jueves, 20 de octubre de 2016

In your eyes

Dos personas alejadas geográficamente, se encuentran en realidad más conectadas de lo que nunca pudieron imaginar.


Creencia espiritual que no enamora.

Es muy inconexa, desvinculada del apasionamiento; busca el romanticismo de una manera bonita, delicada y hermosa pero destartalada, dulce y animosa pero fuera de todo orden y encaje novelero que despierte entusiasmo, energía o delirio.
Son simpáticos, encantadores, caen bien, viven ese cliché de desdicha que anticipa la ilusionada felicidad merecida, pero es tan poco coherente su engranaje y elaboración, dentro de la fantasía base que les conecta, que no acaba de funcionar como mediador de la magia romántica que te haga creer en ellos, seguir su historia con esperanza y desconsuelo y sufrir por su ansiosa unión, de perfección designada.
El tema no es original ni nuevo, Sandra Bullock y Keanu Revees ya se comunicaban a distancia, aunque éstos eran más estables, utilizaban el correo y la carta escrita a mano, más personal e íntima, enviada a distancia temporal; en esta ocasión, Brin Hill plantea, en tonos de ambientación natural y espontánea, dos personajes extremos en su antagonismo posicional, que sorprendentemente dialogan con la facilidad mental de decir hola y adiós, cual telefonía móvil pensante que sólo tiene que desearlo para que funcione, primer error de desconexión para con ellos, a pesar de contar con verdadera empatía entre Zoe Kazan y Michael Stahl-David delante de la cámara.
Tras esa imprevista unión telepática emocional, se pasa a una rutina de conversaciones entre dos amigos de toda la vida que comparten su adversidad, intimidad y prosperidad, aunque se supone la vivieron juntos en alternancia, pues llevan en unión mística desde pequeños, sin saberlo con certeza, pero creyéndolo intuitivamente.
Y a partir de ahí, una vez descubiertas las cartas, método y sensaciones compartidas, el sentimiento es de debilidad argumental, de pobreza imaginativa, de
escisión amorosa, pues no basta con dos personajes alejados, destinados a estar juntos, no basta con complicaciones y dudas personales sobre lo vivido, no basta con la lucha de superar los problemas cual intrincado Romeo y Julieta; falta el espíritu, la ilusión, la inquietud, la emoción, la creencia, el desgarro sufridor, el combate parejo y la alegría conclusiva, sólo con buenas intenciones, de escasa efectividad, no es suficiente.
La escoges por los favorables comentarios escritos hacia ella, por el apetecible tráiler visionado, aunque eres consciente de que hay amiguismo en esto de escribir las reseñas y que el tráiler no deja de ser un montaje publicitario para vender un producto; aún así confías y acudes a ella, por la querencia de una historia de amor que inspire y valga la pena, obteniendo un relato de buenos propósitos, de cándida alma, de predestinación mística que no alza el vuelo, se queda a rasante nivel del suelo pues,
dentro de la invención creativa, ésta debe seducir, ensimismar y embellecer al nutrir a un corazón hambriento, y únicamente logra aderezar los entrantes, dejando con hambre el resto.
Sin arrepentimiento de verla es excesivamente inocente, candorosa e inofensiva, sin garra, furia, lejos de llegar a producir calor o admiración por ella, tibieza negativa especialmente si acudes con la suposición leía de que será grato, increíble y fantástico el convite; puede que, desde la nada de quien se la encuentra sin información previa, suba enteros pero, no pasa de ser cine de sobremesa de domingo, echa para engatusar cálidamente sin mucha materia.
“In your eyes”, en tus ojos, aunque no es verdad, y
ese es su gran fallo, que tu mirada en ningún momento queda embelesada por esa romántica pareja, a la que te unes en su posibilidad de alcance de la dicha eterna.
Juega a intentarlo, eso es todo.
Modesta producción, de tierna fantasía, que pretende ofrecer fe en esa irrealidad que todo lo puede, al tiempo que espera aparezca tu considerada sonrisa; depende del nivel de tus exigencias, dicha mueca labial te será válida o nimia.

Lo mejor; pretende vender que ninguna montaña es lo bastante alta para alejarles.
Lo peor; su encuentro no compensa el esfuerzo de subir la montaña.
Nota 5,6


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