martes, 17 de mayo de 2016

La venganza de Jane

La joven Jane está casada con uno de los tipos más peligrosos del Oeste. Un día su marido regresa a casa con 8 heridas de bala. La banda del cruel Bishop lo ha acribillado y es cuestión de tiempo que vengan a rematar la faena. Jane decidirá no esperar a que venga e ir directamente a por ellos. 


Sintonía que envuelve sin sobresaltos.

Empezamos directo al grano, para no perder tiempo en escenas de relleno, sin preámbulos ni rodeos vamos al asunto, nos preparamos para la defensiva venidera reservando dar explicaciones aclaratorias por el camino, conforme el roce y acercamiento despiertan a la memoria y se avanza en un relato de pasiones contenidas, de amarguras sufridas y de revelaciones que van poniendo cada pieza en su sitio, para que todo encaje y ofrezca ese armonioso puzzle de vista apta y competente, que no rebusca en el esfuerzo.
La fotografía en el género western es importante, es el dictatorial personaje que aporta el alma seca, árida y agria que con escozor viste y seduce, quien dispone el tapete sucio, arenoso y desvalido para jugar la parcial partida, siempre injusta en número de combatientes/sobrada de carácter y latente ofensiva; y aquí, el dibujo base para toda la jugada imaginada cumple con validez su cometido aunque, la verdad, más que una del oeste es un verdadero drama romántico, impera poderosamente la tragedia de sentimientos profundos y resentidos, añorados y revividos con fuerza e intensidad en su tiempo invertido, hasta que, por supuesto, se abre fuego, los disparos mandan y hablan por si solos.
Es entretenida la preparación del enfrentamiento, lo que se conoce y aporta a través de ella, simple y corriente no deja de ser un borrador o copia de
hermanas más lustrosas; común historia donde tenemos a Natalie Portman que, sin apenas estropear su maquillaje y despeinarse sólo cuando ya no cabía remedio, capitanea el argumento con la valentía de una madre, el coraje de una esposa, la osadía de una quebrada prometida y la venganza de una mujer que no olvida, ni perdona y se ha reconstruido a si misma para sobrevivir y esperar ese ardiente y doloroso acto de poner a cada cual en su sitio.
Porque “la gente buena no se vuelve mala” pero si ajusta cuentas, aunque el débito se adivina de memoria, nada nuevo o interesante refleja; camino de huellas previstas que llevan a donde sabes, con esa adherencia e interés que te hace prestar atención a pesar de adivinar la lección por anticipado pues, no importa ya sepas destino, armas y pronostiques la función y su desenlace con descarada inocencia, te resulta agradable de oír, gustosa de ver y adecuada en conjunto, dentro de su ligereza de argumento y pobreza de contenido.
Tres hombres rodean a la heroína femenina, figura
reivindicativa de moda que no logra grandes decibelios ni atronadores relámpagos, a pesar de la tirantez y nervio que la misma pretende; un disfrazado Ewan McGregor que vivió tiempos mejores, un poco participativo Noah Emmerich como rescatador oportuno y un poderoso Joel Edgerton, quien cubre sobradamente las demandas de la audiencia como herido y traumatizado, fiel y seguro compañero de corazón y revolver, que no duda y satisface en esa sobria actuación de príncipe destronado que, por una mala pasada del destino, vuelve para descubrir lo oculto y recuperar lo que es suyo.
Adalid de pistolas que cabalga en solitario para hallar a su pareja y marcar rumbo, describe correctamente sus pautas, no deja nada fuera pero tampoco aporta novedad alguna; se prescinde de una originalidad que hubiera dado alas, brío y ardor a este clásico, tan previsible y llano que su tradicional escrito no pasa de correcto, habitual y válido, como pasatiempo que
no demanda grandes mareos al pensamiento.
Ella no excede en llegar lejos, en arriesgar, penetrar o en subir la cima de la colina, a lo más alto; tampoco lo hará una razón que permanece estable, acomodada, grata y concluyente en su veredicto: limitada en sus flashback temporales, distrae, ameniza, por momentos recuerda el placer y delicia de este género y cumple adecuadamente con su propósito aunque puede que, en su flojedad constructiva, según narra y busca la concordancia dichosa de sus inocentes golpeados, pierda parte de la ácida exquisitez y tormento atractivo que siempre envuelve a estos ave fénix que resurgen de sus cenizas y lo destruyen todo a su sonoro paso bendito.
Fácil de ver, no inspira-no molesta; deja fuera lo complicado, busca simpatizar con la concurrencia con un equilibrado relato.
Jane got a gun -la traducción española la dejamos aparte-, jane tiene un arma aunque, su ir a por todos escasea.

Lo mejor; su respirado ambiente.
Lo peor; ser recatada y modesta en su historia.
Nota 5,6


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