martes, 1 de octubre de 2013

Therese D.

Tiene una presentación impresionante, todo un retrato íntimo, profundo y doloroso de una valiente mujer, luchadora por su palabra y por no morir como maniquí o estatua disecada; Audrey Tatou perfecta y excelente para un papel de expresión física y de exclusivo recurso visual -los cuales domina a la perfección dada su reiterada interpretación de ellos-. Por tanto, mucha esperanza en un principio prometedor y sugestivo, con un retrato valiente y audaz de una mujer aburrida que decide dejar de estarlo y pasar a la actividad en busca de su propia voz. Buenas interpretaciones, buena fotografía y paisajes cuidados; todo muy cuidado y apreciable a simple vista. Cuándo aparece el "pero", ese resquicio que anula todo lo dicho? Conforme avanza la narración de la historia; y lo hace de manera inevitable. Sin pretenderlo ni buscarlo, tu interés por el personaje y su vida va apagándose, muriéndose poco a poco hasta llegado un punto en que, únicamente se mantiene gracias a un fino hilo, muy tenue y superficial que te obliga a visionar un final ya predecible y que no enriquece tanto como la espera de su llegada. Una intensa novela narrativa poco satisfactoria al exhibirse en imágenes; la pérdida de material, de contenido cualitativo, de calidad al hacer el camino de transición, al efectuar dicho trasvase -y a pesar de todas las buenas intenciones de los participantes cuyas aptitudes se respetan-  es clara y evidente. Aspiraciones destruidas de forma lenta y pausada, sin apenas consciencia de ello, sólo emociones tan desanimadas como el propio personaje.

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