martes, 7 de junio de 2016

Alicia a través del espejo

Al asistir a una recepción en la residencia de Lord Ascott, Alicia se ve invadida por la emoción y huye de la fiesta, donde se encuentra con Ábsolem. Ahora es una mariposa monarca azul, y consigue que Alicia sea capaz de regresar al fantástico mundo de Infratierra. Allí se reencuentra con sus amigos.


“Absolem ¿eres tú?”..., y empieza la magia.

Imagen o palabra ¿acaso hay debate sobre quién gana? Ambas magníficas/ambas suculentas, despliegan todo su torrencial poder con esa habilidad de embaucar y enfrascar a la audiencia, hacerla soñar, elevar su ilusión a lo más alto, a esa fantasía hecha realidad en la gran pantalla que se funde en una a través de la ingenuidad y terquedad de su protagonista y eterno optimismo de sus fieles amigos.
Porque hay que creer en lo imposible pues sólo así puede hacerse posible, porque el tiempo no es un ladrón ni un villano, sino joya querida de preciosas horas, minutos y segundos que hay que valorar en su presente pues, no puede cambiarse el pasado, pero obligada lección es aprender sabiamente de su paso por él para desprenderse, cuando sea tiempo, de lo que más se quiere, sabiendo que se les ha querido lo máximo en cada momento.
La familia, creencia y amor como base de este atravesar espejos de una Alicia ya crecida que sigue encantando a la audiencia; mayores y pequeños, conocedores de la obra e incrédulos ignorantes, no importa cómo te acerques a ella o cuál sea su opinión preconcebida, te barrerá de un plumazo con su vital imaginación, de exquisito colorido y movimientos presurosos, que atropellan la pantalla con su velocidad insensata y su corazón benévolo lleno de emoción y honestidad, por aquellos a los que más se estima y echa de menos.
Secuela que cuenta con la maravilla visual y técnica de su antecesora; se le achaca falta de solidez y talento narrativo pero, lo cierto es que sales encantada con su figuración expresiva y contenta de su nobleza locuaz, para ofrecer la puntilla que decore tan impactante
representación, con ese leve toque de humor discreto y bonachón.
Sin duda se echa en falta a Tim Burton, ¡cómo no hacerlo!, pero tampoco veo merecido el varapalo hacia James Bobin, pues su descripción afable va acorde a lo que se espera de una heroica epopeya inventada.
Nos situamos tres años después de la original, con Alicia como capitana del navío de su padre; ésta es requerida por sus añorados amigos -están todos, están geniales- para viajar en el tiempo -nuevo y adorable personaje que da mucho juego- y ayudar al sombrerero; la amistad y su valor sobre el deslumbrante tapete de Wonderland, riqueza escénica que nadie podrá dejar de apreciar, más ese añadido escrito que, sin duda, se toma licencias temporales difíciles de encajar y saltos poco creíbles al vacío pero ¡qué más da!, puedes pasarlo por alto ya que ¡como una niña estás disfrutando!
No arriesga en sus personajes, recurre a la añoranza situacional donde cada cual sigue en las suyas y no osa evolucionar; lo admito, el guión no es profundo, incisivo
ni una gloria inesperada que alumbra al pensamiento pero, Cenicienta siempre será rescatada de su malvada madrastra por el príncipe y, la Bella Durmiente siempre se despertará con ese querido y dulce beso; no avanza ni progresa hacia algo original y sorprendente pero, tampoco se necesita para entonar el corazón y que los ojos eclipsen a una razón que cede ante el deleite que éstos están consumiendo y, aunque su relato sea un clásico sin peligro, los vocablos de su aventurada trastada son lo suficiente aleccionadores y firmes para dejar esa corriente aprendiz, que siempre reflejan las historias de Disney.
No hay cambios, y justo por ello es gratificante y un goce
para el alma; Alicia vuelve a su país de las maravillas para devolver el amor y la familia a sus habitantes; queremos la amargura de la roja princesa, cada vez más cabezona, la beatitud de su hermana blanca, los torpes gemelos, al gato, al conejo blanco y todo lo sabido, en su inocente y cándido lugar, para que continúe su efecto refrescante, alegre y jovial, y así olvidar la cognitiva reflexión sobre ella y..., ¡a divertirse!, que para eso existe la fantasía de los cuentos.

Lo mejor; la técnica visual y ese alguien que es tiempo.
Lo peor; ciertas conexiones 
explicativas.
Nota 6,7

No hay comentarios: