sábado, 19 de septiembre de 2015

Stockholm stories

La pelicula sigue a un joven de Estocolmo que está obsesionado con la teoría de la luz y la oscuridad, que sirve para trazar una metáfora de cómo la gente puede reunirse o no. La trama lo sigue a él y a otros cuatro personajes igual de profundos que viven diversos conflictos de la gran ciudad sueca, un genio publicitario sin amigos, un adicto al trabajo, un tímido chico de clase alta con un amor secreto, y una mujer joven, todos vienen a darse cuenta de las duras verdades sobre el amor y la vida durante un par de semanas del otoñal noviembre.


El lenguaje es la luz, y sólo cuando ésta se apaga, permite ver la realidad tal y como es", y en esa estamos, en proporcionar ese apagón que deje paso a la existencia, real y patente, de los cinco protagonistas de estos breves pero sentidos relatos, sufridores, obsesivos, contenidos en sus emociones y con una fuerte carga sensitiva que no encuentra, lugar cómodo ni persona de confianza y afinidad, para explosionar en todo su potencial.
En realidad, la gran estrella y principal personaje, verdadero motivo de todo el camino, es Estocolmo, la hermosa y carismática ciudad con su poder y robustez, con su frialdad, sequedad y aislamiento, con su áspero encanto, con su rígida belleza siempre presente/nunca perdida, una forma costumbriste de ser, de relacionarse, de crecer que condiciona el carácter, la andadura y destino a dónde se llega.
Karin Fahlén, sobre la base de la novela de Jonas Karlsson, presenta un trabajo minimalista, sencillo pero palpable y profundo, de complicidad sentimental para seres retirados, excluidos, rudos, firmes y constantes en su semilla superviviente que son golpeados, desilusionados y humillados pero que siguen enteros, capaces y dispuestos, hacia delante, esperando ansiosos ese magistral minuto de ausencia iluminada, de oscuridad deslumbrante donde el silencio reina y la esencia de cada cual triunfa y padece, reina o se desbanca ofreciendo su penoso existir sin la mascarada.
De pauta fija, simboliza la retención de una querencia no valorada ni satisfecha, recluido desdén cuya presencia asfixia/cuya desaparición supone libertad de sentir, elegir y estar, los opuestos como característica de narración, esa claridad y penumbra que permite acceder, al interior inquieto de estas almas humanas que agonizan en su desconsuelo, de rabia e impotencia, por el injusto dolor y tensión que aprisiona sus existencias.
Producción sueca que gratamente no es para todos los públicos, se defiende con su estilo austero e impermeable, recto y honesto, soledad que pide a gritos compañía, comprensión y una relajada estancia que anule toda su atenazada tensión.
"Quiero ayudar a la gente a encontrarse", mesías voluntario que reclama una observación con paciencia, con esa consideración de apreciar y percibir su desesperación, es urgente ayuda para hallarse, para tropezar, coincidir y pararse a conocerse, a verse, a comunicarse, oportunidad arriesgada que implica duda y miedo, pero también alegría y esperanza.
Modesta, peculiar de su tierra de procedencia, estilo propio para cinco vidas, de desamparo y estrés, relacionadas entre si, que nunca se permiten atravesar ese ligero contacto y alcanzar la necesaria y urgente intimidad que solicitan, y por la que ruegan, en silencio, cada uno a su manera.
Interesante en su obcecación y ansiedad, satisfactoria en su rabia y lamento, furia no del todo evaporada ni controlada, peligrosa por la falta de una justicia divina que se resiste a emerger e imponerse como cabe.
Estocolmo, triste y oscura en noviembre, donde la luz del sol apenas brilla mientras retrocede hasta casi desaparecer, depresión, pesimismo, falta de vitalidad, carencia de apetencia, afianzar el orden para evitar la locura, de escasa red social y con la perenne frustración de quienes lo padecen..., son ¡las historias de Estocolmo!



No hay comentarios: