viernes, 21 de septiembre de 2012

Mátalos suavemente



Representación máxima del cine independiente (sólo hay que fijarse en los encabezados) que no engaña al ofrecer una película, para nada llevadera ni del gusto del público común, que conecta el peor de los submundos -ése del que no queremos saber nada- con la realidad más fina y elegante. A un guión no muy original -copia burda del exquisito Tarantino de Pulp Ficition- y a un relato apesadumbrado que, si no eres cuidadoso, te aflige y amarga hasta perderte en tu propio subconsciente, le sigue una brutal exquisitez y elegancia de fotogramas donde la ironía y el sarcarmo de la construcción pictórica brillan hasta dejarte boquiabierto; el diálogo expresado, con el perfectamente-escogido discurso político de fondo y los símbolos patrios utilizados salvajemente para placer de la mayor de las violencias es, simplemente, genial. Magistral la actuación de un Brad Pitt, cuyo personaje, es el único que ofrece un poco de decencia y afinidad para con el vidente; rematado por un James Gandofini a quién los Soprano ha encasillado de por vida. La majestuosidad de las escenas de violencia, recreación lenta y armoniosa del mejor de los cuadro de Bangkok, no es para todos los paladares -la atracción repulsiva harán que no dejes de mirar lo que no quieres ver- y los diferentes movimientos de la cámara -ahora máxima lentitud, ahora aceleración suprema, ahora 3D incorporado, ahora pasmosa apatía y desgana- son de lo mejor visto últimamente. Pero, ojo al dato!, todo ello envuelto en un formato nada atractivo que puede hacerte perder todas estas sorpresivas maravillas si no ves más allá de unos personajes cansinos y desagradables que no te dicen nada. Ahora sí, si logras pasar esa barrera e involucrarte en todo lo que te ofrece de fondo y altamente oculto, podrás apreciar la frase final de Brad Pitt, con la que se cierra la historia, golpe magistral, impresionante y de gran valentía que noquea y derriba al orgullo norteamericano en su más profunda raíz; una rotunda verdad, dicha inesperadamente y de forma impactante, que logra acallar cualquier discurso previo (sólo ella vale toda la película). Película perceptible sólo para unos pocos.  

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