miércoles, 12 de marzo de 2014

Pensé que iba a haber fiesta

Me gusta Elena Anaya y me gusta la sencillez pero no tanto como para estar hora y media mirándola, esperando algo de movimiento, algo de acción que despierte mi inesperada somnolencia; porque si, es muy guapa, si, es buena actriz, si, la película es cálida y agradable pero..., tanto sosiego y tranquilidad aburren al más espabilado, duermen al más despierto! Nunca una película argentina ha tenido tan poco guión, tan poca palabra, tan poca chicha y a resultado ser tan poco atractiva. Lo único que pasa, el acontecimiento que motiva toda la película es de tardanza reposada y es tan débil y flojo en su intensidad que su breve lapsus de espacio y tiempo apenas deja huella en ti. Falta de motivación por profundizar, por explorar los sentimientos mostrados, emociones bellas y bonitas que apenas son absorbidas por el espectador. Un dejar pasar la cinta, un ver evolucionar el guión que no es compensado con el resultado obtenido, con la satisfacción de un público que anhela, desea una afinidad que te mantenga en vilo esperando la venida de interesantes y atractivos acontecimientos. Delicada, bonita, suave, tenue, frágil..., todo lo que se quiera pero..., poco interesante, en exceso apacible y, más bien, aburrida. Pensé que iba a haber fiesta!!! Yo, también. 








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