martes, 21 de abril de 2015

Giro inesperado (Stretch)

Teatral pase de modelos, sin alimento, para voltear a un protagonista que no sugestiona, sólo marea, pues no encontrando la medida exacta de su punto de cocción, desvaría inútilmente echando a perder todo el sustento nutritivo de la celebración.
Su centro es la extravagancia, su andadura la desfachatez, su color el despropósito, vorágine de tontería y estupidez que acelera su ritmo frenético para compensar el vacío de contenido, constante velocidad para recorrido asfixiante de no pensar, sólo reaccionar a contratiempos imprevistos, exagerados, sacados de madre que pierden toda su gracia y ánimo, justamente, por ese abuso del que se excede y donde pierde la perspectiva de lo que es la diversión, el humor y lo aceptable.
Un perdido de la vida, personaje desahuciado sentimentalmente, endeudado económicamente, asfixiado mentalmente, mísero ser hundido, tocado en todos los sentidos, con el trabajo propicio -chofer de limusina con clientes variopintos- para vapulearle constantemente, al ritmo que se quiera, sin límite y con mucha desproporción, voz en off de fondo que nos guía por su tormento experimentado y propósito de enmienda de que hoy empieza el primer día de su nueva vida, meritorio esfuerzo de Patrick Wilson de sacarle todo el rendimiento posible a su papel -lo único que vale la pena- y ¡pare usted de contar! pues, todas las intenciones de Joe Carnahan de desmadre explosivo, vicio alucinado y circo desternillante se quedan en nulidad de una explosión cuya excéntrica excursión deja mucho que desear/poco que contar/nada que tastar.
Porque, a su loco inicio ya le observas cierta torpeza, falta de estilo y habilidad para plasmar, con venta segura y apetecible, el clásico que quiere manejar -hombre ruinoso sometido a tortura, sin freno ni paliativos, que sobrevive a una noche loca, muchas otras veces visto-, pero le das vidilla y sigues adelante donde, tu inocente condescendencia se topa con dos cameos, David Hasselholf y Ray Liotta, que empiezan a confirmar tus sospecha de principio de que este relato no luce bien, que mucho ruido, bombo y platillos y toda una algarabía de percusión atronadora para tapar la ausencia de instrumentos decentes de acompañamiento, carencia de sonidos de refuerzo y base legítima que den sentido, coherencia y apetencia a una melodía que sólo vive de estallidos súbitos, desatinos torpes y una falta de afinamiento por valerse, únicamente, de un miembro, la batería estridente y desmadrada de sonido surrealista, que no oculta la pena de desperdicio sin salero, ingenio ni atrape que mata tu espíritu, aniquila tu alma y cualquier esperanza de sobrevivir contento a su progreso.
Un disfrute que se obstruye por no saber perder la razón con inteligencia, alimentarse de su sinsentido con firmeza, de la frivolidad, caos y sandez con sapiencia ya que no todo es colocar personajes grotescos en cháchara persistente y presión incesante -un chiste no captura tu risa espontánea por oír la narración de sus palabras y un guión deja de ser chistoso cuando erra en su equilibrio y se convierte en una simple exhibición de numeritos estrafalarios a cuál más insustancial y banal-, la extorsión observada no muta en entretenimiento, ni en estímulo, ni en risa, ni en nada, sólo aburrimiento de melodía cansina que estropea una posible velada deliciosa al no saber proyectar su música con ocurrencia, distinción y maña.
Sufres por una necedad que no escapa a su propio martirio y que martillea, sin piedad, la vista y el oído con una sucesión de esperpento sin brillo ni atractivo, sólo correlación de nimiedades a cuál más pues, "La vida no es más que tiempo", sí amigo, pero no todo el tiempo tiene la misma calidad, esmero y validez, ni su recuerdo deja la misma huella, sólo ofreces espectáculo decepcionante sin crédito ni sabor incapaz de transformar la demencia, frenesí y alboroto en algo digno de gusto, ni siquiera dispuesto a perder la compostura, digerir todo un absurdo y contemplar la memez más absoluta logra provocar una mínima sonrisa, únicamente improductivo descaro de una aventura sin chispa, agudeza o fuerza.
Siempre vi un océano insalvable entre Gila, Eugenio y Chiquito, los dos primeros genios, el otro se me atragantaba; sin oportuno delirio ni presente ganancia, este agónico superviviente del peor/mejor día de su existencia, circula por dicha calzada y sigue produciendo el mismo efecto, se te atraganta.
Giro inesperado, también desacertado.



No hay comentarios: