miércoles, 30 de octubre de 2013

La bicicleta verde

Una historia árabe de mujeres, fuertes y valientes, donde la posesión y dominancia masculina no es lo importante, pasa a segundo plano como accidente, circunstancia o piedra a superar que no es capaz de impedir la hazaña narrada. La clave, secreto de la misma es no entrar en consideraciones políticas o religiosas ...etc, etc, ser capaz de crear una mirada neutral, visión de espectador que observa a distancia sin juzgar, sólo dejarse empapar por lo que el director ha querido mostrar. La rebeldía de una chiquilla, tan inocente como sus propios sueños y deseos, que no conoce los límites de los mayores, sus complejas dificultades; actitud imparable dada la ausencia de maldad, omisión de una sociedad que todavía no la controla, imposible detener un espíritu libre que sabe lo que quiere y no sabe de fronteras. Lo mejor, la manifestación de su forma de vida, cultura diferente que te causa diversas reacciones emocionales, a cual más variopinta. Y, a pesar de su gran sencillez en la narración,  su naturalidad interpretativa y su humildad contextual, tampoco hay más; observar su día a día, sus obstáculos comunes, sus prohibiciones cotidianas -consentidas o no-, sus impedimentos rutinarios; todo ello, limitaciones a un espíritu nunca compensado por tanto sacrificio. Es lo que más impresiona y el verdadero arte de la historia; devoción perpetua de una madre que espera ser beneficiada, compensada por toda su devota entrega y la ilusión inapagable de una muchacha que sabe lo que quiere y lucha por conseguirlo. Su grandeza está en la simplicidad de su hacer y en la facilidad de su visionado.

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