sábado, 6 de abril de 2013

Efectos secundarios

Steven Soderbergh destruye, torpemente, su propio trabajo!; con un comienzo y desarrollo magníficos, atrevido por contenido y fuerza narrativa, lo arruina todo por realizar un giro de 360 grados, innecesario, poco entendible y recurso fácil ante la posibilidad de no haber causado el efecto deseado. El error es que lo había conseguido; en los primeros 100 minutos logra atrapar al espectador con su discurso, con su ataca al abuso de la industria farmacéutica con respecto a los medicamentos y el mal-uso y diagnóstico de las enfermedades mentales -epidemia de nuestra cultura y del siglo que vivimos-. La interpretación depresiva de Rooney Mara es perfecta, acompañada de la decente presencia de sus dos compañeros de reparto, Jude Law y Channing Tatum -lo peor, la presencia y caracterización de Catherine Zeta-Jones. Pero, de repente, en los últimos 10 minutos, nos encontramos ante un thriller calculador donde la protagonista ha realizado toda una conspiración para llevar a cabo sus maléficos planes. No acabas de creértelo -el cambio de rumbo es sobrante y perplejo-, no ves a la protagonista fría, insensible y llevando a cabo lo supuesto -en su momento, si fue creíble Edward Norton en Las dos caras de la verdad- y lo que era todo un argumento, bien desarrollado y presentado, contra una sociedad narcotizada que se deja llevar por la toma de pastillas sin control, con tanta fuerza y vigor que se  aferra a ti en busca del final deseado y previsto -ataque al gran coloso de nuestra era-, se convierte en puro teatro para ocultar el acto más viejo del mundo, asesinato por amor. Pierde un gran fuelle, lo pierde prácticamente todo, por creer imperioso un brusco viraje; parece que el susodicho directo no estaba muy seguro de su propio trabajo. Lástima, el espectador si lo estaba! 

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