martes, 30 de diciembre de 2014

Dos tontos todavía más tontos

"¡Pero es que eres muy tooontooo...!, aunque no parece que el paso del tiempo haya respetado esa inocencia de descubrimiento de esta pareja de lerdos que triunfó en 1994.
Habrá público joven que nada sepa de estos "Dos tontos muy tontos" de hace veinte años, a no ser que sea a través de las reposiciones de la uno, los domingos por la noche, para coger audiencia al unísono de la cartelera de los cines, por tanto, les valdrá cualquier escena ridícula, forzada, bobalicona, con chispa o sin ella, humor o pérdida de ella y serán benévolos en sus bajas exigencias; habrá público que despertó al encuentro de este dúo sacapuntas -mala comparación pues ¡ya quisieran ellos!- en directo y persona y se acerque a la continuación de sus locas correrías para comprobar su crecida, evolución, la nueva dirección tomada y si todavía conservan parte de lo que fascinó en su día, cosa que, ni por asomo van a encontrar; y habrá quien recuerde a un "Agárralo como puedas" con Leslie Nielsen, anterior a todo lo dicho y, se pregunte, como lo realizado hoy en día es incapaz de superar o mejorar la facticidad de un pasado sin tantos medios ni presupuesto pero mucha más imaginación, creatividad, acierto y modestia porque, tanto vender una película, promocionarla, exagerarla, recuperar para escena a 
Jeff Daniels y Jim Carrey a base de talonario -los años pasan para seguir jugando a indios y vaqueros a los 50 y pico- y osar el proyecto de revivir y evocar a estos "Laurel and Hardy" -¡ya les gustaría!- y no se paran a reunirse, pensar, idear y desarrollar un guión que de más de si que dos tontos cuyas tonterías ya no hacen gracia ni tienen ocurrencia y cuyas burlas se quedan congeladas en el aire tras su nefasta explosión, recogidas por un oído que apenas presta atención y una sonrisa que no logra carcajada, sólo esporádica mueca de consuelo por la añoranza de lo que se recuerda del original y lo poco que han sabido crear a partir de ello.
Y mira que una es consciente, cuando la elige, de ver algo ligero, de pocas luces, consumo rápido de digestión fluida y poca exigencia mental, relajación de entretenimiento para pasar tiempos muertos de alivio racional pero es que ¡ni eso es capaz de consagrar!
Estás viéndola con tal ausencia de atención que, podrían resucitar al propio Elvis Priesley y ni te enterarías, podría desfilar la madre Teresa de Calcula y ni fu ni fa; los hermanos Farrelly han hecho flaco favor a su propósito inspirado de posibilidad hecha presente, que siempre debió haberse quedado en el pasado, en ese anclado recuerdo de buena posición ubicada y, no en el caído y tropezado choque de una continuación que daña la sana memoria de su hermana mayor; tuvieron una iluminación fugaz que decidieron dar forma, ya sea por aburrimiento del momento, golosa taquilla, curiosidad del resultado, valentía mal entendida o soberbia prepotente de nulo fructífero beneficio por no hallar ingenio ni inteligencia para un argumento que sólo ofrece, de parecido a su familia de origen, el corte de pelo y la aparición fugaz de su perruna furgoneta.
Todos tenemos malas ideas sólo que, a la mayoría, éstas no se mueven de un mero pensamiento loco, lástima que aquí hayan saltado de ese vago esfuerzo cognitivo a la realidad de fotograma postergado para los anales.
¡Quién dijo que fuera fácil idear a dos tontos haciendo tonterías para hacer reír al público asistente!
Esta claro que este dueto de director-guionista, que comparten apellido, ¡se lo creyeron!
Dicho y hecho y..., ¡caída en picaadooo...!!!



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