sábado, 17 de septiembre de 2016

Juego de armas

Historia de dos jóvenes a los que el Pentágono pagó 300 millones de dólares para armar a los aliados americanos en Afganistán.


Los beneficios de un mundo con guerras.

Nicolas Cage ya nos presentó un “Señor de la guerra” más feroz y maduro, pero igual de irónico y mordaz.
En ambos casos realidad punzante, basada en hechos fehacientes, que expone la vergüenza de una auténtica porquería, cuyas atroces verdades, dichas y cometidas, son un divertimento fugaz y ameno para un espectador que observa el desmadre de existencias, habidas y por haber, y sin paliativos decentes; desmesuradas, excéntricas, volátiles, compulsivas, oportunistas, a-morales, aceleradas, que destruyen con su enriquecimiento, sin remordimiento ni reflexión alguna sobre ello pues, ellos no disparan, únicamente venden, sólo son el intermediario, no son responsables de lo que haga el comprador con la comprado.
Desbordante ritmo, de sorprendente facilidad en su ejecución y resultado, de avance exitoso sin freno que sólo se detiene ante la desproporcionada ambición, recelo y soberbia de quien se cree intocable, por el poder que llega a acumular entre sus manos y la sencillez de su logro; el codiciado dinero y la desmedida gula que le acompaña, juerga de una vida impensable, sin suficientes horas para abarcar toda su magnitud descontrolada, cuya vertiginosa subida continua es la droga que les mantiene al límite, siempre enteros/siempre a punto de caer.
Aún con toda su intención y ganas, se echa en falta sentir la misma adrenalina y locura que viven sus personajes, la observas, oyes y recorres sin excesivo entusiasmo o nutritivo enganche; este eBay para las armas no apasiona, ni deslumbra, ni enmudece todo
lo que debería, toda la seducción y atractivo de su magnífica banda sonora es ausencia de devoción e ímpetu por la facturada travesía de este dueto de amigos de la infancia, convertidos en traficantes originales del engaño, para salir del apuro y seguir adelante.
La acidez narrativa es envolvente, su circuito es interesante de descubrir y curiosear, pero su relatada galopante aventura no aviva el cuento; se deja ver pero no atrapa, no como esperas que lo haga, no como esa explosión de impetuosidad, sin sentido, que todo lo arrasa.
“¿Qué sabes de la guerra?”, que necesita de armamento para llevarla a cabo, lo cual supone riqueza de contratos en negocios turbulentos, que no miran procedencia, destino ni interlocutor, sólo las ganancias para ambos lados; “el dinero se hace entre líneas”, y entre éstas su redacción es perspicaz y aguda, pero su ojeo no devora con fogosidad,
informa que no es lo mismo; es laboral, que no espectacular, su hambriento juego se desarrolla a nivel apto, pero sin la ilusión y fervor de la primera división.
Todd Phillips se olvida de las Vegas y desvía su resacón, al dramatismo de la mayor estafa armamentística realizada al gobierno de los Estados Unidos por dos desarmados colegas, caraduras sin escrúpulos, que huelen la oportunidad y se lanzan de cabeza a por ella; estupendos tanto Jonah Hill, narrador, como Miles Teller, artífice del negocio, acompañados por ese reservado papel para un Bradley Cooper, como mafioso terrorista, que co-produce la cinta.
Visionable, que no inolvidable, estos perros nunca llegan a devoradores lobos, pero se mueven con soltura e inteligencia dialéctica, suficiente para el
momento de su visión, no para su recuerdo; “¡desde cuando decir la verdad sirve de algo!”, por ello se mueve entre el compañerismo, la lealtad y la traición de un humor y tragedia, cuya esperanza es falsa.
No es de notable, no llega a “...Wall Street”, ni roza a Scorsese; es meritorio su intento, pero se queda en un apropiado bien, lo cual no es ningún desprecio.

Lo mejor; su veracidad relatada, para mentira tan impresionante.
Lo peor; no pasa de ser ladrido de perro, la ferocidad y magnificencia del lobo se le escapa.
Nota 6,6



No hay comentarios: