jueves, 1 de diciembre de 2016

Permitidos

Camila y Mateo son novios, se quieren y viven juntos. Una noche, cenando con una pareja amiga, surge el tema de los «permitidos». Cada uno menciona un elegido famoso con quien tendría permiso para una noche de amor. Y días más tarde, accidentalmente, Mateo conoce a su permitida. Pero lo mejor que le pasó en la vida puede convertirse en todo lo contrario.


Perjudicial charla, de arrepentimiento a corto plazo.

Permitidos, ese inocente juego de probabilidad casi imposible, de importación americana -sus series pueden hacer mucho daño en la estabilidad emocional de la pareja, al infundir irreales pronósticos sobre ésta-, que ofrece mucha diversión de perspectiva en su atolondrado planteamiento, pero que se convierte en dura carga a soportar, en caso de efectividad práctica.
Porque nos separan seis grados de conexión con cualquier ser soñado, y en ocasiones, por fortuna o mala leche de un azar caprichoso, ese ansiado deseo se convierte en opción plausible, sin consecuencias venideras, según contrato oral establecido.
Y es que el engaño duele, aunque esté disfrazado de permiso concebido, por inalcanzable probabilidad según estadísticas, pues si no te toca la lotería, con la dedicación semanal y monetaria que le otorgas ¡cómo vas a tropezar con tu ideal de chico famoso y que éste, tenga el detalle de fijarse y estar por ti!; mucho pedir ¡decir que no! al George Clooney de cada una, más con la bendición de la pareja.
Pero la carne duele y la mente tortura, y maldices para ti, sin poder echarle a nadie la culpa, y a partir de entonces ya no controlas tus sentimientos, se desbordan las emociones y tomas decisiones de precipitados actos, producto de un cabreo
generalizado, donde ya nada ni nadie es el que era.
La pareja es simpática y está muy bien avenida, distendido humor argentino de buenachón ambiente, que con su gracia y salero, cuela una romántica tragedia; de grato entusiasmo y medido delirio es más lo que promete que lo que cumple, empieza con aptitud y ganas/pronto emprende esa cómoda ruta, donde se ha perdido la iniciativa y, aunque cubre para relajada velada de amable tono, ha cedido en su alegría, desparpajo y habilidad de reparto de cartas, a cambio de gansadas, burradas simpaticonas y
coordinación enamorada, de final esperado.
No es la diversión que esperas, pero puede colar para tiempo aburrido, de ver algo sin ver nada; no es mala/podría haber sido mejor/juega a tonterías dulces, de atropello leve.
“Permitidos”, se permite soñar, aunque no se permite consumar el sueño.

Lo mejor; comedia argentina con posibilidades.
Lo peor; se conforma con piscolabis, de recursivas bobadas.
Nota 4,5
interpretación 5 guión 5 fotografía 4,5 música 4,5 realización 4,5 montaje 4



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