martes, 28 de junio de 2016

Dioses de Egipto

La supervivencia de la humanidad pende de un hilo, pero Beck, un héroe mortal, está decidido a salvar el mundo y a rescatar a su verdadero amor. Para conseguirlo busca la ayuda del poderoso dios Horus, con el que establecerá una alianza contra Set, el despiadado dios de la oscuridad que ha usurpado el trono de Egipto, sumiendo al país en el caos.


Carnaval disparatado, en pleno verano.

Y por fin, con valor y esfuerzo ¡la he terminado!..., y no puedo más que reír, por no llorar, de la garrula distrofia que acaban de presenciar mis ojos, y la dialéctica cerril y cateta que han tenido que oír mis oídos de forma constante, y con masacre, pues es cutre, ridícula, digna de lástima y ofensiva para todos los sentidos, incluida esa paciente razón que ha tenido que soportar y tolerar mucho más de lo esperado.
Horus, Dios del aire, su tío Seth, Dios del desierto, su abuelo Ra, Dios del sol, su novia Hathor, Diosa del amor, y un enamorado mortal que le complica o facilita la vida, según momentos y posturas; toda una inspirada muestra dicharachera, de nulidad hueca en su corazón maltrecho, y locuacidad sufridora hasta la extenuación, dada la cantidad de tonterías mediocres y bobas que se pueden recitar y observar por escena, donde es el AMOR -en letra mayúscula, ¡que las divinidades tienen más altura!, por lo visto, no acorde al tamaño de su sabiduría cognitiva-, repito, el AMOR, el motor de toda esta desproporcionada borricada, de disparate narrativo monumental, que no tiene ningún respeto por los egipcios y su fabulosa historia.
Un gigante y un enano, unidos con desesperada cola, como Don quijote y Sancho Panza jugando, bajo el sol ardiente, a una epopeya llena de desmadre y
tonterías, donde el referido dueto cómico, un inconexo Laurel and Harvy, deben aportar el humor, drama, acción y tragedia -cuatro en uno, como en las rebajas de enero-, un intento de labor sin pizca de gracia, talento, sagacidad o sabiduría.
Atragantadas interpretaciones, para diálogos patéticos, acompañados de una imagen torpe, irrisoria y escandalosamente indigna -dadas las técnicas al uso de hoy en día-, con una ofuscada e incompetente imaginación, cuya limitada inventiva no merece el mérito de su análisis y reflexión por partes pues su conjunto, desde el minuto uno, ya se presenta como una memez impresionante difícil de superar, en caso de querer hacer las cosas mal desde el principio ya que, si contando con la buena voluntad de sus directores y participantes sale esto, ¡imagina si hubiera mala fe manifiesta!
Chistosa, si te gusta el humor lacerante y triste, superficial, banal y mendruga, en perspectiva general; un constante , aunque ineficaz, tono irónico y burlón, para una guasa de fábula y festival farandulero narrado para inocentes crédulos, que
estén dispuestos a aceptar lo que sea, incluida esta payasada inútil y sobrante, soporífera e hiriente dado su desatino, vergonzosa dada su finalidad de pasatiempo y recreo, estrafalaria sea lo que fuere a lo que aspiraba.
¿Hay forma de sentir otra cosa?, algo distinto a un profundo y desabrido lamento, por la errónea elección de distracción para un tiempo irrecuperable, donde cualquier otra cinta al azar, ¡la que sea!, ¡en serio!, hubiera suplido de mejor manera tal espacio, para más inri de rematado aguante y coña, en concreto 127 largos y castigadores minutos, sufridos en las propias carnes y en una asfixiada mente que busca desahogo con la mosca que revolotea por los alrededores de la sala; ni entusiasmo, ni diversión, ni interés, ni un mínimo de apetencia por una payasada que, ni como bufón de la corte distrae, ameniza o gusta a menos que optes por darle la vuelta y encontrar el sabor a ver algo de tal calibre y grima, especialmente si te paras a pensar la animalada de presupuesto que se habrá dedicado a tan hortera gansada.
“Todos son bienvenidos al más allá” y, después de
ver la presente cinta ¡no me extraña! pues, es peor castigo quedarse entre los vivos, que pasar las fronteras y cargar dicha visión en la balanza de las arrepentidas equivocaciones y, pedir perdón, para ir dónde sea sin la maleta de su devastado recuerdo.
Y Egipto como sede de estos juegos olímpicos de la humillación, el bochorno y el vilipendio legendario, para un romeo y julieta terrenal que emociona ¡a tan inútiles, tontainas y necios dioses!
“¡Nada puede complacerme!” ¿y te sorprende?, tal vez por ello lideres, Gerald Butler -que para una vez que haces de malo altísimo ¡te has lucido!- este patoso cuento de caricatura grotesca, deshonrosa e insultante.
“Dioses de Egipto”, ¡para vosotros también ha sido un martirio!; ¡menos mal que me compré palomitas!
Posdata..., ¡qué ha gusto me he quedado!, ¡menos mal que aún me queda su machaque por escrito!, ¡algo compensa!

Lo mejor; el sacrilegio acaba.
Lo peor; la narración de la cinta.
Nota 4,1


2 comentarios:

adryanz dijo...

Horrible, vi diez minutos y la borré.

Unknown dijo...

Te entiendo.