martes, 6 de agosto de 2013

El estudiante

El encanto de este tipo de películas es su propia representación, la sencillez de un cine realizado con pocos recursos, con el sello inconfundible del país del que proceden y con las ideas muy claras sobre lo que quieren expresar y decir; nada de florituras ni añadiduras que puedan hacer sombra a un trabajado guión, base de todo el esfuerzo exhibido y del espléndido resultado final. Actuaciones naturales, cercanas, gran afinidad con los personajes, actores desconocidos que no disfracen el tema principal, una visión y contexto que se vive con gran intensidad... todo ello en un embalaje asequible a un presupuesto modesto, con una perfecta y atractiva fotografía urbana, sentimientos a raudales que se expresan libremente y una doble visión de la política vivida intensamente, diferente punto de vista para el joven inocente y pardillo que acaba de iniciarse -que todavía confía en poder cambiar el mundo, comérselo de un bocado- y el listillo, avispado veterano que sabe cómo funcionan las cosas y se adapta buscando su mejor posición. No es cine para todos los públicos, no es una historia comercial, no es fácil de digerir y no la vas a olvidar nada más salir del cine; es importante recordarlo para aquellos que decidan verla. Este tipo de relatos sólo te gustará si te implicas en la historia y en los personajes, representación viva y real de su sociedad y de lo que ello implica; en caso contrario, ni te molestes porque no serás capaz de acabarla -sólo el vocabulario que se muestra ya puede resultar de gran hastío o, todo lo contrario, ser uno de sus grandes atractivos- 

No hay comentarios: