martes, 23 de septiembre de 2014

El lobo detrás de la puerte

Una brasileña "Atracción fatal" penetrante, sutil e impactante pues su violencia evoluciona con lentitud y calma, inquietante tranquilidad de un caminar frágil pero de firme compás que busca compensación ante el dolor y la humillación sufrida, una brutalidad de soporte silencioso que carcome a la protagonista hasta convertirla en un lucifer catatónico sin miras ni pena, un progreso de absorción innegable y ardua digestión por su naturalidad expositiva, su no forzado transcurrir y su veraz resolución.
Una caperucita boba e ingenua que se transforma en un lobo feroz y peligroso que maltratado en sus carnes y dolido en su alma ataca sin piedad, lástima ni consideración, venganza que se sirve en frío y con nulo arrepentimiento.
La historia es harto conocida-nada novedosa, un trío amoroso que avanza con pauta moderada de escala ascendente y progreso efectivo, una exquisita templanza a destino sombrío con pasos de fácil adivinación cortados con patrón de confección de medida standard pero que cautivan tu atención y atrapan por su intensidad y fuerza de avance con un inicio blando y destartalado, breve intriga y confusión que da paso a un ascenso sólido, de mayor consistencia para llegar a un final abrupto y desgarrador que corta la respiración y ofende al corazón producto de un sabio e inteligente caminar que va dejando sus debilidades y torpezas de principio de aventura para coger robustez y plantear una excursión de efecto interesante y sugestivo muestra del mejor hacer del cine carioca y de Fernando Coimbra que con elementos comunes nada llamativos confecciona una relato de potencia de menor a mayor penetración, de energía agresiva y una escondida violencia ofrecida a cuentagotas para mayor temple y gratificación del espectador.
El "Seven" de las complicadas relaciones humanas, del peligroso juego de los sentimientos, de las devastadoras ilusiones truncadas y las hermosas ensoñaciones frustradas que elaboran sin control pero percepción obvia una bomba de relojería de explosión evidente y consecuencias imprevistas que arrasa por igual a demonio culpable que a víctima inocente.
Narrada en flashback, tiempo en presente de pasado recordatorio, la impresionante interpretación de Leandra Leal destaca por su frialdad, veracidad y devorado consumo, un ojo por ojo-diente por diente demoledor, hipnotizador, de súbito cálculo, explosión repentina de un ángel convertido en demonio que ya no siente ni se compadece y actúa por rencor y daño instintivo, animal herido que responde con una natural y profunda agresión defensiva.
Cómoda y fácil visión, complicidad asequible e infalible, testimonio franco de todo un pillo Don Juan arrepentido de haber engañado y manipulado a la crédula y tonta Dona Inés que pasa de la alegría, pasión y risas del hermoso principio a las lágrimas, lamento e irreparable dolor de su drástico final.
Jugar con fuego es peligroso pues el infierno está lleno de llamas de abrasador e insoportable calor, ¿no?



No hay comentarios: