martes, 6 de diciembre de 2016

I smile back

No todo está bien en los suburbios. Laney Brooks, una esposa y madre al límite, ha dejado de tomar sus medicamentos, sustituyéndolos por drogas recreativas y los hombres equivocados. Avecinándose la destrucción de su familia, Laney hace un último y desesperado intento de redimirse.


Camino a la perdición.

Les quieres pero te importa un carajo, tu familia es importante pero no lo suficiente para pararte, tu egoísta necesidad adictiva te lleva por delante.
Oyes pero no escuchas, miras pero no estás presente, te esfuerzas por ser pero te tienta perderte; la rutina te agobia, nada tiene sentido excepto liberar el ansia, el descontrol, la perdición de enviarlo todo a la porra.
Una auto destrucción placentera de dolor continuo, que vuelve incesantemente a su loca noria, para revivir sentimientos extremos de castigo/bonanza de forma constante, en una agotadora tortura sin fin, que aumenta su velocidad y demanda, a cada paso, de mayor hambre.
Cambios de humor repentinos, de apatía a júbilo, de depresión a éxtasis de una energía en exceso, que lleva a fatales actos de consecuencias desastrosas; impredecible, eres una bomba a punto de explotar en cualquier momento, quieres ayudarla, quieres entenderla, quieres seguir amándola pero todo tiene un límite, que ella se empeña en poner a prueba hasta destrozar tu persona.
“¿No quieres ser feliz?”, sí, por supuesto, y parece sencillo, y lo intenta, y lo desea, y pone todas sus fuerzas en esa esperanzadora recuperación y adaptación a la nueva persona, de serenidad lograda
con voluntad y empeño; pero es débil, es frágil y la ansiedad golpea con delirante insistencia, para volver a tocar fondo y llevarte a quien sea por delante, incluso a ti misma.
Y se ve reflejada en los ojos de quien la observa humillada, rebajada y convertida en un desperdicio, en una completa desconocida, sin respeto por ella ni por nadie que la conozca.
Un ser humano, madre culpable/esposa infiel, que acierta y erra sin propósito ni dominio, que se ama y odia por igual, que quiere vivir pero se está matando anímicamente; una típica historia de drogadicción, de enganche personal a un doloroso pasado, que marca en un presente inestable incapaz de manejarse con éxito, de progreso positivo.
Es llevadera, fácil de ver y consumir, atrae lo suficiente para verla con interés aceptable y acompañarla con gusto en su balanza de devastación y construcción ininterrumpida; templado desasosiego que juega con corrección sus estragos, demolición conocida para una herida
familiar, que se aprecia con honestidad y cumplimiento de tarea.
Un pulso a los coercitivos instintos que devoran y atormentan, una lúcida Sarah Silverman como sobrio escaparate de ese desenfreno de sexo, alcohol y drogas que comen y mutilan, para sentir un dolor físico que apacigüe la ruina emocional que oprime por dentro; Josh Charles, como pareja soporte, redondea un filme sencillo, sincero y capaz, que se gana esos modestos halagos de quien cuenta una historia atractiva y entretenida, con certeza en su plasmación y sólida credibilidad narrativa e interpretativa.
“I smile back”, sonrío de vuelta, sonrío de lado, sonrío de cara, sonrío mientras me estoy muriendo por dentro, hasta que desaparece la sonrisa y ya no hay vuelta.

Lo mejor; su veracidad y actriz principal.
Lo peor; su modestia impiden que alcance marcada profundidad de tema.
Nota 5,6
interpretación 6 guión 6 música 5 fotografía 5,5 realización 6 montaje 5,5


No hay comentarios: