jueves, 6 de febrero de 2014

Filth

Está bien crear un personaje tormentoso, dañino en su manifestación personal pero su pena, su gran miseria debe llenar la pantalla, satisfacer tu espera; para lástima nuestra, no es el caso, apenas lo consigue mínimamente. Pronto te cansas de su rutina autodestructiva, de su continuada maldad, de su ofensiva malicia a la que respondes en espera, preguntándote que dolor, historia esconde dentro de su interior. Una vez descubierto el pastel, motivo o acicate de tanta amargura y tormento no impresiona ni causa el efecto que debería, su relato personal no te colma completamente ni te justifica la tirada desproporcionada de una podrida baraja cuyas cartas son lanzadas como misiles antipersona. Ritmo acelerado y frenético, una genial banda sonora, movimientos del pinball, una potente interpretación y mucho intercambio dialogado para un personaje entregado erróneamente al público, cuyos actos repetitivos te dejan vacío pues el por qué de sus pasos no impacta lo suficiente para querer seguir observándole, una espiral de violencia cuyo origen no estímula, visita al museo del horror caprichoso sin buena justificación. Desconcierto inoportuno por la desproporción de palabras ofensivas y groseras, actos destructivos y un constante "mal rollo" que no es compensado por el contenido que esconde. Sólo, brevemente, su inicio de actuación, el descubierto origen de su pausado proceder consuela ante las expectativas creadas, parece abarcar tanto abuso, pin-pon extremista y cobarde, juerga abusiva sin contenido ni seguida, un sociópata bipolar drogadicto-putero-borracho cuyo desfile, incorrección y soberbia llegan a crear hastío por su falta de enlace, conexión con un propósito, con algo que conforme dicha explosión de barbaridades. Para observar, simplemente, un comportamiento esquizofrénico y malsonante sin más me voy a una discoteca el fin de semana!!!





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