sábado, 11 de enero de 2014

Emperador

Película histórica, realidad dramática que recuerda y narra unos hechos situados en el año 45 sobre el destino, en manos americanas, del emperador Hirorito; una lectura muy solemne, formal y rígida de unos marcados acontecimientos que fueron importantes por su crucial relevancia en el destino de un país. Endulzada con una floja historia romántica -que no logra atraer mucho la atención-, la exposición/contexto de la situación es muy fidedigna, de un gran calado visual -es su parte más vigorosa-; no así los personajes participantes -con una potente carga interpretativa de Matthew Fox que vale la pena-y su desarrollo pues en la exposición y evolución de los eventos sólo llegan a ser correctos y firmes, muy formales, sólidamente capturados por un acentuado guión que marca las pautas a seguir muy militarmente, de movimientos automatizados pero es justamente esa tirantez y firmeza, esa carencia de exhibición en la sensibilidad de un país destrozado la que coloca al espectador como simple sujeto de percepción de una narración en la que no se involucra, una mirada de ver aparecer la trama, ser asombrado por el entorno, escuchar la crónica y hacer memoria, un no dejarse impresionar por los eventos en los cuales, en ningún momento llega a participar ni a ser envuelto. Un excelente planteamiento de la destrucción, bosquejo perfecto elaborado ricamente pero..., nada más; lejanía y desgana de motivación al no conseguir involucrar al espectador en su historia, no lograr ni palpar ni sentir la importancia de lo expuesto. 





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