jueves, 15 de septiembre de 2016

Manhattan night

Porter Wren es un periodista dedicado a los tabloides, pues posee un apetito insaciable por el escándalo. En casa es un marido encantador y un padre ejemplar, pero cuando conoce a una seductora desconocida que lo invita a resolver un complicado asesinato, su rutina cambia por completo.


El caso se resuelve, tu indiferencia queda.

Adrien Brody, actor de registros varios, desde un Óscar por “El pianista”, hasta el blogbuster “King Kong”, pasando por la desgarradora “La delgada línea roja” y la peculiar “El hotel Budapest”, entre múltiples otros; mucho donde elegir, de diferentes caracterizaciones, para un intérprete que parece no estar en racha ni atravesar buen momento en sus últimos trabajos al alcance, pues apenas sobrevive para que su nombre no se olvide, en proyectos comunes más válidos para DVD o sesión televisiva, que para el estreno en gran pantalla.
Y aquí estamos ante un guión corriente y clásico, en la cuerda floja de posible suspenso en su resolutiva sentencia, por desganado e incompetente en su habilidad para crear intriga sustanciosa y válida, de visión apetitosa.
No deja de ser la típica cinta de cine negro, donde un periodista mañoso y afortunado, por estar libre y en el sitio adecuado cuando se le requiere, al investigar el oscuro asesinato de un excéntrico director de cine, se ve envuelto en una red de engaños, chantajes, secretos y suciedad a alta escala, mientras se deja arrastrar por la pasión desenfrenada hacia la
oportuna tentación rubia, ¡siempre lo son!, al igual que la considerada esposa ¡siempre es morena!
El actor en cuestión realiza una sobria, sólida y consistente interpretación, que supone la vuelta a su mejor yo, pero ¡dejemos de contar más allá!, ya que el argumento no sabe sacarle jugo misterioso, hechicero y entretenido a los trastocados pasos de un hombre, sin aspiración de héroe, que únicamente hace con suerte y empeño su trabajo de periodista, para pagar las facturas, y a quien la luz sombría de Manhattan, con su hipnotizante música de piano y voz en solitario, más ese embriagador saxo, le emborracharán hasta confundir, acorralar y tener que luchar con astucia e inteligencia -por decir algo- por desenmascarar esa trama de mentiras y cuestionables actos, de los cuales salir ileso.
El guión no requiere gran examen, de auxilio racional por tu parte, para su desenredo, más bien el reto es evitar la progresiva escisión respecto del mismo;
cumple con los requisitos habituales de cualquier thriller de misterio, aunque sin excesivo encanto o atractivo, únicamente recitar los textos y dejar que la fotografía y su absorbente banda sonora adornen la correlativa apatía surgida, en una velada de fin de semana que se esperaba estupenda, pero que, a todas luces, se ha quedado en estancia mediocre de sobremesa diurna.
Pero ¡vivan!, si se logra con eficiencia cumplidora, esos prototipos de historia predecible, para distraer en una noche de calor asfixiante o relajar en un horrible día para olvidar, su sesión será acogida con agradecimiento de pasatiempo ligero, distraído e interesante a nivel medio, sin requerimientos de esfuerzo pensativo no deseable ni solícito, dada la línea recta de un supuesto argumento que sale de a, para llegar a z, y pasar por todas las letras del
abecedario sin cambiar su orden.
Sólo que es todo tan poco creíble, incitante o sabroso en su entrada, fisgoneo y salida de las puertas del infierno que, cuesta no resquebrajarla sin piedad, no destrozarla sin miramientos; nada de química entre los actores, únicamente intercambio de sentencias sin más, la pose dramática de Yvonne Strahovski, la tristeza, la insinuación y el flirteo, todo muy artificial, sin apenas enganche de anhelo, el relato sin estímulo o curiosidad de devaneo e interrogación por el mismo..., ¡mejor quédate con la insinuante y deliciosa banda sonora!, algo es algo.
“Todo es una gran historia”, pero la observas con una pena de vigor, entusiasmo o devoción por su hacer, de escasa interacción con ella que te preguntas ¿esta trama, aparte de chifladura de personajes, tiene solidez argumentativa?
Tiene a un lelo creyente enamorado, tiene a una loca encantadora peligrosa, tiene a un viejo rico
desesperado, tiene a un muerto que no se sabe cómo nadie no lo asesinó antes, tiene matones, tiene inocente familia de esposa muy cabreada, tiene adulterio, tiene presión de golpes bajos..., aspira a confundir, emocionar, inquietar y resolver, con esmero de atención por parte de quien mira pero ¡que me aspen!, si debe conformarme y sentenciar ¡vale para pasar el rato!, pues hay muchas maneras de emplear el tiempo, incluso cuando éste es de rebajas, tirando a estado muerto, pero que no valga más que ¡cualquier peli de la caja tonta, mil veces vista!
“Tun, tun ¿Quién es? La oportunidad. No seas tonto, ella sólo para una vez en la vida”, por ello mismo cuida más el escrito, su ficción y pasos elegidos para designar y alcanzar al malo, que la espectadora que elige tu relato ¡merece más rico alimento!
“Manhattan night”, noches en Manhattan pero ¡con lo que da de sí, ciudad de tan bella mezcolanza!; mejores ideas, mejor combinación de ellas, ¡please!

Lo mejor; Brody y la música que la acompaña.
Lo peor; la trama y sus enredos previos para llegar hasta ella.
Nota 5,3


No hay comentarios: