viernes, 25 de abril de 2014

Llenar el vacío (fill the void)

Una maravillosa, exquisita, delicada exhibición de la cultura y fe judías, sus costumbres, forma de vida, maneras de proceder que conforman un mundo ajeno y diferente -también interesante y atractivo- para quienes no conozcan nada de su procedencia e historia, de su día a día; sentimientos y emociones a raudales expresados con refinada prudencia y excelente serenidad, amarga y desesperada lentitud en el no-hablar, belleza y sacrificado recogimiento en los movimientos, en la alegría manifestada de unas formas que ocultan y contienen un angustioso dolor, negociaciones contractuales para mantener un preparado equilibrio social que no rompa la armonía impuesta, responsabilidad de pertenecer a una comunidad con tristes y pésimas consecuencias, agónico sacrificio personal por un egoísta deseo familiar, frustradas ilusiones sin consuelo ni cobijo..., ese es su gran fascinación y curiosidad, una impactante y distinta manera de actuar que cautiva y sorprende por su enorme riqueza y por sus grandes carencias, por la confluencia explosiva de multitud de circunstancias y emociones que inundan tu alma serena y colapsan tu impactado corazón.
 Fotografía, vestuario, interpretación, diálogos, guión, contexto, dirección..., un elegante y distinguido documental que narra la vida de un pueblo para quienes sus costumbres y legado supone su exigua y eterna supervivencia.
 Película para observar en su delicadeza, ver en su profundidad, sorprender en su placentera ternura, oír en su perpetuo silencio y apreciar en su justa medida; envolverse de su aroma, dejarse seducir por la esencia de sus emociones, fuertes e intensos sentimientos encontrados que no parecen tener respuesta, despertar forzoso y dramático de una inocente niñez para acoger la llegada de una inquietante madurez; tensa espera ante el tribunal que ha de dictar sentencia, marcada sensibilidad a flor de piel para ser vivida y sentida con coraje e intensidad.
 Relato de afectos, pasiones e inquietudes en su grandeza y miseria, plena subjetividad personal expresados con un arte fino y delicado cual valiosa obra de arte, pieza exclusiva que aumenta su cotización conforme su hermosa presencia cala en tu recóndito interior; la intensidad y poderío de ese seguro marcaje dependerá de la predisposición que presente tu alma hambrienta, apetencia exclusiva de saborear, escuchar, mirar, tocar, palpar y callar ante el esplendor de lo narrado.
 Esa respuesta la conoce cada uno según su sensibilidad despierta y la pureza de su espíritu devorador; ansiedad que se nutre de sí misma. Afinidad no garantizada para todo el público.




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