lunes, 10 de marzo de 2014

Los caballos de Dios

Exposición nítida, clara, impactante y de gran conmoción de "Los caballos de Dios", reclutamiento de jóvenes inocentes y perdidos para ser convertidos en hombres bomba al servicio de un radical Islam que realiza una particular lectura del Corán y de su santificada misión; el transcurrir de unas vidas desde su niñez hasta su pronosticada y pactada muerte sin ningún tipo de contemplación posible; veraz y emocionante exhibición de una cultura, de una forma de vida difícil, cruel, dura y de alto coste emocional y espiritual; impresionante narración de un mundo doloroso y severo, caldo de cultivo de terrorismo, de violencia y de unos ideales por los que perder una existencia poco valorada y satisfactoria. Su visionado es arduo y pesado -agotador- pues no trata un tema cómodo y agradable, su realismo y veracidad asombra e inquieta, su naturalidad expositiva y su progresión evolutiva te enmudece, deja sin palabras y conmueve pues asombra su facilidad de ejecución. No es apta para todos los públicos e, incluso para éstos, la incomodidad e incredulidad estarán servidos. La pregunta a responder no es si te gustará o no pues nadie te asegura ni esto ni lo contrario; la cuestión, lo realmente importante es la magnífica dirección, la vivaz interpretación, la mundana fotografía, el realismo dialéctico..., un enclenque de factores que forman un explosivo, impactante e inquietante documental sobre la sencilla, fácil y accesible elección de una vidas al servicio de un lema religioso, palabrería afanosa al destino del peor de los propósitos, penoso lavado racional atestado de explosivos terrenales. No hay mayor ciego que el que no quiere ver ni mayor enemigo que uno mismo. No te dejará indiferente -imposible cualquier actitud apática- aunque su sabor será amargo y agridulce, complicado de digerir.










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