sábado, 29 de marzo de 2014

Guillaume y los chicos, a la mesa!

Los chicos  con las chicas tiene que estar, las chicas con los chicos han de vivir..., reza una popular canción española pero la pregunta es, a qué lado debe sentarse nuestro protagonista?, a cuál de ellos pertenece? El largo y costoso camino hacia el descubrimiento de uno mismo, adquirir identidad propia al alto coste que ello supone, aprender a amarse tras encontrarse, aceptar y compartir quién eres..., película francesa presentada en formato de profundo y sincero monólogo, sin ningún tipo de pudor o miramiento y con mucho patético sarcasmo e interpretada por un acaparado Guillaume Gallienne que colma todas las escenas; la historia es él, el relato es el periplo que supuso su adolescencia, el monólogo es un maduro y seguro individuo que sabe quién es y a dónde se dirige, que ya no esconde nada ni se esconde de nadie. Y esa es la parte más interesante y valiosa de todo el filme, la verdadera joya que revela este sorprendente y exquisito puzzle al ser encajadas todas sus piezas; seguir todo su proceso con altibajos de opinión sobre lo visionado, con momentos de humor intercalados con otros de aburrimiento, sonoro desconcierto unido a perpleja expectativa, desapego cansino con repentino atrape interesante, divertida comedia que da paso a una lastimosa tristeza..., un ir y volver de sensaciones y opiniones diversas que no te permiten decidir si te gusta o no lo que estás viendo, un no saber en concreto si tu paladar disfruta del sabor que está recibiendo. Y ahí está la gracia, la clave para degustar ese crecimiento abrupto y forzado, en ser capaz de digerir todas esas confusas emociones y llegar al final del espectáculo, una maduración plena que te permite poder afirma con sorprendente gusto que has degustado una buena comida, que el previo y su recorrido han valido la pena, que los últimos 10 minutos redondean una confusión inicial, dejándola aparcada para siempre, para confirmar tu defintiva y sincera opinión sobre la historia; un inteligente guión, de una sinceridad devastadora que está magníficamente representado por su propio protagonista en un alarde de valentía y superación. Maduras al mismo compás que nuestro héroe, a su torpe y turbado ritmo, sintiendo el mismo orgullo y sabiduría que él al haber superado y experimentado todos los caminos posibles y haber encontrado el suyo propio. Como los mejores vinos, mejora con el tiempo, se digiere poco a poco, su sabor se aprecia lentamente y su completo aroma te envuelve gustosamente.




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