domingo, 24 de noviembre de 2013

All is bright

Reconozco que lo primero que me llamó la atención de esta película fue la aparición de Paul Giamatti como protagonista; también, tengo que confirmar, es -no me atrevo a decir lo único- lo que merece la pena, la verdadera joya de esta supuesta corona. Su elaborada interpretación de la frustración de haberlo perdido todo, el empeño y desesperación por salir adelante, el desconsuelo, desespero de tropezar y tropezar con la propia vida, encontrar vida cuando todo está en contra..., y multitud de sentimientos que concentra en sus propias carnes su personaje son llevados con una magistral entereza y saber por este gran anónimo -y poco valorado- actor. Respecto al resto, es difícil de definir; un cuento de navidad que no acaba de encajar ni de satisfacer, pequeñas gotas de iluminación, de llama encendida entre tanto pesimismo y exasperación, un esperar -conforme va rodando la historia- más de lo visto; es mucho lo que reúne en sus mano Phil Morrison pero poco el resultado obtenido, un no-saber si, efectivamente, es un buen relato y estás contento de su elección; también te confirmo que no te vas a arrepentir de hacerlo. Es una posición neutral y ecuánime que, en el fondo, no es placentera ni gustosa. Cuando acabas de visionar una película y no tienes claro que sensación te ha producido, si es interesante o sosa, si produce hastío o emociona, si te has sentido prendido por ella o te perdiste durante su recorrido... entonces, estamos ante un desapasionamiento e imparcialidad que va en detrimento de los participantes de la misma, de todos ellos -sea justo o no-. El cine, sus historias deben servir de terapia momentánea para vaciarte y dejarte llenar por ellas; no me vale de nada una no-entendida-ni-querida equidad que produce cero resultado positivo. 

No hay comentarios: