, aunque ¿dónde estuvo la inspiración el resto del tiempo?



No hay comentarios: