domingo, 23 de febrero de 2014

Monuments men

Te gustará aunque no sea lo que esperas; la respetarás aunque durante gran parte de su proyección te parezca un mal chiste. Sin apenas acción o pasión que levante tu entusiasmo, emoción o vibración que mine tu placidez inesperada, frenesí que cubra tu indeseado sosiego sólo cabe mirarla, observar su ligero, sereno y tranquilo discurrir; eres consciente de la importancia de los hechos por los resultados conseguidos pero..., también eres consciente de no haber captado el espíritu, la sustancia de tan gran hazaña. Los hechos no deben ser únicamente narrados, únicamente expuestos para recuerdo histórico; deben ser transmitidos para que el espectador los viva intensamente, para que se emocione al contemplar las maravillas de obras artísticas salvadas por este peculiar grupo. Voy a un museo a contemplar pero también a experimentar la pasión, deseo, arrebato de su autor al realizar la obra y todo lo que consigue transmitir a mi persona, lo que logra capturar e interpretar mi espíritu más sensible; aquí, en la narración de estos hechos sólo contemplo y observo siendo muy poco lo experimentado por mi perdido espíritu, por mi esencia o por mi superior cabezonería que se empeña en sacarle más partido, a este relato, del que tiene. Situaciones ligeras y llanas, decoradas con pequeñas pinceladas de humor, ironía y tierno compañerismo es lo que encontrarás en esta dulce y emotiva historia de unos hechos reales, de un atrevido grupo de hombres de los cuales, todos -hasta el más nefasto de los humanos- nos hemos beneficiado; pero sigo echando de menos la fuerza, vigor, lo sublime de estos hombres y de los hechos que llevaron a cabo. Aún con todas sus limitaciones y a pesar de no ser lo que esperas, te gustará aunque..., vislumbrar una obra de arte sólo al 50% es despreciar, faltar el respeto a la obra y a su creador.





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