martes, 24 de mayo de 2016

Freeheld, un amor incondicional

Basada en la historia real de Laurel Hester y Stacie Andrée y su lucha por la justicia. A Laurel, una condecorada policía de Nueva Jersey, le diagnostican un cáncer terminal y quiere dejar su pensión ganada durante años a su pareja de hecho, Stacie. Sin embargo, los funcionarios del condado, que no ven con buenos ojos la pareja homosexual, conspiran para evitarlo.


Débil y torpe, enferma de insignificancia.

Falta de habilidad e ideas para narrar esta historia como se merece y no como flojo cliché tradicional, sin apenas espíritu o ánimo, que cuenta los hechos pero se olvida de hacerlo con atractivo, gracia, donaire y con ese estilo que te hace saborear su respiración y conocidos pasos con gusto y deleite de estar entusiasmada, o al menos gratamente implicada.
Porque emociona, si, estos relatos siempre tocan la fibra sensible del espectador hasta conmoverle y que surja alguna lágrima de afecto, consuelo y estima por sus protagonistas; pero más allá de ese momento de éxtasis empático, que tampoco alcanza enormes decibelios, estamos ante una cinta sosa, apagada e insípida que, ni sabe ofrecer la pasión del enamoramiento con salsa y fervor, ni sabe exponer su lucha por la igualdad de trato con carisma, tensión y con esa determinación de la cual, la primera detective mujer de Nueva Jersey, hizo gala, ostentación y tarjeta de personalidad desbordante durante toda su vida.
Amor, derechos de los homosexuales y una injusticia, enfermedad, dignidad de la persona y hacer lo correcto, todo en la figura de una servicial policía que cree firmemente en su trabajo y en pelear por los débiles, por su comunidad, y que tanto ha contribuido a mejorar su ciudad durante 23 años ¿y
esto es todo lo que obtiene su director Peter Sollet?, ¿toda la originalidad e imaginación que su mente y experiencia direccional le permiten?, y gracias que cuenta con la presencia de una cumplidora Julianne Moore que hace destacar la cinta, por encima de todo, dentro de la anodina puesta en escena y la apatía con que se ha rodado porque, en caso contrario ¡ya ni te digo!, ni para sobremesa de domingo hubiera despertado o nutrido a la audiencia.
Simpleza de contenido y rodaje, en su versión más llana y extrema, y no en el apetente y gustoso sentido de sencillo, sinónimo de simple que valdría encantado, pues la elegancia e interés de una narrativa franca, discreta y sobria hubiera sido de agradecer dada la escasez de talento e inventiva en su planteamiento y exposición, que no pasa de un común estándar excesivamente visto, sin escozor, alteración o semejanza; un relato que se observa pero apenas sientes ya que, demuestra gran inutilidad para airear y explotar todas sus opciones.
Neutralidad posicional que hace del espectador un vidente desganado, casi aburrido, que conoce el final
e intuye el cuerpo, pero no vibra con su inicio, ni palpita con su corazón peleón, ni tiembla con su despedida emotiva.
Basada en una historia real padece de muchas carencias, no defrauda pues es humana y sensible, alguien muriéndose, para más inri de cáncer, y que pelea por dejar su legado a la persona que ama, quien al ser también mujer abre la disputa por lo merecido, por el cambio costumbrista establecido; catálogo que suena con ganas pero, ahí llega su fallo, cuando el encargado de su composición y muestra se conforma con ordinariez y no da todo su exponencial - ni siquiera rueda la suculenta enfermedad con audacia-, únicamente da para una ínfima porción de ella, suficiente para saber de esta valiente pareja/insuficiente para hacerles merecida justicia recordada.
No todos saben cocinar con delicia para el paladar, aunque todos saben mezclar los ingredientes,
encender el fuego y esperar su cocción; aquí se sirve un plato de menú al paso, barato y cotidiano, alimenta la necesidad pero al alma no llena.
Cuando te sientas a ver una película, cuando eliges visionar una historia, solicitas disfrutar y salir complacida, requisitos que no cumple; simplemente se limita a hacer una película.
Mirar sin convicción, escuchar sin pretensión..., holgazán proyecto.

Lo mejor; Julianne Moore.
Lo peor; la pobreza del resto.
Nota 5,2



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