lunes, 10 de septiembre de 2012

Todos tenemos un plan


La pregunta es cuál era el plan del director al realizar esta película? Porque la motivación de Viggo Mortensen se entiende perfectamente -incluso su participación en la producción- pues, la interpretación de dos gemelos opuestos, uno viviendo toda su vida a la sombra del otro, es plato que no se puede despreciar; combinar en una misma historia dos personajes antagónicos que se acercan desesperadamente uno al otro es irresistible. Pero..., el espectador lo único que observa es unos personajes que no le causan ningún tipo de interés, una historia lenta y apagada que en ningún momento consigue remontar, un tedioso relato que se empalaga hasta llegar a hartar dada su excesiva -sin ninguna necesidad, se mire por dónde se mire- e inútil duración. Ana Piterbarg se estrella contra un muro en su inepto y vanal intento de mostrar el regreso de una mitad perdida, a su malograda vida de infancia, para encontrar al hombre que nunca estuvo destinado a ser por mucho que se empeñe. Una buena caracterización, interpretaciones muy logradas, naturales y cercanas, que transmiten emoción, interés y una gran disposición en el espectador pero que no se ven reforzadas por la calidad de una historia que deambula y hace aguas sin saber de dónde sacar algo que mantenga el apego del ojo humano, la vista de un público que bosteza y decae lánguidamente. Triste no poder combinar la calidad de unos actores, de sus interpretaciones, con un guión a su altura. Imposible sustentarse con tan poco contenido!

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