sábado, 21 de noviembre de 2015

In bloom

Durante un caluroso verano en Chicago, dos chicos experimentan la tristeza de la separación y el corazón roto del primer amor.

Aprender a amar y dejar marchar

La dificultad de la amistad, del contacto informal cuando se ha compartido intimidad, y los ecos de ésta aún resuenan en la piel y el alma.
El problema que se deslumbra de estas historias pequeñas e intimistas es que plantean unas parejas unidas únicamente por el atractivo físico, rostro seductor de cuerpo joven y piel tersa y suave, siendo el agotamiento por este, por haber saciado la curiosidad y haber pasado ya de largo el nerviosismo de ese primer beso e inquietud del inicial roce lo que provoca el entusiasmo por otra gente y esa tentación de volver a ser libre para probar, jugar y coquetear de nuevo, volver a ser espíritu solitario que elige cuándo, dónde y con quién.
Ya no te excitas con tu pareja, ya no compartís hobbies ni apetencia por hacer cosas, cada uno tira hacia un lado, uno más que el otro, sólo es cuestión de tiempo que surja tan temida sentencia, que se diga en alto ese tenebroso tenemos-que-hablar, necesito-espacio, no eres tú-soy yo, mientras el otro componente mira incrédulo al haber sido sacado, a la fuerza, de su estimado paraíso romántico y ser
expuesto a la realidad que le dice y repite, para que acabe de creérselo, “ya no te amo, ya no me haces feliz”.
Chris Michael Birkmeier ofrece la evolución simple de una pareja que deja de serlo y se mueve en el interrogante constante de si volver a darse una oportunidad o, a lo hecho pecho y ya no hay vuelta atrás, si segundas partes nunca fueron buenas, o hay que reformar el refranero porque los tiempos han cambiado y con ello la gente que vive sus emociones sentenciado por el mismo, o puede que en el fondo los sentimientos de amor, odio, amistad y traición, y los múltiples colaterales que siempre les acompañan, sean los mismos desde le época del perro del hortelano, y muchísimo antes.
Porque el dilema que se mueve aquí es si comer de todo un poco, picando donde apetezca, sin permitir
que el anterior comensal coma en plato extraño ni deje de sentarse a nuestra mesa, egoísmo o confusión de no saber qué se quiere hasta que se ha perdido y distanciado el ser amado, y la claridad obra presencia y todo vuelve a estar claro; interpretaciones cercanas, naturales y sentidas que cuentan con diálogos humildes y moderados, de un guión que no pretende profundizar en el dúo protagonista, sólo narrar ese desdén y aburrimiento cuando se posee lo que se codicia, esa ansiedad y desespero cuando ya no está al alcance, más el estrago que provocas en la persona receptora que nada sabía y, sencillamente, las ve venir y recoge como puede.
Modestia de poca ambición, relajación de planteamiento que, aún así, lo deja todo obvio y estructurado, tentación de vivir rodeados de personas que cautivan donde siempre habrá alguien
mejor, más guapo, gracioso y divertido, interesante y provocador aunque, la verdadera cuestión es si la felicidad te la aporta la persona que come, duerme y vive contigo.
“In bloom”, floreciendo, una vida llena de opciones y sensaciones diversas, complicado crecimiento cuyo aprendizaje duele en el corazón y alma, arrepentimiento de haber elegido mal/sensación frustrante por haber sido la correcta decisión en su momento, ahora irrecuperable, o puede que no pues la existencia marca pausa, opta por cuando parar su noria y si volverás a coincidir en repetida oportunidad de conquista, u olvidar y pasar a la siguiente, si es que la hay.
Es leve, cauta y poco intensa, emotividad mínima para asumir posturas y mover ficha según acontecimientos, bajo presupuesto para recatadas expectativas que dentro de su nula novedad, narran con decoro, solvencia y buena aptitud la aparición, vivencia y pérdida del primer amor y esa inquisidora pregunta de si se acierta o erra con la decisión tomada.
La brevedad de su duración va correlativa a la fugacidad de lo mostrado, suficiente para gustar sin colmar y dejar un recuerdo cálido, que templa sin llegar a llama ni provocar calor.
“Gracias por cuidarme”. “De nada”.

Lo mejor, su cercanía compartida.
Lo peor, no explora con rotundidad en ella.
Nota 5,5


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