miércoles, 26 de marzo de 2014

Byzantium

La soledad y la mentira como acompañantes eternos de nuestras jóvenes vampiresas, un insoportable castigo para toda la eternidad, reflexión implacable y dura de soportar, meditación embelesada que carcome un interior hambriento ávido de frescura y sabor; inagotable y extasiada supervivencia, penitencia poética insoportable fruto de una decisión desesperada y llevada al límite. Una cuidada estética, sombría y apagada, lírica elegante y estilizada reflejo crucial de los sentimientos de nuestra protagonista es lo mejor que ofrece este sentimental y romántico relato sobre la incansable y necesaria búsqueda de contacto humano, expresividad de intensas emociones ocultas por necesidad imperiosa pero evocadas irremediablemente a una explosión efusiva y elocuente imposible de parar o controlar. Languidez y pesadumbre que devoran un interior inquieto, sumiso pero violento, huracán apagado a punto de eclosionar que encandila lenta y pausadamente sin la brutalidad y fuerza esperable en este tipo de películas. Para sentimentales hambrientos de fantasía y esperanza está bien realizada, con interpretaciones sentidas, cálidas y amables que suplen carencias de personajes menos logrados; sensibilidad clásica, madurez inquieta no satisfecha, un Drácula melancólico y no tan pasional como fuera deseable que cumple su papel motivador a medias, interesante atracción que se queda a medio gas conforme empieza a rodar por su funesta carretera. Un intento aceptable y comedido que satisface sin demasiadas exigencias, argumento que barrunta un poco de todo -amor, acción, sentimentalismo, reflexión, violencia...-sin profundizar en nada en concreto y que roza la somnolencia; si no fuera por la temática vampiresa utilizada de fondo estaríamos ante un relato adolescente para solitarios perdidos en una agotadora meditación cabal en busca del inocente y puro amor eterno. Suficiente para un rato calmado, con pausas intermitentes y sin reflexiones profundas o acicaladas -ya las hace nuestra extraviada escritora silenciosa- pero su obligada supervivencia fuera del tiempo lineal no ofrece los recursos o los pensamientos profundos suficientes para atrapar tu atención cual mordisco mortal, camino de entrada a un universo sin fronteras ni límite temporal. Su suave y delicada herida provoca ligeros cosquilleos poco penetrantes; insuficiente cicatriz para perturbar tu alma sedienta, alterar tu espíritu incansable pues no tienta ni seduce completamente la metafórica exposición de su mísera e indeseable existencia.





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