martes, 30 de junio de 2015

The duff

Bianca (Mae Whitman) no se considera la más guapa del instituto, pero sí lo bastante lista como para no dejarse engañar por el atractivo y mujeriego Wesley Rush. Por eso cuando Wesley la llama Duff -apodo que utiliza para referirse a la chica menos agraciada de un grupo de amigas- lo último que ella espera es acabar besándose con él. 


¿Quieres volver al instituto?, ¿a esa época dorada de tormento y felicidad discontinua?, ¿a recordar quién eras tú?, ¿cuál era tu porte en él?, ¿a ese lugar fantástico que se guarda en la memoria o experiencia apestosa que mejor olvidar?, ¿eres de los que se divirtieron, pasaron de fábula o simplemente pasaste por ello para nunca más volver, no gracias?
La industria norteamericana especialista en este tipo de filmes, recrear el ambiente subliminal de diversidad feliz y aterradora, angustiosa mezcla de júbilo y malestar por el cual se accede a la madurez y la personalidad propias si eres de las raras, inteligente, con sesera e individualidad propia, o seguir con la ceguera de la tontería y banalidad si aspiras a ser la reina del baile y futura estrella de la red porque la televisión, al lado de internet, se ha quedado escasa y coja.
Chico 10, guapo, con cuerpo de escándalo, siempre capitán de fútbol, por supuesto, cortito para los estudios que tropieza con esa extraña chica de clase, vecina de la infancia, amiga a negar en público más una necesidad mutua de ayuda desesperada y ¡tachán!, la transformación da a lugar, ella sabe explotar su belleza física, que se ratifica con su firme y atractiva personalidad, y el resulta tener cerebro, sensibilidad y buen gusto para distinguir a la falsa muñeca de portada de facebook -las revistas ya no juegan en primera división- de la auténtica joya que le quiere como es, que le valora y respeta sin reservas, a su lado siempre fiel.
Y la magia surge, la química explota, se encuentran, enamoran y la fea consigue al guapo, la "cool" queda sola y rabiosa y, por demás, tenemos discurso moral sobre ser tu misma y no renunciar a tus gustos y carácter todo envuelto en papel de regalo jovial, dinámico y dicharachero que pasa por sus etapas de negación, golpeo, ira, reacción, esperanza y fortuna, aceptación de tu etiqueta y papel en ese pequeño submundo que lleva a la vida real más la oportuna compensación que se le añade.
"Dieciséis velas" para los más antiguos, "Diez razones para odiarte" para los de medio camino, para los más recientes cualquier serie, blog, sketch o película al uso les vale, la adolescencia, sus traumas, sonrisas, vaivenes, éxitos y fracasos, amores y decepciones acá desde el punto de vista de una "duff", amiga accesible, fea, singular, desaborida, sin interés alguno excepto como apertura a las amigas estupendas, sexys y de moda que conoce, comodín para acceder a zona vip donde sólo juegan los mejores, el retrato de una realidad cinematográfica de obvio recorrido, papeles clásicos, escenas esperadas y final sin problemas después de un inicio y tránsito como cabe esperar en dicho espectáculo.
A pesar de su simpleza y falta de originalidad y ocurrencia a destacar sobre las muchas hermanas que cuentan lo mismo en igual orden es simpática, llevadera y ligera, frescura de una heroína, Mae Whitman, que se desenvuelve con gracia, salero y esmero y un guión que, sabiendo que lo que narra es menudencia mil veces vista, le aporta un ritmo locuaz de personajes bien definidos, sin caer en la soporífera saciedad y dejando sitio para la gratitud y armonía de recrear una obra de pasos nimios y consabidos y, aún con todo, ofrecer un consumo sugerente, ameno y apreciado.
La fábula de cinicienta a la peor edad, a esa línea peligrosa de rozar la mayoría, con la dureza de las clases, la crueldad de los estudiantes, la perversidad del móvil y la víbora micro-sociedad que gira en torno a ella, con su príncipe, su malvada y el beso final de cuento, moraleja y a dormir que hay que soñar con ellos y con esa belleza eterna y magnífica en la que los ruines pagan, los puros de corazón consiguen al guaperas de turno y la admiración de todos es para quien se siente orgullosa de ser diferente y única.
"Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde, como todos los jóvenes yo vine a llevarme la vida por delante, dejar huella quería, marcharme entre aplausos, envejecer, morir eran tan sólo las dimensiones del teatro...", aprovecha esta oportunidad de volver atrás, a la juventud ya ida de una adolescencia loca, se la que conquista al chico, la que desbanca con su inteligencia a la más guapa, la que por simpatía tiene las mejores amigas, la que deja huella por su fuerza y valentía, la que cambia y progresa por ser mejor persona y, en definitiva, se la que se lleva los mérito y los aplausos, la gran protagonista de tu propia ensoñación..., es fácil cómodo y no demanda demasiado, exigencia leve de sabor grato que solicita mínima atención de regreso a esa época juvenil donde las inseguridades, miedos y lágrimas se convierten en sonrisa, osadía y voluntad de seguir adelante porque ya sabes donde vas o, al menos ¡eso crees pensar!
"¿No vas a por la corona? Uummm..., ¡mejor voy a por la chica!"; no hay mucho magnetismo, ni excesiva picardía, su entusiasmo despierta lo justo y su estilo es moderado pero ¿qué más da?
Para ilusionistas de que todo puede pasar, para creyentes de que la justicia se acaba imponiendo, para soñadores de ese glorioso final feliz recordado..., para quien quiera volver a ser joven de nuevo, una y ¡otra vez!