sábado, 18 de junio de 2016

Life's a breeze

El film cuenta la historia de una familia en su búsqueda de una fortuna perdida por las calles de Dublín.


Un bote de un millón de euros.

Una anciana, un colchón y los ahorros de su vida, la gracieta de unos hijos que limpian la casa para darle una sorpresa y, la tortilla vira y son estos los que se llevan el susto de esa buena nueva, convertida en loca pesadilla, que hará delirar a una peculiar familia, complicada de avenirse si no es por esa recompensa que aliviará sus penas y arreglará sus maltrechas existencias.
Una abuela cuya opinión no se tiene en cuenta, unos padres que no escuchan, unos tíos que invaden y alborotan, todo desde los ojos de esa niña -cálida y sentida Kelly Thornton- que observa a sus queridos parientes con asombro, vergüenza, estupefacción y tristeza, pues nunca están conformes, siempre discuten, no encuentran la calma ni ese espíritu de estar bien con uno mismo.
La búsqueda de un tesoro que acabará por implicar a la ciudad entera, reválida para comprobar la personalidad de cada miembro de este clan, que se azotan igual que abrazan, que se quieren de forma extraña, esa que únicamente comprenden sus miembros y que desde fuera resulta singular y esperpéntica, pues nunca están de acuerdo pero siempre salen a flote como uno solo, siempre están peleando pero nunca se duda del amor mutuo compartido; una alianza familiar retratada con la veracidad sugestiva de esa tierra irlandesa, que tanta habilidad y gracia tiene para contar sus historias.
Lance Daly escribe y rueda una particular tragicomedia de humor corrosivo y drama ácido; no ahonda ni se detiene con determinación en ninguna, paso tenue, aunque perceptible en su efecto, que deja esa particular seña de identidad que respira por todas partes la cinta.
Modesta pero con carácter, bien conducida, sin
dejarse llevar por la típicas burradas que dan juego en este tipo de ridículas situaciones; tres generaciones en búsqueda de la extraviada fortuna, clase trabajadora como centro de esa esperanza que les saque de un malvivir de tragedias donde, las pocas risas duran poco y les cuesta aparecer en escena.
Pat Shortt a la cabeza de ese lanzado torpedo que siempre golpea en su persona, prototipo de hijo fracasado/hermano vapuleado/el hazmerreír de las bromas del grupo que nunca hace nada bien, ni servido en bandeja, y que destaca por encima del resto en gusto y atractivo, más esa pícara y avispada madre, una fantástica Fionnula Flanagan, cuyo aguante y paciencia parece no tener límites, entre tanto hijo y yerno caradura.
Pequeño filme, lleno de encanto y cariño difíciles de ver a primera vista, pero presente en esa observación profunda de un escenario mundano donde se expone, sin tapujos, ese estudio
humanitario de un grupo de parientes cuyo soporte es el apoyo mutuo, a pesar de las enormes rencillas servidas.
Sencilla y llevadera, simpática y entrañable, llena de vitalidad en esa caótica jungla que es una familia con los diferentes temperamentos de cada uno de sus personajes; mueve las piezas con franqueza rotunda, con esa determinación de ir por camino propio y que lo asuma el agradecido vidente; exprimida fotografía de quién es cada cual alrededor de esa matriarca que se utiliza sin permiso o invade sin consideración ninguna.
No te reirás a carcajadas, no surgirán lágrimas pero es pleno tu abrazo con ella, pues en todo momento cuestionas lo dicho, invalidas sus pasos, te sorprende su desfachatez, comprendes su postura; variados sentimientos que rebotan cual pelota de tenis, con momentos brillantes y unos diálogos punzantes y
vibrantes que ponen la puntilla a tanto sarcasmo y traspiés, en una inesperada aventura que puede cambiar el destino de todos ellos en un segundo.
“¿Qué harás si encuentras el dinero, abuela?” “¡Gastarlo!”, pero antes hay que pasar por las torpes correrías, las estúpidas decisiones, los acuciantes reveses y la pequeña alegría que se resiste de ser hallada; life’a a breeze, la vida es fácil aunque ¡hay que ver cómo se puede complicar ésta!
Describe, con discreción y sabiduría, el alma y corazón de una familia.

Lo mejor; el proyecto de Lance Daly, tanto en dirección, escritura, fotografía y música.
Lo peor; no llegar a captar la profundidad de su modestia.
Nota 6,3


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