sábado, 13 de septiembre de 2014

Antes del frío invierno

"¿Y si pudieras volver atrás y hacer aquello que nunca te atreviste a realizar?, ¿eligirías diferente?, porque creo que me equivoqué de vida..., porque hace tanto que te quiero que no me acuerdo..., porque es irresistible la ligereza de no pensar..., porque es seductora la posibilidad de volver atrás..., porque las cosas importantes nunca se dicen y es importante hacerlo a tiempo..., porque nunca viví, sólo me dejé llevar por la vida"
La frialdad y esquivos de un matrimonio acomodado, la distancia de la rutina acostumbrada, el compartimento secreto nunca compartido, la emoción de las relaciones a tres bandas, la ilusión de recuperar el principio, el autoengaño de la felicidad, la rebeldía del conformismo no aceptado, la feroz sinceridad de una intrépida frase, la cobardía de no saberse explicar, la facilidad de dejarse arrastrar, el deseo de parar, el peligro de detenerse, el vacío de la soledad en compañía.
Magistrales, seductoras interpretaciones de sus dos grandes actores, la elegancia sublime de una mirada penetrante y una pose impactante de Kristin Scott Thomas y la sabiduría gestual y perfección expresiva de Daniel Auteuil como magnífico tandem para una historia que transcurre con devota calma, exquisita paciencia e inteligente lentitud pero de caminar seguro, firme y contundente, un tempo suave y sutil para el destroce de una vida en crisis que ofrece gotas aisladas y difusas de información dejando el remate final de la confección a la interpretación subjetiva del espectador, con secundarios de lujo que juegan al juego de las suposiciones y de las posibilidades infinitas, la clase y estilo de las formas, el arte de contarlo todo sin decir nada.
Una historia cotidiana nada original narrada con delicadeza, dirigida con soberbio enfoque que cautiva tu interés y obliga a reflexionar sobre ella, sobre su esmerado proceder y súbito desenlace de verdades encaradas, un goce frágil de helado consumo sobre la fuerza renovadora del desconocido aceptado y el resentimiento del conocido nunca afrontado.
Philipe Claudel quiere motivar tu observación, provocar tu sentimiento, implicar tus emociones, fijar la avidez de tu mirada con un exclusivo cuarteto amoroso que se disgrega en interesantes parejas que ocultan más que muestran para mayor sugestión del espectador y que evidencia la destrucción del mecánico y cómodo andar automatizado.
Sobrecoge con temple acallado, inmuta con suavidad de pauta, sube la temperatura con ausencia de flama, con nula calidez entre tan ferviente tentación, entre tan dudosa cercanía lejana y su atractiva alternativa, entre ese inquietante tiempo muerto para relajarse y descubrir lo que no se quería preguntar, la respuesta que la robotizada coraza no permitía pronunciar pero que devora cual cuchillo afilado que raja con intensidad.



Aprecia su andar tranquilo, valora su profundo progresar, intuye lo no dicho y conforma un cuadro elegante de tácito deleite y complacencia lenta que gusta sin impresionar y se saborea sin maravillar, realizado con preciosas piezas nunca confirmadas que son una simple guía de intuiciones de maestría propia muestra evidente de tu implicación para con el relato.
Sabe darte poco y hacerte pensar mucho, todo un gol de penalti lanzado a lo Panenka, atrevido y osado, frío y calculado, bello en toda su realización.

No hay comentarios: