miércoles, 12 de diciembre de 2012

Evelyn

No tiene intenciones claras más allá de la exposición de unos hechos por todos conocidos; y, tal vez, ése sea su peor defecto. Este drama social sobre la inmigración y su forzada explotación sexual que nos muestra de Ocampo no va a ningún lugar, ni logra crear impacto en el espectador. Partiendo de la base de que, desde el minuto uno, sabes perfectamente lo que va a ocurrir; lo cual no tiene porque ir en contra del relato si éste es presentado con fuerza, dureza e intolerancia. Y ahí es dónde pierde el interés visual del que mira la escena. Con la acertada decisión de no mostrar escenas morbosas que escandalizan y provocan sin necesidad alguna, acaba exponiendo unos hechos que, si, me molestan pero no me causan ninguna otra sensación de denuncia o de remordimiento interior; es como ver el telediario, te exponen unos hechos que miras y observas al igual que miras y observas una mosca en la pared (sensación nula de interés, invulnerabilidad de compromiso más allá de acabar la historia -sabiendo su final-). No dudo que tenga que ver con el escaso presupuesto con el que la directora puede haber contado para la realización de la historia, y aplaudo su exposición de un relato cruel por todos conocidos (valga la tristeza de la afirmación realizada) pero, no puede dejar de afirmar que Evelyn carece de total identidad, personalidad propia que la haga distinguirse más allá de un anuncia contra la prostitución clandestina; no llega a contar una historia -amén de la flaqueza de algunos de sus personajes cuya interpretación por parte de los actores es igual de floja que los susodichos-, únicamente muestra y expone hechos, por desgracia, cotidianos. 

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