jueves, 1 de octubre de 2015

Bande de filles (Girlhood)

Para Marieme la vida es una sucesión de prohibiciones. Se siente agobiada por su familia, por la escuela y por la implacable ley de los chicos del barrio. Pero su vida cambia cuando conoce a un grupo de chicas de espíritu libre. Entonces cambia su nombre, su modo de vestir y abandona la escuela para ser aceptada en el grupo. Convertida en Vic, abraza el código de la calle donde se mezclan violencia, amistad y libertad.

La aterradora sentencia dictatorial de la familia y la calle.


Guía experimental, sin antecedente previo excepto la propia vivencia construida a base de golpes, riesgo y enorme voluntad.
"¡No quiero esa vida!", ¿y qué vida quieres?, ¿dónde quedaron tus sueños?, ¿mantienes intactas tus ilusiones y esperanzas?, pues hasta tu fortaleza y vigor empiezan a flaquear, sólo se mantiene constante la soledad y esa necesidad imperiosa de cariño, de marcar tu camino y llegar a destino sin tener idea de cuál será o cómo llegar; aunque, claro queda lo que no será, lo que no te vale ni deseas por duro y doloroso que sea dejarlo y rechazarlo, potente, enérgica sabe defender pues la respalda un argumento sólido, eficaz y productivo en su desarrollo, evolución desde la inocencia de lo correcto, de la buena fe de ser y portarse bien a la aparición de carácter y formación de la personalidad donde valen más los errores infructuosos propios que toda la servidumbre, maltrato y humillación de esos otros llamados familia, que poco o nada de cobijo dan.
Sustituir lavar platos por llevar navaja, dejar de lado preocuparse por las hermanas por preferir ganar la batalla, ese enfrentamiento físico de la juzgadora calle que establece rangos y posiciones, sólo que la victoria de hoy dura únicamente 24 horas, pues a la mañana siguiente, puede que seas derrotada y avergonzada por la nueva candidata a liderar el grupo y poseer la corona, sin descanso, sin pena, desbarajuste de andadura que voltea de lado a lado concluyendo que sola estás y que continúas con esa necesidad imperiosa de cariño y amistad, de un abrazo y sentido amor que no comprometa, que no demande, que no juzgue, que no hiera.
"Quiero ser normal, quiero ser como los demás", sólo que no lo eres, tarde es ya para eso, una lección arduo difícil de aceptar, ser adulto cuando eres una joven sin
adolescencia cuya aceleración de crecimiento no es voluntaria sino forzosa, decidir sin vuelta atrás con el único apoyo de esos breves y efímeros momentos de dicha y felicidad, de risa y hermosura perfecta que se desvanecen tan rápido que la resistencia y rigidez deben volver a emerger, las lágrimas se lloran en casa, sea dónde sea que dicho cuarto, que no hogar, establezca su lugar.
Consistente guión que muestra la vilolencia y el abuso a diferentes niveles y en variadas formas, todas con el mismo propósito de dominación y sometimiento, esclavitud social de la que escapar cómo sea o subsistir si ya se ha caído en ella, alegría rodeada de penumbra, ritmo contagioso donde refugiarse de la opresión, esta banda de chicas, pandilleras de amistad y lealtad en el complicado camino hacia la feminidad elegida, que no impuesta, cierra la trilogía "Los lirios del agua" y "Tomboy", las tres con ese toque veraz y auténtico de espíritu risueño y soñador que por dentro llora, duda y es confusión completa de quién ser y a dónde dirigirse.
"You're beautiful like a diamonds in the sky", canta una enérgica y vibrante Beyonce para un diamante sin pulir, lleno de aristas e imperfecciones, desconcierto que le
lleva a ir de mano en mano en busca de valoración y amparo, lealtad y hermandad en los momentos de frescura que se comparten con otros sombríos de desprecio, ausencia y represión, sumisión y obediencia u orgullo de enfrentarse y buscar tu trayecto, naturalidad, jovialidad, dolor y amargura para la severidad de madurar sin afecto ni ternura ni protección, a velocidad apresurada.
Céline Sciamma ofrece un retrato de la juventud a ras de suelo, de castigado barrio, esencia que emprende ruta con severidad, rigor y fuerza para descolocar todas las fichas y perderse por el mar de la duda que la propia protagonista sufre y padece, pues complejo es caminar con nostalgia, indecisión y en desamparo ya que, si algo no logra sacudir de su
herida alma, de su dañado corazón es la soledad e imperiosa necesidad de cariño, que emerge una y otra vez, en diferentes momentos y niveles de intensidad, pero con la misma agónica demanda y presto solicitud.
Marginalidad, abandono, desestructuración familiar, tormentos, injurias, malos y buenos ratos..., "..., no es lo mismo ser que estar, no es lo mismo estar que quedarse ¡qué va!, tampoco quedarse es igual que parar, ¡no es lo mismo!..., conformarse o pelear no es lo mismo, ¡es distinto!...,léeme los labios ¡yo no estoy en venta!", sólo que, salvo esa bendición de paraíso de la banda de chicas, espléndido girlhood, y la única norma de que hagas lo qué hagas, vayas dónde vayas nunca te detengas, sigues en soledad y con esa necesidad imperiosa de cariño ¡que sí es lo mismo!

Lo mejor; su guión, interpretación, energía y absorbente fuerza vital arrolladora.
Lo peor; pasó, para muchos, desapercibida.
Nota 6,5


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