viernes, 11 de septiembre de 2015

Anacleto, agente secreto

Adolfo, un treintañero que trabaja de segurata, está pasando una mala racha. No sólo le deja su novia de toda la vida por ser un tipo sin ambición sino que, para colmo, se convierte en el objetivo de una serie de matones liderados por Vázquez, un peligroso criminal que acaba de escapar de la cárcel. Además descubre que su padre tiene una doble identidad. No es un payés dedicado a la producción de embutidos, como él ha creído toda la vida, sino que es Anacleto, un agente secreto en horas bajas y el hombre que encerró a Vázquez hace treinta años. 


De camino al cine, voy con éste interrogante ¿vamos a ver si funciona o si es un fraude?, porque la necesidad de diversión y risa hoy, es mayor que otros días, porque necesito que surja la magia de la comedia española, la acidez marca hispanis y ..., gracias Adolfo, por acompañar a tu padre pues Anacleto, agente secreto, sería poco sin tu presencia, animas el cotarro y aportas la diversión y salero, esa gracia chistosa de quien tiene talento para conectar con el público y ganarse su sonrisa, un meritorio Quim Gutiérrez que acapara tu atención, simpatía y refuerza positivamente, y con esmerado logro, a un veterano Inmanol Arias, con su acertado lema "demasiado viejo para todo esto", ideal para el papel que representa.
No vas a reír a carcajadas, la risa no es plato seguro ni de continuidad incesante, el humor es más bien de diseño sobre escrito que realidad práctica desbordante, hay escenas de espontaneidad hilarante, pero la mayoría desprenden intención lograda de pasarlo bien aunque sin la jocosidad que una, ya de antemano, suponía era promesa de tráiler y venta, agudeza deductiva, de análisis razonado, que no de efecto inmediato, para la lógica pensante que provocara ese contento expresivo de los labios, ocurrencia trabajada y bien camuflada para un guión que sabe manejarse en su tempo, entre la añoranza de un clásico que nunca pasa de moda y los nuevos aires de quien representa la ironía ingenua de despertar a su nuevo mundo, gags, cameos y agudos diálogos que intercambian la desfachatez, fuera de tono y lugar, con la salida perspicaz que le da a todo la vuelta, para recomponer su precisa forma pues "la tortilla de patatas siempre es redonda".
"Al final, todos los hijos sois una decepción", pero siempre hay uno que rompe la regla y se sale de la norma, que ofrece la burla y pitorreo frente la formalidad y sequedad de su padre, veteranía experta frente juventud ignorante para un conseguido dueto que entretiene, ameniza y se gana tu cordialidad y encanto, parodias absurdas de boca de intérpretes conocidos, Berto Romero, Carlos Areces, Buenafuente, José Corbacho, Rossy de Palma, Eduardo Gómez..., en una singular proximidad sospechosa al hacer de "Torrente"; ahora que están tan de moda y explotados los cómics de Marvel, parece oportuno la aparición de esta eficiente película homenaje a la fantástica creación de Manuel Vázquez, a los 20 años de su muerte.
"Anacleto nunca falla", reparte bofetadas, tiros, persecuciones, alegre ridiculez, cachondeo contagioso, situaciones descabelladas, sarcasmo verbal, acción eficaz, sagaces diálogos, peliaguda coña, esparcida guasa y, en general, un conjunto avenido de todas las piezas donde, los momentos en que unas de ellas flojean, son activamente reforzados por la presencia del resto, avenida complicidad de todos sus componentes, de la configurada dirección y de su meticuloso guión.
Anacleto, agente secreto, mitad James Bond/mitad superagente 86, que con el toque español ya sube a categoría distintiva, de cigarrillo siempre en la boca -¡con los tiempos que corren!-, traje negro, camisa blanca y pajarita, perjudicado por los recortes y la crisis, hace lo que puede con tan poca ayuda y sus escasos refuerzos para no salir mal parado, ser padre no es lo suyo pero ¡que se le va a hacer!, ya está hecho y el chaval ha salido buen mozo, por tanto goza de la presente recreación, valora su buen trabajo y esparce tu mente, 9 de cada 10 asistentes estarán de acuerdo en su gratitud, en premiar su empeño con una sincera sonrisa, y el décimo también sólo que es de los cascarrabias, de los que gusta de ver el vaso medio vacío pero que, aún con todo, ha saboreado con placer, gusto y regocijo su consumo.
El resultado es sabroso y competente, lo que revierte, sin duda alguna, en satisfacción y complacencia por la misma, consecuencia de que la cinta funciona, de que ha dado en el clavo y, aunque no expone el espíritu de tan carismático personaje con lealtad, habilidad y acierto, muta con gracia y fascinación, célebre y diestra presentación para que el espectador disfrute, se entretenga y guarde un recuerdo atractivo, entusiasta y sentido por la misma.
Válida, sin arrepentimiento, Javier Ruiz de la Caldera ofrece un trabajo que se devora con ganas, con clara y unánime propensión a hablar positivamente de ella.
Anacleto, ¡no estás tan mayor para esto!



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