jueves, 31 de octubre de 2013

Arthur Newman

La alegría del cartel publicitario contrasta, de manera estrambótica y muy singular, con la aflicción y pesadumbre de la historia narrada! Dos grandes actores -la elegancia de Colin Firth y la profundidad imperceptible de Emily Blunt, a cual mejor!- para una película melancólica y de gran nostalgia, de personajes huidizos y asustados que tratan de escapar a su propio destino, borrar su identidad e intentar ser la persona que siempre soñaron, al margen de la correspondiente vida. Un "volver a empezar" caro y gravoso pues, es más fácil amar a un persona ausente que quererla en presente. De movimientos lentos y graduales, grandes paisajes, cambiantes contextos y con un recorrido de ida sin billete de vuelta -o puede que no- la carretera y la huida cobarde juntará a estas dos personas en un relato sencillo que esconde mucha amargura no descrita. De cara al espectador, las interpretaciones de ambos son exquisitas -a la altura de sus nombres respectivos-, un observar como se van conociendo y el proceso, resultado a donde les llevará. Puede parecer necesitar más dilatación en la acción, conexión y diálogo para no perder, por la travesía, al asistente aburrido que necesita y demanda consumo rápido y ligero. Es fácil de apreciar, de seguir y querer a ambos protagonistas; también es fácil salir del cine con gusto de saber a poco, de haber necesitado tastar, saborear con mayor placer la historia compartida de ambos. La misma frustración, desespero e impotencia que refleja esta pareja puede llegar a ser, levemente, contagiosa.  

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