viernes, 25 de octubre de 2013

Mi encuentro con Marylou

El encuentro fugaz de dos personas, de edades antagónicas, con tragedias propias en la vida y cuya casualidad les une irremediablemente; una necesidad encubierta y, poco a poco, manifestada que salva a ambos de su propia desgracia. Siguiendo con su habitual forma de rodaje y de dirección, Jean Becker nos muestra una película entrañable, de gran sencillez y humanidad, fácilmente predecible y con poca temática que contar. Bajando un escalón en la oferta de narración -respecto a sus otros trabajos anteriores- es tranquila de observar, corriente de ver y de digestión muy rápida, sin contratiempos o situaciones enigmática que puedan alterar tu, de por sí, inicial y perpetua quietud y serenidad. Y aunque, es su mejor baza -lo ha sido siempre como sello, marca personal la placidez, calma y silencio eventual de sus personajes-, en esta ocasión, resulta temporalmente negativa pues es una bonita historia, cordialmente cercana y querida sin apenas esfuerzo pero, con falta de motivación, de atractivo más allá de la contemplación continuada y repetida, sin sobresaltos ni impresiones que, momentáneamente, te despierten y renueven tu interés. Un exceso de impasibilidad, de inmovilidad actual es tan perjudicial como una posible exageración.   

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